“Todo el tiempo de mi vida” *

En ocasión del aniversario 42 de Invasor, reproduciremos varias entrevistas dedicadas a nuestros fundadores

“Mira, si tú no pones ahí que lo fundamental para mí, en todos estos años de trabajo, han sido mis compañeros no te lo perdonaría nunca.” Así, con ese tono imperativo se inició aquella conversación.

Entonces me doy cuenta de que entrevistar a una colega es mucho más difícil que a cualquier otra persona. Uno cree conocerla, hasta piensa que se las sabe todas y al tenerla enfrente surge el problema: ¿por dónde comienzo? Y la pregunta incluye la respuesta: por el comienzo.

Joanne Ballbé Fernández es correctora de estilo desde la primera edición en 1979: “Empecé a prepararme un año antes de que saliera Invasor, en un curso donde aprendí lo necesario para poder hacer correcciones a trabajos periodísticos. Cuando llegó el momento de la inauguración casi todos éramos jóvenes y nos preguntábamos si podríamos o no, pero uno se hace a fuerza de tropiezos.

“Al principio era difícil, hoy, después de 25 años, continúa siéndolo, aunque una tiene más experiencia. Yo acostumbro, cuando reviso un material, a consultar con el periodista cada cambio, omisión o arreglo que se le haga, porque considero que ahí comienza el respeto por la labor de los reporteros. Eso ayuda no solo a mi trabajo, sino al periodista y al periódico, pues eleva la calidad del producto terminado.”

Quisquillosa hasta el cansancio, y de esto podrán hablar mejor su esposo e hija, uno se la encuentra sumergida entre entrevistas, crónicas, reportajes,... analizando si la coma va antes o después, si la oración subordinada está demás, si hay concordancia entre sujeto y verbo o si este sinónimo es el correcto o es otro.

“Una correctora está obligada a tener mucho cuidado porque un error gramatical o de redacción puede ser fatal. Una simple coma mal colocada es capaz de empobrecer un texto o hacer que pierda su sentido, esto echaría por tierra el esfuerzo del periodista y, peor aún, limita la comprensión cuando llegue a manos de los lectores. Sería imperdonable.”

Esta mujer, joven aún, que ejerce su profesión desde los 20 años, no ha desaprovechado ninguna oportunidad que la vida le ha brindado.

Posee las medallas Félix Elmuza, por los 15 años de labor ininterrumpida en la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y la Raúl Gómez García, que se entrega por los 20 años en el sindicato de la Cultura.

“Al darme la posibilidad de estudiar la Licenciatura en Periodismo no lo pensé dos veces. Iba a la Universidad de La Habana cada 15 días y en el año 1987 obtuve mi título.”

Con la misma pasión con que habla de su trabajo me contó acerca de su amor desmedido por los perros. Tiene uno en casa que le roba toda su atención, al punto de que su hija Joanka, en varias ocasiones, ha sentido invadido su espacio por ese animalito, que es dueño y señor absoluto del sofá, la cama, el ventilador,...

“Poli es como un niño”, esta frase se le escucha cientos de veces al día, excepto en el horario de almuerzo, que ella aprovecha para culpar a la alergia y a la benadrilina de su perenne somnolencia, aunque a veces, cuando uno la cree dormida, levanta la cabeza y vierte su opinión como si hubiera sido ella quien inició la charla.

Nuestra conversación fue mucho más extensa que el espacio para escribir, pero, con esa sabiduría de quien ama lo suyo de verdad, ella logró resumirlo todo en una frase: “Para mí el periódico, mi familia y Poli son mi mayor riqueza, a ellos dedico todo el tiempo de mi vida.”

* Entrevista publicada originalmente en el semanario Invasor, el sábado 8 de mayo de 2004.