Equilibrio perfecto*

Les confieso que cuando comencé a trabajar como periodista en Invasor, una de las partes del proceso que más me llamó la atención fue el diseño. Lo veía tan moderno y a la vez tan difícil que llegué a admirar a quienes, amén de lo que algunos puedan pensar, son verdaderos artistas.

Ahora que el periódico se acerca a su primer cuarto de siglo, es momento de hacer un poco de historia, no siempre llegar al producto terminado fue como lo es hoy, ni sus artífices son los mismos de entonces.

En el moderno Departamento de Diseño, existe alguien que continúa haciendo de la suyas, y en qué magnitud: María Elena Carrazana Álvarez, una personalidad, un carácter y una sonrisa que ha pasado por todas las etapas de Invasor, dejando en cada una su sello personal, inconfundible.

Mary, como casi todos la llamamos —para que continúe creyéndose la jovencita de 23 años que hizo sus pininos como formatista—, fue testigo y parte de los inicios, cuando los que pensaban hacer periodismo tenían poco conocimiento acerca de esta profesión.

“Recuerdo cuando empecé a formatear. Las primeras prácticas las hice en Juventud Rebelde, pero la verdad la sufrí cuando comenzamos a salir, el 26 de julio de 1979.

“A veces, después de sacar todas las cuentas y tener todo terminado, me sobraba texto y tenía que volver a hacerlo, no es como ahora que, gracias a la computación, todo se hace en cuestión de minutos.”

Claro, no todo fue así de duro, siempre tuvo tiempo para conocer a su actual esposo, coquetear con él y llevarse el gato al agua. Nadie la calculaba en aquel momento. Ahora todos la conocemos a fondo, hasta yo que soy de los más nuevos.

Para Mary entrar en los ajetreos del periódico resultó como una bendición; se casó, estudió Periodismo, tuvo a su hija y pasó a formar parte de un colectivo que, aunque ahora es mucho más joven, no la olvida cuando de jaranear se trata.

Ella, en ocasiones, se hace la seria, estira los labios y simula estar molesta; después, con toda la naturalidad que la caracteriza, se incorpora y pone algo de su cosecha personal.

Así de sencilla es esta mujer, de cuya imaginación, cada semana, nacen muchas de las páginas de Invasor. A veces refunfuña cuando tiene que rehacerlas, pero al final no importa, sonríe y vuelve atrás. Cuando falta, por alguna razón, hasta la extrañamos. No es común encontrar en una persona un equilibrio tan perfecto.

* Entrevista publicada originalmente en el semanario Invasor, el sábado 24 de abril de 2004.