La penúltima parada de la gira nacional de Teatro Tuyo regaló en Ciego de Ávila una velada inolvidable en el Día de los Niños con la puesta en escena de Gris.
Gris no es gris.
¿Cómo pudiera serlo, si con solo una nariz roja, redondita, el mundo vuelve a tener color?
Los de Teatro Tuyo deberían darse por vencidos y no querer que una se crea que, en efecto, no habrá colores y risas y aplausos y satisfacción cuando ellos salen a escena. Ni por la grisura del vestuario ni por la idea —un poco triste, eso sí—, de que tres payasos extraterrestres lleguen a nuestro planeta en busca de las estaciones y el clima que ya no tienen en su galaxia.
¡Pero son payasos! Traen como escafandras los pomos de agua de cinco litros que compró Ernesto Guerra (el director) cuando nació su niña; las maletas son recortes de cartón de esa vez en que repararon la sala de cine y la convirtieron en sede (su sede, ¡al fin!); los zapatos pintados de gris caminaron más de siete leguas, las medias se quedaron sin hermanas en alguna gaveta. Hasta la sombrilla tuvo otra vida.
Los extraterrestres llegan con una misión: encontrar un cofre que es la fuente de la lluvia, el sol, el viento, el mar, la nieve. Se sobreentiende que vienen de un lugar lejano donde nunca han visto algo así, porque los personajes van descubriendo el frío, el calor, el olor a mar y a campo. Hay asombro genuino y por eso hay risas.
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Sobre el escenario apenas está lo justo: “artefactos” que reencarnan en otros artefactos, una y otra vez. Maletas-botes, botes-casa, casa-retablo. Catalejo-remo, remo-garrote.
Mientras descubren las estaciones, Aixa Proll (Chocolina), Alex Batista (Karambola) y Adrián Bello (Belo) —muy bien entrenados y excelentes actores— juegan a nadar y, en la inmersión, limpian el océano. Juegan con el viento y, después, recogen las hojas sueltas de los árboles. Juegan en la nieve y ni siquiera se permiten botar el fósforo. No hay una sola palabra, pero todos entienden.
Es aleccionador ver a tres payasos que vienen de un planeta gris, por la polución y la contaminación, presumiblemente, y que cuiden tanto lo que hallan a su paso. Es esperanzador que, incluso en un mundo gris, la gente se pueda amar. ¡Ah sí!, no lo había dicho, pero en la puesta en escena de Teatro Tuyo hay hasta un triángulo amoroso.
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Posted by José Aurelio Paz Jiménez on Sunday, July 21, 2019
Se suponía que la obra a presentar en Ciego de Ávila fuera Olimpiclowns. Se suponía que lo hicieran en el teatro Principal. Se suponía que tendría una exquisita promoción, porque no son cinco ni seis, sino 20 años de trabajo de una compañía teatral que rescató y refundó, sin irse de Las Tunas, el arte del payaso en Cuba. Y, aunque la no disponibilidad técnica del mayor coliseo cultural desdice cualquier intención de ofrecer el disfrute de esta u otras presentaciones en tan exigente temporada, ahora podemos decir que no hay mal que por bien no venga.
En la sala Abdala la agrupación tunera, que ha hecho del arte del clown su filosofía de vida y lo ha dignificado “poniendo ideas en la cabeza y sentimientos en el corazón”, como dijera su director, subió a las tablas un Gris que terminó siendo arcoíris de sensaciones, alegrías y aplausos. Lo disfrutaron grandes y chicos, sin complejos. Disfrutar, repito.
Que sí, que los payasos extraterrestres no se llevaron las estaciones, ¡prefirieron quedarse a vivir en la Tierra!
• Escuche la entrevista a Ernesto Parra, director de Teatro Tuyo, a propósito de la parada en Ciego de Ávila de su gira nacional por el 20 aniversario de la compañía.