Este 1ro. de enero los cubanos celebramos el triunfo de la Revolución y resulta inevitable mirar en retrospectiva y alegrarnos por 63 años de historia, cuando muchos pensaron que no sumaríamos ni un lustro.
• Ciego de Ávila celebró el triunfo de la Revolución.
Algunos creyeron que esta Isla naufragaría en el mar de las hostilidades, y los más optimistas que flotaríamos aislados del mundo y rindiendo honores a los más grandes. Al final, ni lo uno ni lo otro. Contra todo pronóstico la Revolución ha seguido a flote, desafiante, y a su tiempo.
Es cierto que este lapso no ha estado exento de altibajos, carencias, rectificaciones y cambios, pero concordemos en que no existe una receta infalible para hacer revoluciones y la nuestra se ha construido a prueba y error, bajo la sombra del bloqueo económico, comercial y financiero.
Con todo y eso hay logros que hablan por sí solos: vacunas contra la COVID-19, altos estándares educacionales, alta esperanza de vida y una baja tasa de mortalidad infantil.
De algún modo, una Revolución nace de las anteriores y por eso la nuestra ha encontrado un hilo conductor indisoluble desde el alzamiento del 10 de octubre de 1868 hasta la caravana victoriosa de barbudos que recorrió el país en enero de 1959.
Entonces, como el primer día, no cejamos en el empeño de hacer un proyecto social con toda la justicia posible, antídoto contra un país dividido, pobre y sumiso, por más que 2021 nos haya puesto la parada alta entre la crisis económica y la COVID-19.
Tampoco los próximos 12 meses se avizoran fáciles, en realidad nada lo ha sido, por eso nos quedan solo el optimismo y la fe de que ahora los planes sí se harán realidad en la mesa y en el bolsillo del cubano.
Luego está el compromiso de hacerlo mejor desde cada barrio, empresa o institución, para que el próximo 1ro. de enero nos sorprenda celebrando el doble, no solo la fecha y los recuerdos; sino haber crecido más en ese afán permanente de construir un mejor país.