Una historia (in)creíble

No todo está perdido, ni siquiera los cerdos

cerdo ¿Se imaginan ustedes dos cerdos en fuga, caminando despampanantes por la calle como si no fuera diciembre de 2022? ¿Y se imaginan que su dueña vaya corriendo a Revolico, pida que, por favor, si alguien los ve, se los devuelva, y al otro día le escriban diciendo que tienen sus dos puerquitos?

Pues esta es una historia real y no vendría a contarla con ínfulas de hecho noticioso si a tantos no les hubiera parecido increíble. Si desde antes no hubieran dado por sentado que nadie, absolutamente nadie, tendría un gesto así en diciembre de 2022.

Ni siquiera aludían a las escasísimas probabilidades de que la persona que encontrara los cerdos se conectara a una red de compra-venta de más de 50 000 miembros y encontrara allí la publicación. Al parecer, solo Yamila Moya lo creía: “Porfa, ayúdenme, si alguien los tiene, conciencia, amigos”, escribió.

Pero casi nadie creyó. Lo más bonito que le dijeron fue “suerte”, mientras los chistes caían en estampida. Hubo quien le dijo: “Es más fácil q amanezcas millonaria q te lo devuelvan, pero no pierdas la esperanza q los puerquitos ya los perdiste jajaja”. (A este mensaje solo le añadí una coma para que se entienda mejor… la burla).

Otros, henchidos de pesimismo, hablaban de un país donde “ya no quedan valores y la conciencia era verde y se la comió un chivo”.

En total, la publicación desesperada tuvo 48 comentarios y 45 reacciones. Bajo impacto. No vendía detergente, aceite, huevos… Mayor visibilidad alcanzaría al día siguiente, cuando Yamila iría a “agradecerle a esta muchacha, Dalia Ester Ramos Duarte, por haber encontrado mis puerquitos y tener el corazón que tiene. Gracias, mi amor, no tengo palabras para tanto agradecimiento”.

Posted by Yamila Moya on Monday, December 5, 2022

Más de 60 comentarios y 200 reacciones completaban una historia que yo seguía con aires melodramáticos de telenovela con final feliz incluido. Entonces me dije que la contaría para que la nobleza dejara de ser insólita y la gente supiera que, incluso en Revolico, donde todo suele tener un alto precio, la empatía puede ser gratis.

Dalia se puso en el lugar de Yamila. Debe saber qué significan dos cerditos en diciembre, en enero o en cualquier otro mes de esta Cuba. Debió haber sospechado cuánto cuestan recién destetados, cuánto sacrificio lleva alimentarlos, bañarlos y cuidarlos para que terminen en zapatos o carne en la mesa. Quiero pensar que solo eso bastó. Que precisamente por lo difícil de los tiempos que corren ─y no acaban de pasar volando─ la solidaridad debiera estar (sobre)valorada. Y no al revés.

No obstante, algunos siguen empecinados en la idea de que la pobreza saca lo peor y se justifica el “sálvese quien pueda” porque no alcanza para salvarnos todos. Aun así, yo vivo convencida de que mientras más se tiene, más tiende a perderse el valor real y simbólico de lo material. Que ante 10 pares de zapatos no reparamos tanto en el tropezón que los despega, ni donamos con dolores dos pares para el necesitado que, curiosamente, podría estar en nuestros zapatos. ¿Y para cuándo nosotros en sus pies?

Los que aluden a las vueltas de la vida y predican su hermandad amparados en el criterio de que un día podrían estar en las mismas, deberían saber que hay quienes llevan demasiado tiempo abajo y que, si la rueda de la fortuna girara un día, quizás tampoco se inclinaría a su favor. Por mucho que nos lastime, hay influencias, lugares, estudios, familias, oportunidades…, que marcan diferencias: y no siempre terminan obrando en favor de la justeza.

De ahí que no crea tanto en el destino como en nosotros mismos haciendo el bien sin esperar el perdón divino, las bendiciones o el pase definitivo a un paraíso adonde llegaríamos bendecidos. Creo en gente como en Dalia, aunque ella ni sospeche la fe que provoca, justo cuando termina 2022. Creo en que no hay mejor augurio.


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