Por Limones Palmero… todos los días

Por José Alemán Mesa
Tener los dos consultorios de la comunidad remozados, con sus médicos y enfermeras estables, es un lujo.
Fotos: JAleM

Después de pasar el raso puente de Guamajales, nos espera un distante caserío, pero no apartado. Cuentan que allí hasta los apellidos han resistido “las verdes y las maduras”. Unzué, Meneses, Carbonell, González, Castillo y Carmenate, entre los más comunes, dicen. Esos son, también, los que han echado frutos entre sí.

Esquivamos los baches del camino, que antes eran más, y sacamos de la vía a las mofletudas vacas. Tampoco notamos aquellos entramados impenetrables de marabú que daban sombra a la carretera. Aunque, donde impuso su espesura, raíces quedan.

Arribamos así al Consejo Popular (CP) Limones Palmero, tras rodar los 20 kilómetros de viejo asfalto que lo unen con el Orlando González. Es un poblado con pocas opciones para caminar sin fango, pues sus viales interiores están deteriorados.

Sobre rieles llegará la alegría a Limones Palmero

De obligada visita es el confortable inmueble donde radica el Sistema de Atención a la Familia (SAF), que no es el que Maribel Gómez González conoció en 1999. Aquel otro, el primero, era un local pequeño, de madera, guano y con fogón de leña.

Difícilmente olvidará cuando cocinaba con calderos propios o prestados. Era el despegue de una obra social que, en más de dos décadas, no ha dejado de asistir a “limoneros” necesitados.

Y eso lo puede rubricar la joven de 28 años Yadira González González, paciente con VIH y tres sanas criaturas. Sabe que ella, Maikol (7 años), Virgen (3) y Diosberto (1), se alimentan allí, por ahora, sin pagar un centavo. No pocas manos han tocado su puerta para pre-ocuparse.

De igual forma, Germán Agüeida Meneses, de 79 años, tiene qué contarnos. Reside en uno de los “albergues del Contingente”, dos edificaciones amplias y próximas a la panadería-dulcería, “divididas” como en ocho habitaciones.

El abuelo recibe 1540.00 pesos de chequera, para gastárselos en el comedor del SAF. En su existencia “se enmallan” necesidades y vicios, a las que el Gobierno no ha dado la espalda, tanto que tiene el compromiso de mejorar los “albergues” para esas personas.

La vida se ha encarecido en todos los rincones, razón por la que, de nueve censados hace cinco meses, hoy suman 16. De ellos, tres son menores de edad (los hijos de Yadira), nueve tienen más de 60 años, dos con discapacidad mental y dos encamados.

Se les ofertan alrededor de cinco platos, en almuerzo y comida, sin excederse de los 26.00 pesos en total. Loables son las donaciones de productores locales, aunque debiera pensarse en fomentar allí la siembra de frutas, hortalizas y vegetales, algo que no se encuentra.

Osmani Carbonell Palmero, el cocinero, con 16 años en ese quehacer, disfruta hoy del gas licuado, el carbón y la cocina eléctrica. Cómodos todos en una obra de mampostería, con mesas, sillas, techo de cinc y piso nuevos, aunque lo habitual es que los comensales se lleven a casa los alimentos.

Sin embargo, no se ha acabado el baño ni la fosa, no posee una cerca que delimite la edificación, faltan herramientas en la cocina, hay déficit de vasos y vajilla, y el estado de la nevera no es bueno. A eso se suma mejorar la estética, que va desde reparar o sustituir la tablilla hasta adornar el local, que también le aporta a la calidad.

Seguimos a pie hasta el recién construido ranchón, aledaño al establecimiento gastronómico El Coppelita, de Tercera Categoría, perteneciente (como el SAF) a la Unidad Empresarial de Base (UEB) La Época. Su dependiente, Rafael González Domínguez, fríe las croquetas, que bien se venden, pero son la única oferta.

Ranchón

Se suma al andar Ernesto Chaviano Rubido, director de la UEB, quien espera poner el lugar en función de las distintas edades. No obstante, cambiar el piso, techo, hacer un portal, un mostrador… y levantar un centro recreativo —aunque todavía sin iluminación—, debe ser compensado con levantar, a su vez, las ofertas gastronómicas.

Unos pasos adelante, Rigoberto Meneses González insiste en que “se sigue trabajando”. Vemos, pues, una lenta remodelación de la pista de Limones, la que tiene que ser siempre tribuna para los lugareños. Ese espacio céntrico desentona entre sus rejuvenecidos alrededores.

Pista de Limones Palmero

Más allá, Lixi Abrahantes Pérez nos espera en el mostrador de la tienda de productos industriales El Ciclón. Desde hace 18 días, porque ella reinauguró ese punto, tiene a sus espaldas mochilas, zapatos, productos de higiene y limpieza del hogar, toallas, un juego de comedor... Aunque no tiene iluminación ni cortinas ni enchufes para, al menos, conectar un ventilador. Otra vez, los detalles.

Corresponde a la UEB, que tiene también a su encargo las bodegas de Las Trozas, Limones Palmero y Derramadero, seguir trayendo a la comunidad lo que se pueda, como el yogur y los jugos, “zapateando” duro en favor de los ansiosos habitantes. Incluso, poder ofrecer facilidades de pago en la tienda El Ciclón.

Hasta la panadería-dulcería no paramos. Ismael Álvarez Lorenzo, su administrador, describe cómo se protegen los 16 panes de las personas del SAF, único compromiso en pie con organismos locales, en los que se utiliza solo un cinco por ciento de harina de yuca. “Garantizamos, además, los 1720 panes del Consejo Popular, con harina nacional y levadura nacional e importada”.

Se cambió la puerta de entrada, enchapó la meseta, arregló la taquilla de venta, azulejó el frente del horno y pintaron las paredes. Significativo, se instaló una revolvedora-sobadora moderna. “No nos golpean los apagones, porque coordinamos el trabajo”.

Rigoberto Meneses González

En lo que alargamos el recorrido, rumbo a la tienda panamericana El Limonero, de la corporación Cimex, Rigoberto informa que Limones posee 83 casas sin libreta de abastecimiento, consumidores que no reciben allí sus cuotas, pero ya se trabaja en eso con la Dirección Municipal de la Vivienda. “Lo que viene a la shopping sí se les da”, aclara.

La mejorada tienda vende, según la planificación, por Comités de Defensa de la Revolución, que incluye un módulo —distribuido mediante mensajería— a los poblados de Las Trozas y Derramadero. Meneses González asegura, y la gente no lo deja mentir, que entra mercancía con bastante frecuencia.

Pared con pared, la unidad de Correos luce puerta y ventanas nuevas. Su joven gestora Mirialis Meneses Aquino, con ocho años ahí, muestra con gusto un equipo recién entregado que permite automatizar el proceso de admisión y expedición de giros, prestación que hoy es al momento, pero antes la hacía ir a Majagua dos veces en la semana.

Correo

Desde la shopping distinguimos uno de los dos consultorios de la comunidad, el No. 28, con el doctor Juan Miguel Elías Cantillo y la enfermera Arisney Villasol González al frente. En el 27, habíamos conversado con la doctora Dayana Díaz Pérez y la enfermera Mariela Unzué Orellanes. Los cuatro atienden a más de 1200 pacientes, que son muy bien estudiados.

La farmacia va a la zaga. Su administradora, dependiente y hasta auxiliar de limpieza, Alisneixys Carmenate Batista, recuerda que los fármacos llegan cada 15 días y se reparten entre cuatro consultorios, sumando los de Las Trozas y Derramadero.

Hace cuatro meses no entran antibióticos orales, donde los trabajadores se exponen a riesgos y la población está enferma y envejecida. Con los tarjetones no sucede igual, pero son muchos los necesitados. Imaginemos lo complejo de compartir entre 8 y 15 medicamentos, en pocas cantidades, cada dos semanas.

Con los datos a la mano, Rigoberto cita los casos de dos pacientes con hemodiálisis, que tres veces en la semana van en taxis a recibir su tratamiento en el Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola; 19 enfermos de cáncer, 79 diabéticos, 3 postrados, 3 pacientes con infecciones de transmisión sexual y 71 hipertensos.

Otro desafío es continuar mejorando tramos de los 18 kilómetros de línea férrea que unen a las comunidades de Limones Palmero y Orlando González, pues en apuros han puesto a los viajeros y la tripulación las cuatro caídas del tren, desde que reiniciara el recorrido el pasado mes de marzo, luego de seis años con ese pedazo de ramal anulado y meses inmerso en una millonaria rehabilitación.

Un diagnóstico hecho por la Asamblea Municipal del Poder Popular en Majagua, del que salió una veintena de acciones para la atención a Limones Palmero como vulnerable, reveló la insuficiente participación popular para resolver los problemas de la comunidad. Sin obviar esas mejoras constructivas y de recursos, en manos de “padrinos” de numerosos sectores, todavía pueden los de allí ser mejores “ahijados”.

Preguntémosle qué se siente al albañil Oscar Fernández Castillo, que trabajó en varias obras de ¡su comunidad! sin cobrar un peso, y a la vecina Aida Unzué Carbonell, que cocinó de su comida para muchos de los implicados en las transformaciones. Por Limones Palmero… todos los días.

Hoy el río Guamajales me permitió llegar hasta el Consejo Popular de Limones Palmero, a 50 kilómetros de la ciudad de...

Posted by José Alemán Mesa on Thursday, June 9, 2022

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