El profe Reynaldo conoció a Pedro en una primaria del municipio habanero de Boyeros y supo desde entonces que a este le sobraban condiciones para ser basquetbolista.
Reynaldo le dijo a Pedro que cuando terminaran las clases fuera a entrenar. Pedro se rehusaba sin probar, sin un porqué. Al escuchar el timbre de las 4:20 de la tarde decidía escapar por detrás de la escuela por tal de no ver un balón anaranjado.
Cazatalentos al fin, Reynaldo Rodríguez insistía. A Pedro no le quedó de otra que contarle a mamá, quizá para encontrar refugio. Mamá recomendó ir, intentarlo, y de no gustarle dejarlo. Pedro hizo caso. “Me enganché...”
Con 12 años regresó a su casa en Ciego de Ávila, con una medalla de plata del torneo internacional Convivio en la maleta, con el orgullo y los deseos de anotar canastas toda su vida. Por eso no dudó en responderle a sus padres que quería continuar.
Pedro rememora que también subió a lo más alto del podio en los ConvivioIngresó en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Marina Samuel Noble, y no le fue fácil hacer equipo por entrar a finales del curso de séptimo grado, propiamente ser el novato, haber mayores. A partir del otro septiembre, nadie le quitó más su puesto titular en el quinteto provincial.
En condición de escolar comenzó a ir de vez en vez a la sala techada, a jugar partidos amistosos con sus “ídolos”: El Papa Haití, William Granda.
En un abrir y cerrar de ojos dejó de verlos tan altos. Eran sus coequiperos a los 16 y 17 años, cuando participaba en torneos nacionales de ascenso y hasta en la mismísima Liga Superior de Baloncesto (LSB) que los Búfalos finalizaron en segundo lugar tras perder cuatro por cero con los Lobos. Así, hizo el grado para la matrícula nacional. “¡Era una locura, cumplir un sueño!”.
Poco tiempo antes, en su segundo año de juvenil, viajó hasta Guantánamo para la competencia de la categoría. Escuchó comentarios de que el mánager de Javier Justiz iba a ver los partidos en pos de fichajes para ligas extranjeras. Oídos sordos. “Había jugadores más grandes, con más chances”.
No lo conoció de vista hasta el partido de la semifinal. Jugó “normal”, como si nadie lo observara. Tampoco fuese que notara ojos encima. Salió con una sonrisa de la cancha por la victoria.
Ciego de Ávila perdió la medalla de oro que celebró Santiago de Cuba. Otra vez el uruguayo en un palco. Solo hablaba con Justiz. Prestaba caso omiso a los encestes, recuerda Pedro Antonio Bombino Parada, quien iba a montar la guagua con el propio rostro de la frustración.
El padre de un amigo habanero lo llamó porque lo buscaba el segundo entrenador, la comisionada Dalia Henry y el “tipo del que tanto hablaban”. “Soy Claudio Pereira. Voy a depositar mi confianza en ti, me gusta tu juego. Quiero incorporarte a un equipo en Argentina para que te vayas desarrollando, me dijo”. La voz interna de Pedro: “¡Guau!”, mas no fue capaz de exteriorizar nada. Nunca después de una derrota sintió tanta alegría.
Pasó un año. Continuaba en Cuba. Comentarios de la índole de “te engañaron” le rondaban. Pedro bajaba la mirada. Disputó otro campeonato juvenil. Fue el mejor pívot, pero otra vez el quinteto quedó a un paso del título.
El servicio militar llegó junto a la desesperanza. “De ahí nadie te saca”, seguían. Quince días vistió de verde. La mamá llamó a la unidad para informarle que la salida sería pronto. “No sabía cómo explicarles a los superiores”, cuenta con semblante sonriente, aunque no pueda imitar la alegría de aquel momento. Tuvo que terminar la previa. La mamá estaba en comunicación con los directivos del baloncesto presentes en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.
Detrás de los éxitos y fracasos de Pedro está su mamá, con gozo inmenso u ofreciendo su hombro
Más flaco de lo común entrenó unos días con Los Búfalos y asistió a los primeros enfrentamientos del clasificatorio a la LSB en Camagüey. Vía terrestre hasta La Habana. Avión destino Argentina.
La brújula señalaba que su nueva ciudad era la sureña Comodoro Rivadavia. La camiseta del Gimnasia y Esgrima Sub-23 lo representaba. La aplicación del clima en el móvil indicaba a veces una temperatura bajo cero. En la mesa no servían comida de mamá. No podía abrazarla, tampoco a papá o a los hermanos. Insuficientes las videollamadas. Extrañaba. Mucho.
Escuchaba reguetón cubano ―hace énfasis en “cubano”― para no olvidar ni un tantito de dónde viene, aunque el acento sí le cambia un poco y repite “muletillas argentinas” como “¿viste?”. Con posibilidades de ver el mejor béisbol del mundo, prefería seguir los duelos entre los Tigres de Ciego de Ávila y los Leones de La Habana, la Serie Nacional en general.
Asistencia de Jonatan Treise para la definición del juvenil cubano Pedro Bombino#LaLiga 🏀 El broche de oro para cerrar un gran juego: asistencia de Jonatan Treise para la definición del juvenil cubano Pedro Bombino y el aplauso de todo el público presente. 🇦🇷🇨🇺 Fue victoria del "Verde" 103-68 sobre Platense. #VamosGimnasia 💪🏼 (🎥 @micamonk)
Posted by Gimnasia Y Esgrima De Comodoro Rivadavia on Friday, December 13, 2019
Una suerte tremenda fue encontrar en defensa de los mismos colores al espirituano ―digo, “hermano”― Yoanki Mencía, uno de sus primeros guías en el deporte profesional. “No sé cómo agradecerle por tanto”.
Al poco tiempo de estadía, el coronavirus dijo presente. Los extranjeros regresaron a sus países. En noviembre de 2020, el baloncesto argentino empezó a recuperar terreno perdido. Los equipos juveniles no jugarían por regazos de la pandemia. El Gimnasia y Esgrima lo cedió al Colón, de la liga B.
“Perder, a veces, es ganar”. Para empezar, la ciudad de Santa Fe es cálida. Un hálito del archipiélago. Ser titular y, por ende, tener bastantes minutos de juego eran los propósitos. De todas formas, es una competencia fuerte porque los jugadores buscan números para poder subir y los clubes también. Colón llegó a la postemporada. No avanzó.
El boleto al primer nivel lo adquirió un contrincante del patio, el de los clásicos de Santa Fe, el enemigo de enemigos de Colón. El avileño firmó una temporada de lujo y un contrato de cesión para Unión. Los ataques por las redes sociales lo calificaban de “traidor” y otro montón de adjetivos negativos.
Incluso así decidió un día visitar la sala donde tantas veces lo auparon, donde el público solo le gritaba amor. Quiso ir a ver a sus anteriores “amigos” en acción. La entrada fue una despedida. Un directivo de la entidad lo interceptó: “¿Qué haces aquí? No puedes estar”. Pedro Bombino salió sin creérselo. Atónito. “Me destruyó”.
Cuando llegó a Unión los que vestían un uniforme con igual escudo también lo miraban con recelo, como diciendo: “él era rival”. Sin embargo, “una de las razones por las que acepto es porque era un equipo muy joven, chicos prácticamente de mi edad y dos o tres de experiencia, por eso no me costó colarme en el grupo”.
Inició la temporada con alto rendimiento y tiempo de sobra en la cancha. Poco a poco empezó a ocupar un espacio prolongado en la banca. Nunca supo el porqué de la paradoja. “Igual, cumplimos el objetivo, aunque tuvimos que esperar a ganar el último partido”.
#LigaNacional 🏀
— Unión de Sta Fe básquet (@unionsfbasquet) July 27, 2022
¡Pedro Bombino 🇨🇺 seguirá siendo tatengue!
🇦🇹 Unión adquirió el pase del cubano que será jugador Rojiblanco por las próximas tres temporadas.
En nuestra Institución suma 37 partidos y 228 puntos.
¡Vamos, Pedro! 💪 pic.twitter.com/rRqyI7fxp7
“Hubo un intermedio en el que participé con la selección de Cuba en la ventana mundialista y me fue bien”. Reacciona con un “¡guau!” cuando hace referencia a la oportunidad que tuvo de compartir vestuario y tiempo de juego con Jasiel Rivero a los 21 años.
“Conocí a Papi en La Habana y él tenía unos 16 años y ya era sorprendente lo que sabía hacer, ¿viste? Ahora veo que, con esfuerzo, sacrificio podemos llegar, por qué no. Como Jasiel Rivero todos queremos ser. Es el camino a seguir”. Conecta sus palabras con sus sueños de fichar por un conjunto español o de otro país europeo.
La NBA para los cubanos es un tema tabú; pero Bombino afirma que la negativa “no es por calidad” y, por supuesto, atestigua que lo más grande para cualquier basquetbolista sería probarse al máximo nivel.
El fanático de Durant, LeBron y Curry continúa con letras esperanzadoras para los seguidores del equipo de las cuatro letras. “No es un secreto que el básquet nacional con todas las puertas abiertas al profesionalismo sube. No nos podemos apurar. Es un proceso que demora; pero dentro de dos o tres años Cuba va a ser top en el área. Confianza, que hay material, jóvenes con mucho talento”.
En retrospectiva, cual organizador que detiene su paso para que los gigantes de 2.06 metros avancen a la delantera, reciban y hundan la pelota a lo Pedro Bombino, la historia vuelve a cuando finalizó con Unión.
“Me llamó mi agente para que jugara en El Salvador. Si bien no es una liga reconocida, me iba a ayudar a acabar bien. Lo vi así. Tenía la autoestima baja”. Su equipo, Metapán BC, mismo del villaclareño Yoel Cubillas, eliminó en cuartos de final al del artemiseño Osmel Oliva.
En semis, enfrentó a Santa Tecla BC, “uno de los equipos más ganadores, más caros, de mejores extranjeros”, y terminó con una victoria cerrada (3x2) y un desgarro en uno de los muslos por la sobrecarga, su agresividad en busca de rebotes, los rápidos contraataques y las malas condiciones de los tabloncillos.
Ni los médicos fueron capaces de detener a "Aerolíneas Bombino". No importaba que hubiese que darle calor y corriente antes de los partidos. “Me trajeron para ganar, no puedo dejarlos ahora”. No sería justo decir que el esfuerzo fue en vano, pero los Jaguares perdieron en el último partido.
De vuelta a casa, “la ilusión de disputar la final con Los Búfalos (contra Sancti Spíritus) era grandísima”, mas “Ciego de Ávila era de lejos el favorito y decidí no participar para no retocar la lesión porque a finales de mes tenía un evento internacional, ¿viste?”.
El resultado de Cuba en el básquet 3x3 de los Juegos del Caribe de Guadalupe 2022 no fue el que esperaban. “Ganar o discutir la final clasificaba a Cuba a los Centroamericanos y del Caribe”. Sin afán de justificaciones comenta que no conocía mucho de la modalidad ni había entrenado con los compañeros de equipo, “todo nuevo para mí”.
Pedro no deja de driblar balones, por eso en sus estados de WhatsApp invita a sus contactos a jugar callejero. Bombino y el baloncesto son imanes. Prende la tele para ver Garra, filme de Netflix en el que el deporte ráfaga es protagonista.
“Transmite un mensaje excelente. Era un jugador que tenía muchas deficiencias personales, que agachaba la cabeza. Sus problemas de carácter lo afectaban en la cancha y la vida. El entrenador lo guiaba. Los entrenadores muchas veces te dicen las cosas por tu bien y tienes que aprovechar mucho eso”.
Quizás el personaje que interpreta Adam Sandler sea paralelo al difunto Yoanis Zaldivar, que “era un entrenador que pa qué decirte, con muchos reconocimientos. Hablaba muy fuerte a los jugadores. Me ayudó porque yo era muy distraído y me salía de la línea”.
Si la referencia es a profesores, Rogelio del Sol también ¡vale tres! “Me dijo que mi estilo se parecía mucho al de Geoffrey Silvestre y, para mí, ¡vamos, El Gato es lo más grande que había pasado por el básquet cubano! Si me comparan con él hay que trabajar duro”.
Esas palabras Pedro las tatuó en sus camisetas. A partir de entonces, como quien está solo debajo del aro contrario a la espera desesperada de un pase, intenta agarrar el dorsal 9. Y cuando resulta imposible, el 99. Incluso, aunque esté libre el mítico 23 de Michael Jordan que alguna vez lució.
Autor: Carlos León Benguría