Una pelea cubana contra los accidentes de tránsito

En la tarde noche del domingo un accidente de tránsito masivo rompió la tranquilidad en Ciego de Ávila. Estas son las primeras impresiones.

En algún momento del caos una espera que digan que se trata de un simulacro. Ansía que, con cara serena y cierta satisfacción, el director reconozca que ha sido un buen ejercicio. Pero a las 8:00 de la noche del domingo 11 de agosto, en el Hospital Provincial Docente Dr. Antonio Luaces Iraola, de Ciego de Ávila, las caras son de preocupación.

En el kilómetro 454 de la Carretera Central, un ómnibus de la Empresa de Transporte de Sancti Spíritus, con 42 pasajeros a bordo, incluyendo el chofer, se salió de la vía y volcó en la cuneta, mientras la lluvia intensa de esa tarde-noche anegaba la tranquilidad de todos. En ambulancias y autos particulares —cuyos dueños no dudaron en ponerse a disposición de los heridos— comenzaron a llegar al centro asistencial los lesionados del primer accidente masivo de transporte reportado en lo que va de año aquí.

• Conozca otros detalles sobre el accidente.

Los protocolos están escritos, revisados, se practican incluso, mas no hay como la realidad para poner a prueba el más meticuloso plan de contingencia. Si a veces las noticias demoran en llegar, en casos como estos, en los que no hay nada bueno que decir, se esparcen como el polvo.

Solo el sentido de humanidad y una profesionalidad a toda prueba podrían explicar cómo, en medio de una avalancha de personas magulladas y dolientes, urgidas todas, se puede conjurar la ecuanimidad imprescindible para determinar quién necesita primero y quién puede esperar.

accidente El hospital es, en ese minuto, un hormiguero. Yo sé que se usa mucho esa palabra para describir espacios abarrotados de personas que van de un lado a otro sin orden, pero ahora le digo que, a pesar del tumulto, allí todos sabían qué hacer, como en los hormigueros, donde cada cual tiene una misión.

Los médicos que no estaban de guardia llegaron sin ser avisados; las pantristas que salían después de cumplir su turno, regresaron sobre sus pasos y fungieron como camilleras; una doctora sin su blanquísima bata se puso los guantes en un santiamén y socorrió sobre la camilla a un herido, sin importar que se manchara su ropa. “Yo soy doctora”, decía.

Otra, vestida con esa suerte de piyama de florecitas con que, presumo, apaciguan el ánimo de los enfermos que le temen al verde cirugía, pedía sin estridencias más bisturís y guantes y gasas. “Tienes que estar calmada, recibiste muchos golpes, siéntate por favor”, trataba de sosegar a una joven cuyo padre se defendía de la muerte en la unidad de Emergencias. “Yo no quería que él viniera, yo no quería que él viniera”, repetía la muchacha desconsolada.

A la medianoche todo volvió a una calma aparente. Cada lesionado había sido diagnosticado y puesto bajo tratamiento. Dos personas, una adulta y un menor, fueron derivados hacia el Hospital Provincial Roberto Rodríguez, de Morón, por la naturaleza de sus lesiones. Otros dos adultos estaban reportados de gravedad.

Las autoridades de Salud, Gobierno y Partido consolidaban los datos, tomaban decisiones, indicaban preparar merienda, té, informar a los familiares que, con todo y la lejanía, llegaban despavoridos, ponerse en lugar de las víctimas y comprender su angustia, su desesperación.

Cuando la tensión inicial cedió, las auxiliares de limpieza borraron del piso de granito cualquier vestigio de calamidad, aunque adentro de las salas continuaba esta otra pelea cubana contra los accidentes de tránsito.

Un rato más tarde, reabrieron las puertas del Cuerpo de Guardia y la noche respiró profundo; en unas horas volvería a amanecer.

#ActualizaciónAccidente El ómnibus procedía de Cayo Guillermo con destino a #Cabaiguan y se salió de la vía en el...

Posted by Periódico Invasor on Sunday, August 11, 2019