Una escuela en tres tiempos

Gisela sigue siendo la secretaria porque en esa escuela no existe un archivo. Hay murales, sitiales y una biblioteca que atesora algo de historia, pero es Gisela Arbelo Ascenso la mujer que lo retiene todo… en su memoria. Sin cursos de bibliotecología ni el orden de una ficha técnica salida de un gavetero, ella sigue siendo “apenas” la secretaria de todos los directores que ha tenido la Escuela Provincial del Partido Mártires de Bolivia en Ciego de Ávila.

giselaGisela, la veterana secretaria de la escuela, mira a la cámara en presente, pero en sus piernas reposa el pasadoCasi 40 años de su vida que se ojean en un álbum de fotos que ella va nombrando mientras pasa, literalmente, las páginas de la historia. En ellas aparece hasta Censé, el hombre que trabajaba en el huerto y luego hizo guardia en la puerta y luego hizo de todo, pero nunca se fue de allí. Murió y sigue allí, en fotos.

Están los fundadores, muchos de saco y corbata y pelos meticulosos por la brillantina o casi calvos disimulando la escasez del cuero cabelludo con pelos que van de una sien a la otra, pero solo pertenecen a una. Y mujeres de faldas siempre largas, por debajo de las rodillas.

Aparecen los profesores que son joyas de la Pedagogía y los que tienen condecoraciones, medallas y órdenes… y el recién llegado necesita procesar tanto mérito, sin poder distinguir del todo quién fue más relevante, si Francisco Corrales, Wilfredo Rodríguez, Everardo Loyola, Jorge Cruz… Si un profesor de Historia, de Filosofía o de Economía. Si Julio Fontaine, que la dirigió más tiempo que nadie, o Eduardo Díaz, que la lidera ahora…

Si nos detenemos en los del pasado, los del presente o, incluso, en los del futuro. Tres tiempos de una escuela de la que no podría hablarse excluyendo ni ponderando ningún tiempo verbal. Porque está su pasado, no solo en la memoria de Gisela, sino en la formación de dirigentes, líderes, empresarios, doctores…. Está el presente en voz de Caridad Álvarez, Lázara González y Laura Torres, que hablan de diplomados, disciplinas, maestrías y anécdotas. Y están las proyecciones y los desafíos de una escuela que se revoluciona con la misma Revolución que le dio origen. En forma y contenido.

Allí ha cambiado desde el techo de guano que un día tuvieron hasta las clases de Economía Política, atemperadas a los últimos cambios en nuestro sistema. Solo los profesores parecen de larga data y acumulan décadas y décadas.

Lázara González, la vicedirectora docente, lo reafirma con su presencia y Caridad Álvarez, la vicedirectora de Trabajo Científico, le saca ventajas. Con menos tiempo aparece Laura Torres, la metodóloga que atiende las escuelas municipales y ni así se queda “corta” en su experiencia.

 lazara y lauraLázara (a la izquierda) y Laura ultimando detalles en el receso. No descansan

Entre las tres podrían dictar cátedra de cómo las disciplinas se cruzan para lograr una formación integral y cómo los cursantes aprenden de Relaciones Internacionales, Dirección política de la sociedad, Historia, Filosofía, Economía… sin que otros temas dejen de sumarse al programa de enseñanza de cursos y diplomados que se preparan, también, por necesidades específicas de los interesados.

Sin embargo, para hablar de ciertas memorias tienen que acudir irremediables a Gisela, la secretaria que todo lo sabe y lo recuerda… o lo guarda. La mujer del archivo (que dicen no existe) que saca una carta “debajo de la manga” y muestra el agradecimiento de un graduado. Ni siquiera elegimos el de un Primer Secretario del Partido que fuera alumno de la institución avileña en su etapa juvenil o en su militancia comunista, camino a la Escuela Superior del Partido, la Ñico López. No.

Gisela saca una carta de un tal Amaury Álvarez González, quien la enviara hace algunos años desde Quiché, Guatemala. Elige a uno de tantos que pudieran ahora mismo expresar su deuda con un tipo de enseñanza que justo este 2 de diciembre cumple 60 años, aunque la escuela provincial avileña “apenas” celebró 44 este septiembre.

En ella, Amaury, un doctor de Majagua, le cuenta a sus maestros la persona que ha sido y es después de haber estado sentado en el aula de esa institución, y después de recorrer la miseria guatemalteca.

"qué diferente es la realidad en mi patria
y se despierta más humano
más médico, más hombre
más revolucionario
sonriente toma su mochila
satisfecho del deber cumplido,
pero añorando su regreso".

Pegado al verso final plasma su dedicatoria: “A la escuela, o sea, a su claustro: Le dedico este poema de mi propia inspiración, no soy poeta, disculpen la técnica literaria, lo más importante, pienso yo, es el mensaje.”

lazaraLázara González, en uno de los sitios que identifican a la escuela