“Me reconforta que tantos años dedicados a la educación son reconocidos”, confiesa en Morón Romelia Ruiz Tomás, la más experimentada profesora de la Escuela Pedagógica Rafael Morales
Amanda No es difícil entender a la niña que fue Romelia Ruiz Tomás cuando quería ser maestra, porque en aquellos tiempos los maestros eran de los pocos profesionales prestigiosos que había en Cuba.
Ella quería andar en tacones todo el día, y tener tres meses de vacaciones al año, cuando, en plenos años ´50, andaba de aquí para allá. Su familia venía de Oriente en tiempo de zafra, y regresaba en los meses de recoger café. Hasta que el enero de 1959 los sorprendió aquí.
• Lea en Invasor la historia de una compañera de Romelia.
Se estuvo quieta por poco tiempo. Al terminar octavo grado salió disparada para Charco Hondo, en Marroquí, a alfabetizar a siete guajiros, entre ellos un niño y "un sirio que lo escribía todo al revés".
Ya a esas alturas se le habían olvidado los tacones. Cuando terminó la Campaña, y la multitud preguntó a Fidel qué más hacer, el respondió que estudiar. Y así fue.
En La Habana se quedó soñando con ser enfermera. Hasta que tomó consciencia sobre la situación de la educación cubana, precisamente porque las maestras entaconadas no alcanzaban, o no estaban dispuestas a enseñar en los campos y los barrios pobres.
Así que a solo tres meses de carrera se decantó por el magisterio, que estudió sobre la ruta de Minas del Frío-Topes de Collantes-Tarará, donde se graduó bajo el prestigio que tenía en la época el Instituto Pedagógico Makarenko.
• La formación pedagógica en Cuba.
En tacones no hubiera podido seguir el ritmo, porque una vez graduada la ubicaron en la Isla de la Juventud, desde donde logró "permutar" para la escuela militar Camilo Cienfuegos, de Camagüey, más cerca de casa. Con los años de trabajo en Morón, ya suma 53.
"Estoy aquí (Escuela Pedagógica Rafael Morales) desde 1980. Soy la más vieja, en edad, en experiencia y en tiempo de trabajo en esta institución. Me reconforta que tantos años dedicados a la educación son reconocidos. Tengo la medalla de la educación cubana Rafael María de Mendive."
• En Ciego de Ávila el magisterio puede ser también una pasión familiar.
Matemáticas y Didáctica es lo que ha enseñado en medio siglo. Nada fácil cuando toca frente a un aula de adolescentes. Ella dice que no tanto.
"Lo primero es que yo les inspiro mucho respeto, y eso ayuda. Pero lo más importante es que me gano el cariño de mis estudiantes, y eso lo veo ahora en Facebook, por ejemplo. Porque los que fueron alumnos míos me escriben, me recuerdan."
A los 75 años, 10 años después de jubilarse, Romelia no sabe estarse quieta. Dice que los meses de la pandemia, que ha pasado en la casa, han sido "mortales". Que no sabe qué hará el día que definitivamente no pueda venir al aula.
Los tacones de Romelia son bajos, como de tres centímetros. Porque sí, anda en tacones. Camina los pasillos segura, reconciliada con la niña que debe llevar dentro, feliz. Satisfecha de haber andado toda Cuba por una sola vocación, de haber llevado a la par deseo y compromiso, deber y sueños. Parece un buen secreto para ser feliz.