A dos años del azote del Huracán Irma, Ciego de Ávila ha recuperado el 91 por ciento de las viviendas dañadas. En las pendientes la cifra más compleja corresponde a los derrumbes totales
Hace dos años y unos días, un remolino de vientos categoría Cuatro, con nombre de madre o abuela, revolcó el sosiego de este país. Le entró por entre las costillas al norte de Ciego de Ávila y fue tan poderoso el golpe que, hasta en el Sur, el mar mordió la orilla con una saña desconocida. Fue la madrugada más larga y oscura de que se tengan noticias.
Aunque ahora, con el sol tibio y vacilante de noviembre, todavía a más de 2800 de las familias damnificadas en Ciego de Ávila no les vuelve el alma al cuerpo, el 91,04 por ciento de las viviendas destruidas por Irma ya están en pie, acaso el mejor conjuro contra los huracanes por venir.
Desde la última vez que miramos los números (12 meses atrás), 8649 casos pasaron de la casilla de Pendientes a Recuperados —lo cual sitúa a la provincia entre las de mejores resultados entre los territorios afectados—, en un esfuerzo más sencillo de enunciar que de explicar, si recordamos, además, que al amanecer del 9 de septiembre de 2017 los escombros parciales o totales de 31 540 viviendas estaban en el suelo.
La velocidad con que se actualizan las estadísticas, ya lo había dicho Invasor, en 2018, es relativa. A los 28 714 expedientes contabilizados como resueltos al cierre de octubre pasado, aun cuando dos años no pasaran volando, el temporal de septiembre no les aguó la tranquilidad. Mas, al cierre del décimo mes del año quedaban 2826 a la espera (de ellos 2592 derrumbes totales), una espera larga que ningún banco de la paciencia podría acortar.
En lo que va de año, los recursos básicos como acero y cubierta han mantenido estabilidad en las tiendas, no así los elementos de terminación, dígase marquetería, enchape y loza sanitaria. Foto: Alejandro García
Aramís Hernández Rodríguez, vicepresidente del Consejo de la Administración provincial, sabe que, ante la urgencia, los argumentos languidecen, pero explica que desde el primer momento se previó, en el nivel nacional, un período de cuatro años para la recuperación, pues los daños fueron enormes. Ciego de Ávila no se ha salido de esos límites.
El pasado 2 de octubre las máximas autoridades del país revisaron el desarrollo del programa de viviendas, en un encuentro de trabajo con todos los territorios y directivos de los principales organismos encargados del aseguramiento de esta actividad, y el nuestro no figuró entre los territorios con más atrasos.
• Lea aquí lo trascendido en la reunión de trabajo del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros sobre el Programa de la Vivienda.
Por su complejidad, los derrumbes totales muestran hoy los escenarios más complejos, sobre todo en los cuatro municipios con mayores afectaciones. Ni en Chambas, Morón, Bolivia ni en Ciego de Ávila se alcanza, siquiera, el 40 por ciento de recuperación. El dato se escribe y lee fácil; lo difícil es ponerle un nombre y un rostro a cada número para no olvidar que sí, son casas destruidas, pero casas donde vivía gente.
De acuerdo con el informe del Programa de la Vivienda correspondiente a octubre último, el nueve por ciento que le resta a la provincia demandará un esfuerzo igual o mayor, pues se trata, en su totalidad, de viviendas a construir desde los cimientos. 2592 derrumbes que, al ritmo mostrado hasta aquí, necesitarían aún dos años para su terminación.
Chambas es el municipio que más derrumbes totales ha recuperado (609), pero también el que más casos pendientes tiene (952)
Y aunque en algún momento los recursos no llegaron en las cantidades solicitadas, el principal obstáculo para techar bien y con prontitud las esperanzas de tanta gente sigue siendo la organización del proceso, la agilidad en los trámites y la atención diferenciada a cada caso.
“Hay que pensar en los niños que todavía están junto a sus familias viviendo en facilidades temporales, respirando el olor de las tejas de fibroasfalto”, decía en abril de 2018 Raúl Pérez Carmenate, presidente de la Asamblea provincial del Poder Popular, poniendo en el centro el verdadero drama. Ahora que, de vez en cuando, un aguacero empapa el sosiego de tantos, urge mantener en la memoria el olor a viejo y rancio de la humedad, recordatorio de todos los que miran al cielo y esperan que no llueva.
Quedan esperanzas por techar por Sayli Sosa