No solo el personal de Salud salva en Ciego de Ávila

Personas de diversos sectores en la sociedad cubana han dado pasos claves y arriesgados para contrarrestar los efectos de la Covid-19. Sin ellos sería imposible el funcionamiento adecuado de los centros de aislamiento.

Hace apenas un mes, sonrisas y travesuras combinadas con amores y estudios, reinaban en las aulas del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Cándido González Morales, de Ciego de Ávila.

Conocida popularmente como Ceballos 6, la escuela cambió de modo abrupto su esencia poco después de la llegada a Cuba de la Covid-19 , enfermedad que pretende adueñarse del mundo con una secuela nefasta que intentamos reducir.

Pronto se determinó el retorno de los alumnos a sus hogares, aunque ello no implicaba receso en el colectivo de trabajadores, sino un nuevo reto, con el altruismo sembrado en el pecho de quienes lo asumen.

“Desde el 28 de marzo funcionamos como centro de aislamiento de personas que han tenido contacto con casos positivos de Covid-19”, afirma Enrique Lazo Martínez, director del centro.

A partir de esa fecha y hasta mediados de esta semana alojaron en la instalación a 235 personas, de las cuales cuatro resultaron portadores de la Covid-19.

Con la apertura de centros para igual propósito en otros municipios afectados, más el término del plazo establecido para los contactos que resultaron negativos, al momento de nuestra visita el número de aislados se redujo a 62.

Salvadores de rostros cubiertos

Un grupo de 24 personas, que no forman parte del equipo de salud que allí funciona, asume faenas imprescindibles en el aseguramiento de los procesos vitales en el centro.

Centro de AislamientoJulio realiza la limpieza del carrito destinado a llevar alimentos a las personas aisladas

Julio Antonio Lima Diez resulta uno de los más activos, y no precisamente por su oficio: “Soy el electricista, pero ayudo en todo, por ejemplo, la fumigación de nuestras áreas, llevo el almuerzo, las meriendas y la comida a los aislados y desinfesto el carrito de los alimentos y sus depósitos”.

“Nunca pensé que iba a estar en una situación así, pero hay que echar pa´lante. Inicialmente pasé 12 días consecutivos sin ir a la casa, fui el día de mi cumpleaños con todo el protocolo establecido, y ya estoy de vuelta”, afirma el trabajador y acto seguido se despide para buscar cloro y prepararlo cuanto antes.

Lo curioso de estos diálogos resulta que se producen a la distancia establecida de más de un metro, de frente, pero sin vernos los rostros. Así fue el breve intercambio con la auxiliar de limpieza Aidee Cárdenas Rodríguez.

“Llevo seis meses de trabajo en la escuela y vivo en Ceballos. Limpiar en estos días implica riesgos para mi familia y para mí, pero si me necesitan aquí estaré. Claro, siempre cumpliendo las medidas de higiene, limpiamos con la proporción establecida de cloro, usamos guantes, nasobucos, llevamos el pelo recogido, nos lavamos continuamente las manos y nos mantenemos en el área de trabajo asignada”, afirmó la menuda mujer mientras deslizaba su vista por el brilloso pasillo central.

Centro de aislamientoLas áreas de la escuela brillan por la limpieza

Silencio contra falso optimismo

Permanecer en un centro de aislamiento implica enseñanzas continuas y más para quienes esperan el resultado de exámenes que determinen la presencia o no del virus en sus cuerpos.

Algunos testigos recuerdan que a inicios de esta semana varios de los allí distanciados disfrutaron de cierta euforia colectiva y fueron llamados a la calma. En la jornada siguiente llegaron resultados de las pruebas. Uno de los allí presentes resultó positivo, y tras el hecho, la preocupación ganó espacio en su pugna contra el falso optimismo.

El silencio se adueñó del lugar. Así lo ratifican Rudy Ramírez Suárez, subdirector de la Empresa Provincial de Cine, y Reward Quintero Alonso, metodólogo de Historia, quienes ahora ejercen faenas muy diferentes a las de sus ámbitos laborales.

Centro de aislamientoRudy y Reward reciben al personal de salud. De ahí parten a otras funciones en la zona de mayor peligro

Justo en la primera planta del edificio de los albergues, ambos profesionales le dan la bienvenida al personal de salud que se incorpora en la mañana, y explican, con tono alto de la voz por la distancia con respecto a nosotros, que les ha tocado el apoyo en la limpieza, la recogida de desechos sólidos y servir los alimentos al personal que se mantiene aislado.

En esa primera línea, junto a los especialistas de las batas blancas y verdes, dan su aporte en función del bienestar del prójimo, una actitud que asumieron con anterioridad José Alberto Embí Morales, Cocó, y Marcelino José Osorio Moreno, figuras de rostros enmascarados y corazones abiertos.

Miles de avileños, en diversos frentes, han mostrado en estos días la estirpe heroica que otros compatriotas expusieron en jornadas similares del año 1961, cuando la patria se batía bajo la metralla imperialista en Playa Girón. Hoy las condiciones difieren al punto de que el enemigo no tiene rostro y obliga a que ocultemos el nuestro.

No obstante, llegará el día en el que se erradique el mal y los vencedores apartarán de sus caras los nasobucos. Quizás de sus ojos broten lágrimas ante el recuerdo de los fallecidos y los sacrificios ocasionados por la pandemia, pero, me atrevo a avizorar que, por las acciones de hoy, también habrá espacio para una risa adornada con ribetes de heroísmo.