Latir de comunidades en Ciego de Ávila

El papel de los CDR se revitaliza desde las últimas semanas y, aunque no se trate todavía de la mayor implicación colectiva, tampoco es un acontecimiento aislado

Los 74 años no le bastan para permanecer en casa ni siquiera tras contraer la COVID-19 y, por suerte, quedar sin aparentes secuelas a pocos días de ganarle la pelea a la enfermedad. Bernandina Barrabí Cervantes no entiende de encierros o estarse quieta. “Es muy activa, siempre está caminando”, dicen quienes la conocen en calle D, entre Narciso López y Martí, en la capital de la provincia.

En realidad, aquí vive su hija, quien la cuidó mientras el virus hacía estancia en su organismo, y nada de lo anterior le sirve como freno para cruzar la acera y sumarse a las brigadas de apoyo que, desde hace algunas semanas, impulsan el trabajo en las comunidades, aunque sea en un barrio ajeno. No importa el día ni el horario, ahí está Bernandina.

Tampoco le detiene el sol del mediodía para mojar la brocha en la pintura amarilla que desde la Empresa AZCUBA les fue otorgada a la Circunscripción No. 84 del Consejo Popular (CP) Roberto Rivas Fraga, para, entre otros fines, “pasarle la mano” (probablemente dos) a los bancos de la conocida como Calle Ancha, al sur de la ciudad cabecera.

“A estos vecinos no hay que ‘pincharlos’ mucho para que se sumen. Uno empieza y todos salen”, explica Mivian Tocoronte Milián, coordinadora de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en esta Zona, quien también asegura que a los consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia Ocho y 10 solo resta ponerles puertas con sus marcos. “Se les arregló el alumbrado y la cisterna; y la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos nos ha ayudado con las mangueras que necesitamos y con el abasto de agua a estos inmuebles.

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Las faenas aquí no se reducen al sembrado de plantas, recogida de escombros o mantenimientos. La idea es que la comunidad sienta el impacto, la fuerza del trabajo y, más importante aún, que lo que se haga perdure en el tiempo.“Queremos que todo esté listo antes del 28 de septiembre, aniversario 61 de nuestra organización, pero luego seguiremos trabajando porque, por ejemplo, AZCUBA tiene tres viviendas de casos vulnerables que van a reconstruir; y una tienda también”, sostiene Tocoronte Milián.

De ahí que, a pocos días del festejo cederista, el llamado es a lograr un cambio en el entorno a partir del diseño y el desarrollo comunitario con el empleo de recursos gestionados colectivamente.

Porque en Cuba, el reto es lograr que la comunidad sea el escenario más importante de participación popular, donde, a partir de sus potencialidades, encuentren soluciones a sus principales necesidades.

trabajo voluntarioCristianLa edad nunca es un impedimento

Todos aportan

Desde otro CP, el Ángel Alfredo Pérez Rivero, las indicaciones no se hacen esperar para desempolvar sacos, escobas, rastrillos y guatacas. En el CDR Ocho, de la Zona 77, hace tres domingos se cambian las rutinas y el despertar de quienes descansan el fin de semana es ahora más temprano de lo común, justo a la salida del sol.

Como aquí “nadie viene a darle una vuelta a esto”, Rosa Ajete Vázquez, la presidenta hace nueve años, tomó la iniciativa de convocar a sus vecinos en busca de un barrio más limpio, con sus propios recursos. “Lo están diciendo mucho por la televisión y en esta cuadra no hay que esperar a que alguien venga a orientar algo”.

Tantos años al frente de la organización le sirven para no pensar mucho y conocer que representa a 57 viviendas compuestas por 132 cederistas. “Esto lo promovemos la Organizadora y yo, cuando deberían ser siete los que ocupen cargos en el CDR; y nosotras dos hasta realizamos la pesquisa”.

“Déjame llamar al chinito”, dice Rosa al referirse a Julio César Castillo, un joven de 25 años que también se involucra en cada jornada de trabajo voluntario.

“Hago lo que haga falta: lo mismo guataqueo que tiro basura para arriba de un camión. Aquí se hace todo y la verdad es que no hay quejas de los vecinos, el que no participa algún domingo es porque trabaja ese día, pero muy poca gente se queda en su casa porque, a fin de cuentas, esto es un rato por la mañana y es algo que nos beneficia a todos”, detalla el muchacho

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De esta forma, los pobladores se convierten en los principales protagonistas para que una comunidad, un barrio o una cuadra sean no solo un lugar de residencia, sino también el espacio perfecto para compartir y dialogar.

Sin lugar a dudas, el rol de los CDR se revitaliza desde las últimas semanas y, aunque no se trate todavía de la mayor implicación colectiva, tampoco es un acontecimiento aislado, sino fruto de la solidaridad y el espíritu de trabajo colectivo.

Por eso es que muchos saludarán este 28 de septiembre con un barrio más limpio y mejor preparado para continuar el enfrentamiento de epidemias como la COVID-19 o el dengue, y mejorar la vida de todos los vecinos.