Invasor verifica: Ciego de Ávila respira… pero no lo hace aliviada

Ante los rumores de que el hospital avileño se quedó sin oxígeno, Invasor acudió a la institución. Y aunque no pudo acceder a todas las fuentes, adelanta fragmentos del “boca a boca” que le devolvió la “saturación”

Ninguno de los muchachos que comenzó a rodar cilindros a media tarde del martes se siente importante a media mañana del miércoles. Si algo sienten, todavía, son nervios. Nerviosos de saber que acoplaban botellones a la tubería para evitar que la presión cayera. Ganaban tiempo en una operación inversa que no podía entrar en paro.

No hablan en términos de códigos verdes ni rojos… hablan de corre-corre sin darse cuenta de que todos fueron pulmones; vitales a esa hora en que comenzaron a ser los respiradores artificiales del Hospital Provincial Antonio Luaces Iraola, el hospital que, sin esa asistencia, no hubiese podido acostarse a dormir sin asfixiarse.

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Durante el día el tanque de almacenamiento amenazaba con llegar al nivel mínimo porque, una vez más, como tantas en las últimas jornadas, el consumo del Luaces Iraola se había disparado. Rozaba casi los 4 000 litros en 24 horas y el lunes en la noche la paila habanera solo había podido dejarle 2 000. Con lo que quedaba y lo que entró, literalmente, tenían un suspiro. Una bocanada.

Y tenían, también, para suerte de sus pacientes, más posiciones de oxígeno (191), más manómetros, más flumíter, más ventiladores…. Un consumo multiplicado por ocho, sin que los partes cada tres horas pudieran pronosticar otra cosa como no fuera: estamos cayendo.

Entonces comenzaron a levantarlo, sin respiros, de seis en seis. Iban vaciando cada cilindro para devolverlo a la red intrahospitalaria. Abrían seis llaves por un lado, mientras posicionaban otras seis por el otro, listas para el acople de segundos. Iban y medían la presión a las salas y continuaban, sin descanso, Carlos Luis Portela, Jonatan Quiñones y Carlos Julio Camino, tres electromédicos que apenas fueron una parte del numeroso equipo que operó los gases criogénicos durante casi 12 horas.

Pero antes debieron realizar los cálculos que, desde la planta de gases industriales, Invasor pudo corroborar: si 2 000 litros de oxígeno líquido convertidos en gas significaron allí alrededor de 255 cilindros, en el Iraola el consumo de un día (si solo fuera mediante cilindros) rondaría los 500. Solo que los seis que suministraban demoraban media hora en vaciarse, como promedio, estima Danilo Rojas Agramonte, director de la planta avileña.

De modo que, en 12 horas, por ejemplo, el hospital necesitaría unos 255 y solo podría llegarle por vía “endovenosa” 144 (12 cilindros cada hora, multiplicado por 12 horas). No había forma de que el paliativo se sostuviera y, por eso, otra de las medidas fue bajar el consumo mientras se esperaba el auxilio de la planta habanera, que no solo tiene el encargo avileño y trabaja al mínimo de capacidades por una rotura.

Paciente, balón de óxigenoSobre el uso eficiente del oxígeno varias autoridades y especialistas se han pronunciado. Hay que suministrar lo que lleva el paciente. Ni más ni menos

Aunque Invasor no pudo acceder a ninguna fuente médica para explicar el traslado de pacientes en horas de la noche al Hospital de Morón, (que en ese momento tenía mayor reserva), los datos que suministra Rojas Agramonte refieren que, efectivamente, tal operación disminuyó el consumo. En la madrugada de este miércoles ya el Luaces Iraola reportaba 170 litros cada tres horas, mientras que el Roberto Rodríguez informaba 341.

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A la una de la madrugada llegaría la paila habanera y dejaría 3 000 litros en el Luaces Iraola, y hoy en la tarde noche deben entrar gases medicinales a la institución moronense, confiesa el directivo, quien rememora, sin sobresaltos ya, que desde Sancti Spíritus llegaron ayer 30 cilindros; desde Matanzas, 20; desde Santiago, 60; y, encima, fue necesario mover al Luaces Iraola 85 que tenía la planta avileña y 65 que estaban en otras instituciones de la provincia (sin dejarlas desprovistas).

Pues tampoco se trató de “desvestir un santo para vestir otro”. Fuera del Luaces Iraola y del Roberto Rodríguez, el Taller Gases Industriales avileño tiene 513 cilindros, entre policlínicos, salas en municipios y centros asistenciales. En ellos el consumo diario oscila entre 300 y 400 cilindros; así que nunca podía haberse tratado, al menos en teoría, de desconectar a unos para conectar a otros.

Gases medicinalesKatiaEn la planta de gases el movimiento hacia el Iraola también fue, "sin respiros"

• Un reporte desde el Policlínico Centro en la ciudad cabecera pudiera poner en dudas este criterio.

El auxilio desde varios lugares permitió una operación que, en términos de presión y bares, fue exitosa. Si bien no sabemos el estado de todos los pacientes que tuvieron que ser trasladados para ser salvados y no tensar las reservas del Luaces Iraola, fue, sin dudas, una movida anticipada de la que el lunes se tendrían indicios.

El propio Díaz-Canel lo afirmaría: “estamos en el límite de las capacidades que tenemos de infraestructura, de recursos, de medicamentos y de oxígeno. Estamos en el límite de lo que es posible hoy en las condiciones que tiene el país”. Ciego de Ávila acaba de demostrarlo… y ya respira, pero no lo hace aliviada.