Comentan que, antes de acceder a la Unidad Empresarial de Base Central Refinería Ecuador, Jorge Luis Tapia Fonseca, vice primer ministro de la República de Cuba, se detuvo, y quedó observando con satisfacción las condiciones que allí mismo, a la entrada, ha creado el ingenio para cortarle paso al coronavirus y sugirió generalizar la experiencia en otros centrales cubanos.
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Sencilla, la alternativa ha tenido favorable acogida entre quienes todos los días se dirigen al punto creado para lavarse las manos, antes de entrar a la fábrica, a las 6:30 de la mañana, o cuando salen de ella, a igual hora de la tarde.
Tal y como me muestra María Rubio Rodríguez, agente de seguridad y protección, se trata de un tanque ubicado sobre la pequeña cubierta, frente a la garita, desde el cual baja agua hasta un tubo metálico con orificios, para garantizar que el líquido salga por varios lugares a la vez y, por tanto, que más de un obrero pueda lavar sus manos al unísono.
A un costado, dos pomos plásticos, con agujero en la tapa, ofrecen la posibilidad de que todo el mundo se aplique la solución preparada con hipoclorito de sodio.
—¿Has tenido que regañar a alguien por no hacerlo?
“A nadie —afirma María—, no hay ni que indicarlo; cada quien viene, se lava las manos, se las moja con el hipoclorito y continúa, como si lo hubiéramos hecho siempre.”
Después de veinte años al tanto de los más mínimos detalles para que nadie sustraiga o introduzca “ruido” alguno, María confiesa estar consciente y orgullosa de esa nueva encomienda “porque tiene que ver con lo más importante para cualquier ser humano: la vida”.
Ello explica que ni por “casualidad” se le escapa alguien, hacia fuera o hacia dentro de la industria, sin antes lavarse bien las manos.
Valorada por los trabajadores como “muy buena para cuidar la salud del personal y evitar que el coronavirus nos golpee”, la iniciativa se ha extendido a otras áreas como el comedor y la báscula, gracias a la también espontánea cooperación de Liosmely Alemán y otras compañeras que laboran en el pesaje de la gramínea.
Tanto Yuslier Reyes Ríos, jefe de maquinarias, como Ernesto Blanco, director del central, coinciden en que, además, “ha sido muy atinado ofrecer información y orientación acerca de esos temas durante los matutinos y en otros momentos, para que los trabajadores ganen en claridad y en percepción del riesgo”.
Con un paso bastante estable, que ha permitido rescatar de forma progresiva el atraso acumulado tras una arracada tardía, el Ecuador se afinca para cumplir en la primera decena de abril su compromiso productivo con la nación y seguir aportando azúcar, al tiempo que se preocupa y ocupa, con acciones concretas, para que el coronavirus no encuentre el más mínimo espacio dentro de la industria.
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