Justo cuando el sol tropical infunde con mayor intensidad su cósmico fuego, justo durante la Nona litúrgica, mi Ciudad de Los Portales parece un hervidero. No solo la joya arquitectónica del Teatro Principal renace incorruptible de sus casi centenarias cenizas, sino que todo el bulevar renueva su bautismo
Como celdas de un perdido monasterio, cada antaño inmueble, tan ecléctico como sus arcos, alfeizares y cornisas, se revitaliza con el concierto de manos sudorosas, milagrosas, casi mágicas. Y sus corredores parecieran los pasillos públicos de un templo, en el cual se forjan con mucho denudo esperanzas, sueños y anhelos...
Confluencias del hervidero
Público corredor, intenso colorido
Arcos de vetustas edificaciones desafían al tiempo
Mezcla de estilos, mezcla de identidad
Del Levante al Poniente prosigue el hervidero
Vista desde el lateral izquierdo del Teatro Principal
Aún sin terminar, el lunetario del Coliseo es imponente