Gastronomía de Majagua con nueva cara

Cual ave fénix que vuelve a despertar, los complejos gastronómicos Sabor Cubano y La Playita en el municipio de Majagua, apuestan por un cambio de imagen y ensayan nuevas fórmulas en pos de la calidad de sus ofertas para conquistar la preferencia de los clientes que, antaño, los situó entre los más insignes de la gastronomía majagüense.

Justo al costado de la Carretera Central, el antes conocido por los pobladores y viajeros de paso como La ajiaquera, ahora Sabor Cubano, no solo exhibe una denominación diferente sino también una renovada área que sumará nuevos servicios a los que hasta el momento se brindan en la cafetería, el mercado y el restaurante, ubicados todos en el mismo inmueble.

Según Yuniel Álvarez García, administrador del citado complejo, la intención es situar en el naciente espacio, un dispensador de cerveza y una parrillada que, además de garantizar el disfrute de los visitantes, también podrá emplearse por los organismos para efectuar sus actividades recreativas.

Asimismo, el restaurante situado en la planta superior amplió su capacidad para recibir comensales, hoy con 19 mesas más y un reacondicionado local reservado, mientras que en el exterior se prepararon balcones que ofrecen la posibilidad de ser atendido en esta área si el consumidor así lo prefiere.

Las mejorías del lugar se reflejan directamente en la afluencia de público y el ascenso que experimentan las ventas diarias que, refiere Álvarez García, actualmente superan los 19 000 pesos, mientras que en el pasado solo alcanzaban los 5 000.

Más cercano al poblado, el agua ya corre en la popular Playita, no obstante, Melanio Castro, al frente de la unidad gastronómica instalada allí, reza por un par de aguaceros más que le permitan a su centro rescatar la algarabía de los movidos veranos antes de que golpeara la sequía.

En tanto, ultima los detalles de cara al venidero Primero de Mayo pues según dice, “después del desfile los trabajadores vienen a festejar aquí y esto se pone buenísimo”.

Y aunque la furia de los bandos no esté andando, el colectivo de trabajo prefiere mantenerla viva, por eso el restaurante se decora en rojo y azul y se labora con el mismo entusiasmo de la competitiva festividad para mantener estable la oferta ante quienes opten por ellos para pasar un buen rato.