Casi siempre están en el anonimato; aunque no por eso el reconocimiento debe ser menos. La labor de los electromédicos en Ciego de Ávila es esa otra cara menos visible de la salud que garantiza servicios vitales en las instituciones del sector.
No es algo de estos tiempos en los que la COVID-19 puso alarmas para alistar los ventiladores pulmonares y las máquinas de anestesia, previendo un escenario de sobrecarga en las terapias intensivas. El trabajo de la Unidad Presupuestada de Electromedicina se mantiene desde antes en el ámbito avileño y, por supuesto, se mantendrá ahora que ya se habla de recuperación en Cuba.
Claro que la pandemia demandó un esfuerzo extra, los puso en un contexto al que nadie se había expuesto. Denis Rodríguez Reyes, director de ese centro, explica la manera en la que se prepararon para la llegada de la enfermedad al país.
“Se hizo un recorrido por la provincia para conocer las condiciones de los equipos y, a la vez, adelantar el mantenimiento previsto para etapas posteriores. Hoy el coeficiente de disponibilidad supera el 98 por ciento, cifra que se considera alta para el territorio.”
Ese número, que se traduce en garantías asistenciales para los pacientes, Rodríguez Reyes la atribuye a las iniciativas y las inventivas de los trabajadores de la Unidad, sobre todo ante las dificultades para la adquisición de piezas de repuesto.
Justo Luis Pérez Díaz, especialista del área Soporte de vida, añade que las acciones de mantenimiento preventivo fueron esenciales y se continúa la vigilancia para casos de roturas imprevistas. En no pocas ocasiones han tenido que recurrir al uso “de partes iguales con defectos diferentes para unirlas y lograr las reparaciones”.
Aun cuando la atención a la COVID-19 es un tema de primer orden, no se descuidan otras direcciones del trabajo de Electromedicina en Ciego de Ávila, que se dirigen al apoyo de la campaña antivectorial, precisa Rodríguez Reyes. En lo fundamental, esta labor se centra en la sostenibilidad del equipamiento, por ejemplo, de las llamadas bazucas, utilizadas por los operarios para la fumigación, los aspersores y las motomochilas.
Los servicios de hemodiálisis de los hospitales provinciales son, igualmente, prioridades para los electromédicos. Allí también ha llegado el ingenio de quienes se encargan de que actualmente todas las máquinas se encuentren funcionando.
• Invasor se acercó a los resultados del servicio de hemodiálisis en el Hospital Provincial Antonio Luaces Iraola
Oscar Manuel González, Eddy Rodríguez León y Yoandy Pérez de Corcho integran el equipo encargado de mantener activos estos equipos, en medio de las carencias que afectan al sector de la salud.
Tomada del perfil de Facebook de Osvaldo Ivañez GonzálezUn equipo de hemodiálisis en el mercado internacional se valora en unos 64 000 euros
Ellos hablan de proyectos en conjunto con la Empresa Ciegoplast y la Empresa Eléctrica para elaborar piezas que sustituyen importaciones y permiten darle solución, desde lo interno, a los problemas que se presentan y afectan un servicio tan sensible.
De estos, comentan los especialistas, ya se aplican los arreglos a motores que cuestan al país más de 400 euros en el mercado internacional y debían cambiarse con una frecuencia muy corta.
Asimismo, con unas anillas elaboradas en Ciegoplast pudieron crear cámaras de equilibrio a partir del Diasef, material gastable que forma parte de la máquina. Con esta alternativa, las máquinas no se han detenido y no se afectan sus parámetros.
En fase de prueba se encuentra otra de las ideas de este equipo, una más ambiciosa pero que ahorrará significativamente. El propósito es reproducir los cabezales de la bomba que impulsa el líquido dentro de la maquinaria y es una de las piezas que más debe reponerse.
Aunque ya han hecho algunos prototipos, están insatisfechos y, mientras no logren “salirse con las suyas”, no podrán descansar; un descanso que, probablemente sea breve, hasta que otro proyecto les ocupe sus días.