El Moskvitch de El Charro, un sagrado regalo de Fidel

Nolberto Álvarez Pérez no se acuerda de cuánto dinero le ahorraron al país sus inventivas e innovaciones en el sector petrolero, sin embargo, lleva grabado en su memoria el día que le dijeron ser merecedor de un auto, que por estímulo recibió del Comandante en Jefe Fidel Castro.

“Mientras esté vivo seguiré con mi carrito, porque no es solo por lo necesario y cómodo que resulta contar con un vehículo, sino también por el valor sentimental que tiene al ser un regalo del líder de la Revolución”, comenta muy orgulloso este hombre, que reside en Majagua, municipio de Ciego de Ávila.

Desde 1983, Nolberto disfruta su Moskvitch y por el cuidado que le ha dado en todos estos años parece como si estuviera acabado de salir de la fábrica, que, por cierto, cerró en 2002 porque la compañía dueña del negocio en la antigua Unión Soviética (URSS) llegó a la quiebra.

“Nuestro sector depende mucho de piezas de repuesto, que son importadas, motivo por el cual siempre busqué las vías para ahorrarle ese dinero a la economía nacional”, refiere el avileño, quien por cinco años consecutivos fue Vanguardia Nacional del sindicato Químico-Minero-Energético, condición que le permitió participar en el congreso del ramo en dos ocasiones.

“Toda mi vida trabajé como mecánico en la Empresa de Perforación y Extracción de Petróleo de la localidad; llegué a ella con apenas 20 años después de pasar el servicio militar, y ahí me jubilé, más bien por enfermedad y no por la edad.”

El Charro

Los deseos por superarse y ser útil donde más lo demandaban fue motivo para calificarse en todas las categorías de mecánico hasta llegar a la A, la máxima, aval que le dio y da prestigio en su gremio porque cada vez que necesitan de sus conocimientos acuden a él, quien como siempre responde con un sí y vuelve a la entidad, la que considera su segunda casa.

A El Charro, como lo apodó su abuelo el mismo día de su nacimiento, hace 70 años, por una novela que transmitían en la radio que se llamaba A puro Charro, la memoria no le falla, pero le cuesta mencionar algunas de sus innovaciones, pues deja bien claro que jamás buscó reconocimiento, sino dar soluciones a cuanto problema aparecía.

Entre las inventivas, todavía funciona en los pozos de extracción donde opera la empresa petrolera de Majagua, hoy convertida en Unidad Empresarial de Base, la reparación de unos cargadores frontales, comprados a la extinta URSS.

“Para darle valor de uso a esos cargadores fabricamos unos suplementos que sustituyeran las articulaciones y los hidráulicos que vinieron con defecto¨, explica El Charro con esa naturalidad que lo caracteriza.

La adaptación en dos güinches de extracción de petróleo de cloches soviéticos porque los de procedencia rumana jamás volvieron a entrar al país; la elaboración de rodamientos que se emplean en los retenedores de grasa y un sinfín de piezas producidas en el torno para los equipos de perforación, son otros de los trabajos que este majagüense, delegado al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, realizó durante los 42 años que se mantuvo en activo.

“Toda mi vida laboré con mucho amor, satisface saber que mi aporte impidió que se paralizara la extracción del crudo en los pozos de Pina, Jarahueca, Jatibonico y Cristales, lugares donde operamos.

“Pero también reconforta que mi relevo, al cual preparé en la actividad, lo está haciendo bien y que cuando se presenta una dificultad no duda en consultar con un colega en el oficio, como también lo hice yo en mis comienzos, porque de todos se aprende”, dice Nolberto, con humildad en sus ojos.

El Moskvitch de este innovador está como nuevo a sus 38 años de explotación, y no puede ser de otra manera, porque además de que su dueño le sabe un mundo a la mecánica, la misma que durante más de cuatro décadas puso en función de la economía nacional, fue un regalo del Comandante en Jefe, y eso para El Charro es sagrado.