El lente de Invasor capta el inicio del curso escolar en Ciego de Ávila
Ayer, buena parte de los niños y adolescentes de esta Isla sintieron en su abdomen, a la altura del estómago, la mordida imaginaria de la ansiedad, esa fiera que aparece cuando menos uno la espera y que se niega a irse si falta poco para una ocasión especial. Este domingo, mientras la familia terminaba de dejar listos el uniforme, la mochila y todo lo necesario para el comienzo del curso, no extrañaría que los muchachos de la casa se preguntaran cómo sería la mañana del lunes.
Quizá padres y profesores sean menos “ansiosos”, a fuerza de ver repetido durante innumerables años este ritual iniciático que marca, como pocos, una nueva etapa en la vida del país. Coronaron el día aulas abiertas, banderas desplegadas, y risas y gritos y besos de despedida en la frente.
Si alguien mirara desde una altura considerable el ir y venir de padres y alumnos, tal vez adivinara en esa diminuta escena el ritmo vibrante, agitado, de los hormigueros. Pero estas hormigas humanas, más que al nido de una reina, caminan indetenibles hacia la garantía de convertirse en hombres y mujeres útiles.
El pasado domingo fue el punto final de las vacaciones y, por supuesto, el breve interregno entre la etapa veraniega y el regreso a clases. Este lunes, por su parte, señaló el fin de la ansiedad y del miedo al “comienzo que todavía no comienza”. Este lunes, queda probado a golpe de fotos, fue el día más feliz de septiembre.
“Cuando se premie el cariño y lo rebelde del alma, cuando se entienda la risa y se le cante a la gracia (…)”
“¿Te acuerdas de esas ropas tan azules, de pasillos y escaleras, y en la manga el monograma?”
Un beso y ¡a aprender!
La educación, una obra de infinito amor
La emoción del primer día
“Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro”
Llega a la punta del asta y ondea desde su altura
“La bandera más bella que existe”
“Por una mirada, un mundo”
“El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos (…)”