Todavía hay que preguntarle al artista avileño Maykel Mena cuándo miró por primera vez la chatarra con los ojos del asombro y no del desprecio. Cómo del vientre de una concretera nació un elefante magnífico con orejas de puertas de Lada. O cómo a un desvencijado transformador de electricidad le crecieron patas de tarántula para hacer realidad el miedo más grande de algunos. Mientras esa entrevista llega, admiremos el alma de los hierros viejos, ahora en otros cuerpos.
¿Búho o lechuza?, lo estamos averiguando
Para que nadie diga que en Ciego de Ávila no tenemos galápagos
Esta es, quizás, la más conocida de las esculturas de chatarra del Parque de la Ciudad
“Como un caimán dormido, ¿de San Antonio a Maisí?”
No será la de los huevos de oro, pero es la nuestra
¡Caballooooo!
De noche cualquiera se asusta con este rinoceronte, mas de día es un amasijo inofensivo
Como en las sabanas africanas, conviven en aparente tranquilidad
Sabemos de dos o tres que ni siquiera le pasan por delante a esta hermosa tarántula “eléctrica”
Queda claro que el quiosco le pertenece