En el Día de la Medicina Latinoamericana conversamos con una joven enfermera. Este es otro regalo para ese gremio consagrado
No son pocos los que, queriendo ser médicos, tuvieron que “contentarse” con la Enfermería, por razones muy diversas, tantas que no gastaremos tiempo en enumerarlas. Y no son pocos los que, imbuidos en ese mundo de atenciones, procedimientos especializados y unas ganas tremendas de aliviar a los demás, terminan confirmando un axioma socorrido: la vida da muchas vueltas, mas, nos pone en el lugar indicado.
Algo así le sucedió a Diosmery Nepomuceno Esquivel, enfermera con apenas un año de titulada y trabajadora del Servicio de Terapia Intensiva en el Hospital Provincial General Docente Roberto Rodríguez, de Morón. Ella pensaba que quería estudiar Medicina, pero la Enfermería también escoge a “su gente”.
De niña jugó a la doctora, aunque siempre inyectó, puso termómetros y dio pastillas para el dolor a sus muñecas. O sea, una cree que juega a la medicina y, sin embargo, termina asistiendo a los pacientes como enfermera. Hay consagración en ambas profesiones, entrega sin reparos, pero al final del día, enfermeras y enfermeros pasan más tiempo con las personas aquejadas de una dolencia.
A sus 22 años, Diosmery tiene muy claro los próximos pasos: hacer la especialidad como enfermera intensivista, no dejar de estudiar y mantener a toda costa la sonrisa que devuelve tranquilidad a sus pacientes.
Con ella conversamos este sábado en el que celebramos el Día de la Medicina Latinoamericana, sabiendo que no es posible contar las historias de vidas salvadas y la batalla contra las enfermedades sin el protagonismo del personal de enfermería.
—¿Cómo describirías el tránsito de la formación en la escuela a la práctica definitiva de la profesión?
—El último año de la carrera fue complicado. Tuve que terminarlo en Ciego de Ávila, no fue fácil debido al cambio, pues debíamos viajar todos los días y eran otros profesores, con otros métodos. Después los exámenes finales, rigurosos por supuesto. Pero, afortunadamente, obtuve buenos resultados y pude coger Terapia Intensiva, que era lo que quería.
“Ya en el trabajo, al principio, como había déficit en otras áreas, estuve los primeros dos meses rotando por Cuerpo de Guardia, Respiratorio…, justo en el embate de la COVID-19. No fue nada fácil. Luego me traslado a un centro de aislamiento pediátrico, hasta que volví al hospital y fue cuando empecé en la terapia intensiva de adultos”.
—La terapia demanda mucho tiempo, ¿cómo llevas la relación trabajo-hogar?
—Trato de llevarlas por separado, que no se mezclen demasiado. Porque mi trabajo tiene una característica muy particular y es que, al trabajar con personas graves, en estado de coma o conscientes —y saber que dependen completamente de ti y que lo único que tienen en ese momento es a ti—, la verdad es agotador física y mentalmente. Por eso digo que mantengo una alejada de la otra, hago mi esfuerzo por no transmitirle a mi familia toda esa energía agotadora. Además, después de 24 horas trabajando, en lo único que pienso es en llegar a casa y estar con mi familia.
—Me hablabas de la COVID-19, a la que debiste enfrentarte acabada de graduar. ¿Cómo calificas tu experiencia?
—La COVID-19 no fue nada fácil y menos para mí, porque desde el momento que terminé mi examen estatal me llamaron para empezar a trabajar. Ni siquiera me habían dado el título de graduada. Sin embargo, a pesar de todo lo negativo que trajo consigo la pandemia, creo que fue lo que me ayudó a desenvolverme mejor como enfermera, creo que no me dio tiempo a ponerme nerviosa con un paciente real, porque la verdad no teníamos tiempo para eso. Cada día era una experiencia nueva, muchas tristes y otras educativas.
—¿Qué le dirías a quien decide, como tú, ejercer esta profesión tan noble?
—Lo primero es que debe gustarle la carrera. Ser enfermera es un trabajo para toda la vida. Que le dedique tiempo, estudio y práctica, porque estamos trabajando con personas. Que es una profesión muy bonita, humana, pero lleva mucha paciencia y gentileza. Y que valoren la vida de los demás tanto como la suya y la de su familia.