Del cero al 94: incalculable Fidel

La vida de Fidel, como la de todo el que ha sido biografiado hasta el cansancio, está llena de números. Y lo bueno de esos números es que son inamovibles, casi todos, y no andan escamoteando verdades como los adjetivos que fluctúan de aquí a allá.

Los de aquí y los de allá sabemos que vivió 90 años, y hasta la aritmética le otorga al día 13 de su nacimiento una importancia que se duplica en el 26 de la rebeldía y del año en que su madre lo dio a luz.

Todo el mundo sabe que cero calles, plazas o parques tienen su nombre en esta Isla, y que no se ha escrito su nombre sobre ningún monumento que no sea el rinconcito de Santa Ifigenia desde donde mira esa posteridad que tanto lo intrigaba.

Se sabe que nadie ha superado sus cuatro horas y 29 minutos de intervención en Naciones Unidas. Y que la Agencia Central de Inteligencia intentó matarlo 638 veces, utilizando desde armas de fuego hasta tabacos envenenados.

Él recordaba otros números que sus entrevistas han vuelto curiosidades, como el orgullo de no haber pronunciado jamás un solo discurso escrito por otra persona, o el de haberse ahorrado 5 500 minutos (según estimaba) al no afeitarse la barba. Nimiedades que revelan que andaba siempre calculándolo todo. Desde la fecha más conveniente para el Día de los Niños en Cuba, hasta las consecuencias de la deuda externa en Latinoamérica.

• Para conocer más al respecto descargue Cien horas con Fidel.

Cuenta Gabriel García Márquez, quien además de un genio literario fue su amigo, que su único lamento era no tener más tiempo, aunque fuera para pararse en una esquina, y que sus cuatro horas habituales de sueño le dejaban el resto del día para trabajar hasta la madrugada y agarrar algún libro que ya podía comentar al amanecer.

Otras veces los números son una forma de materializar lo que la gente recuerda. Su plan de gobierno al asumir el cargo de Primer Ministro constaba de 20 puntos, y al borde de la Crisis de Octubre supo reducir la dignidad a solo cinco. Cinco demandas que tuvieron a Cuba y al mundo en vilo. Y, aunque nadie las contara en su momento, fueron memorables las 599 palabras de despedida que leyó con parsimonia cuando informó al país que el Che había partido hacia otras tierras del mundo.

También hubo números que Fidel escogió no calcular. Si les hubiera hecho caso, y hubiera puesto la prudencia por sobre el coraje, jamás habría asaltado un cuartel con poco más de 100 hombres. Pero el optimismo le llevó a asegurarse, incluso, de ganar una guerra con siete fusiles. “¡Ahora sí!”, diría, al reencontrarse con su hermano Raúl tras el recibimiento hostil de Alegría de Pío.

En última instancia, esos dígitos pueden ayudar a conocerlo, para quien no tenga una idea de cómo transcurrió su vida. Entró a la escuela a los cuatro. Aprendió a leer a los seis. Estudiaba tres carreras y se graduó a los 24.

• Consulte una cronología completa aquí.

El 25 de noviembre de 1956 partió a bordo del yate Granma a hacer la guerra en Cuba. Y el 25 de noviembre de 2016 emprendió viaje hacia la eternidad, y sigue haciendo guerra. Después de todo números que nunca paran de crecer. Ya sumamos 94.