Crecer en abril, aunque haya tormenta

A mí me toca quedarme en la casa a escribir, para que, mientras se piensa en provisiones y en evitar contagios, nadie olvide que hoy es 4 de abril, y que cumplen años dos organizaciones juveniles cubanas. Mientras, ellos, los más jóvenes, demuestran que el recordatorio no les hace tanta falta.

Porque esta semana no se hicieron los matutinos tradicionales donde alguien sube a cantar y los más atrevidos bailan. Ninguna escuela acogió el lema de “Seremos como el Che” en estos días, ni se habló de la creación de la Organización de Pioneros José Martí y la Unión de Jóvenes Comunistas en la actualización noticiosa del primer turno de clases.

Pero aunque la rutina de conmemorar cada año estuvo ausente, los motivos no, si se piensa que no siempre hay que estar frente a la pizarra para aprender, ni para pensar en el bien de otros.

Porque en estos días imagino a los niños llamando por teléfono a los abuelos que extrañan mucho, jugando a gritos de ventana a ventana, intranquilos frente algún episodio de Elpidio Valdés o repasando un poco aún bajo protesta, y esa resiliencia tan admirable, que nace de entender que son momentos difíciles, la encuentro digna del Che.

• Lea sobre un destacado pionero avileño.

Muchos de los más grandes resuelven ecuaciones y clasifican sustantivos con nervios incontenibles por las pruebas de ingreso, y aún así sueñan con ser ingenieros, doctores y artistas. Son la alegría de las familias en las noches de parchís o dominó, aunque de vez en cuando provoquen jaquecas, y les toca chatear con la familia lejana para contarle a la abuela cómo están.

Miles de ellos también están en las calles, velando porque usted esté tranquilo en casa, y no tenga fiebre ni tos, sin poder sentarse un rato o aceptar un vaso de agua.

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Posted by Feu Ciego Médica on Monday, March 30, 2020

Otros miles ya son neumólogos, intensivistas o enfermeros listos para curar y aliviar, agricultores con las manos dentro de la tierra incluso este sábado, arquitectos dirigiendo una obra tras un casco y un nasobuco, o trabajadores del comercio somnolientos por el largo turno de venta que duró hasta que se acabó la cola.

Cada momento tiene sus celebraciones justas. Este año no necesita más consignas que las que aluden la responsabilidad de quedarse en casa y cuidar a los mayores, ni más alegría que el coro de aplausos que agradece a tu prima doctora, tu tía enfermera, el chofer del transporte público, la educadora del círculo infantil, los cuidadores del asilo de ancianos, los desarrolladores del interferón cubano, los que echan adelante el país.

• La historia de una joven científica en Invasor.

Por lo pronto, este 4 de abril será festivo con cada paciente curado, cada nueva noticia, cada sesión de estudio, cada cimiento fundido, y cada pedacito de obra insignificante que se vuelva, a la larga, un peldaño para crecer.