No pocos edificios de la ciudad son “colonizados” por plantas ante la vista impasible de muchos
Podríamos, incluso, llegar a romantizar el hecho de que una semilla germine en una mínima, muy mínima porción de tierra, en el lugar menos sospechado, el más inhóspito e improbable, digamos, un capitel jónico de una columna que sostiene un edificio ecléctico.
Observaríamos retadora a la planta que se resiste a la lógica y crece a despecho de miradas inquisidoras y comentarios amenazadores del tipo “¡mira donde vino a nacer esa mata!”, poniendo el acento en la resiliencia, en el cómo existir a pesar de todo lo que se opone a esa existencia.
Digo romantizar porque la Naturaleza es hermosa siempre, incluso en sus ratos, poses o rostros más caóticos y avasalladores. Y uno bien que podría dejarse arrastrar por la mirada contemplativa que privilegia lo disruptivo del paisaje justo como la señal para tomar consciencia del momento presente.
Una planta en un friso nos habla de germinar siempre, sin importar que sea poco el sustrato o que la gravedad haga mucho más difícil mantenerse en pie. Una “mata” naciendo en una estría de una columna es un canto a la sobrevivencia, por supuesto.
Todo eso es válido, pero los neojardines colgantes de la ¿babilónica? ciudad de Ciego de Ávila son hijos del descuido, de la desatención y de las negligencias. Sobra tierra firme donde plantar la belleza y faltan manos para mantener columnas, capiteles, frisos y azoteas lo más lozanos posible.
De eso va este fotorreportaje. No se deje enternecer por el verde pujante.
Se recomienda mirar un poco más hacia arriba
¿Cultiva tu pedacito?
Todavía falta que crezca un poquito más para que la “noten”
Uno se enternece y dice “ay, pero si se ve bonito”
¿Uva caleta, eres tú?
En la misma proporción en que vive esa planta, muere la columna
El hecho es que ese helecho ha ocupado la columna sin miramientos
Las plantas secas solo son el complemento del abandono
Donde humedad hubo…