Ciego de Ávila muestra la quinta tasa de mortalidad más baja del país

La mortalidad infantil alcanzó los seis fallecidos por cada mil nacidos vivos en la provincia y pasamos a ocupar el quinto lugar a nivel nacional

Cuando hace unas semanas Ciego de Ávila exhibió la tasa de mortalidad infantil más baja del país, cifrada en 2,3 fallecidos por cada 1000 niños menores de un año nacidos vivos, celebramos la buena nueva y el esfuerzo detrás de esta estadística; sin embargo, la alegría fue efímera y el Programa Materno Infantil (PAMI) vuelve a estar cuesta arriba.

Al cierre de la primera quincena de abril se habían reportado seis fallecidos ─dos menos que en igual etapa del año anterior─, por lo que la tasa de mortalidad llegó a seis y el territorio pasó a ocupar el quinto lugar a nivel nacional, donde el promedio es de 7,7 decesos en estas edades.

Según Osvaldo Ondarza Vergara, subdirector de Asistencia Médica en la provincia, el bajo peso al nacer y la prematuridad son los factores de riesgo que catalizan hoy las complicaciones, aumentan las estadías hospitalarias en ambos servicios de Neonatología y la probabilidad de contraer infecciones.

“El crecimiento intrauterino retardado muestra cierta tendencia a la disminución, pero los pequeños con pesos menores a los 1500 gramos han mantenido a tope las capacidades en Neonatología. En esta condición las complicaciones son frecuentes y la ganancia de peso pude tardar meses. No obstante, la supervivencia ha sido alta, sobre todo, en el paciente ventilado ingresado en la terapia Pediátrica, y se han actualizado prácticas y protocolos para enfrentar esta situación”.

Lograr el completamiento del 90 por ciento las camas existentes en los hogares maternos es otro de los indicadores por debajo de lo previsto, pues se registra apenas un 67,8 por ciento, cifra muy por debajo de las necesidades si tenemos en cuenta el elevado número de gestantes de alto riesgo inventariado en el territorio, después de la puesta en práctica de medidas emergentes, que han permitido la clasificación exacta de la condición de cada embarazada.

En este indicador, municipios como Ciro Redondo muestran mejores resultados y otros como Chambas coronan los peores, donde más del 34 por ciento de las 155 embarazadas existentes son consideradas de alto riesgo obstétrico y los hogares maternos están al 50 por ciento de ocupación.

Al respecto, las opiniones compartidas en el último Pleno Provincial del PAMI señalan otro punto rojo: las condiciones de vida y la alimentación en estos centros no es la ideal, por lo que el trabajo intersectorial para garantizar el ingreso y que las estancias cumplan con los indicadores de calidad exigidos es asunto pendiente.

Igual de preocupante es el aumento sostenido del embarazo en la adolescencia, al punto de que las edades se han desplazado hasta los 11 y los 13 años, mientras que adolescentes entre los 16 o 17 años suman ya más de un hijo. En contraste, en el resto de los grupos etarios la fecundidad disminuye y son 81 alumbramientos menos los reportados en este lapso en comparación con 2022.

Esto revela, también, que la educación sexual desde edades tempranas, la identificación de riesgos preconcepcionales y la atención a la pareja infértil son frentes que demandan todavía más acciones si queremos obtener resultados diferentes.

Al cierre del primer trimestre del año, el PAMI ajusta protocolos, capacita a sus profesionales, exige y controla el funcionamiento de los Grupos Básicos de Trabajo y mira con luz larga para que 2023 nos deje más niños sanos y familias felices.