Ascender con gracia

Cuando recibió el alta hospitalaria, Ana María González se disponía a abandonar el servicio de Terapia del Hospital Provincial Docente Doctor Antonio Luaces Iraola en silla de ruedas, acompañada por sus familiares. A la 1:00 de la tarde, los ascensores estaban detenidos y el inconveniente se tornó problema. No solo estaría más tiempo del necesario, sino que nadie más ingresaría en el lugar que dejaba vacante.

Dicho así, se explica uno de los tantos problemas que se generan a diario cuando los ascensores paran su sentido vertical y, de paso, se detienen también las soluciones de movilidad y elevación en este centro asistencial.

Las agravantes continúan cuando se piensa en cómo lograr traslados de pacientes con criterio de gravedad desde la sala de Observaciones hasta el servicio de Terapia, el movimiento de camillas, sillas de ruedas, carritos de limpieza, alimentos, desechos o equipamiento médico imprescindible.

De los seis elevadores existentes, cuatro funcionan a intervalos y dos permanecen parados desde hace cuatro años; lo cual, unido a la estructura y distribución de las salas y servicios, transforman al hospital en un verdadero laberinto, donde se prioriza solo el acceso al cuarto y quinto piso en estos equipos.

Tampoco se ha logrado estabilizar la presencia de ascensoristas que garanticen una adecuada manipulación, y las constantes roturas tienen como antecedente filtraciones que inundan los fosos por donde se mueven los ascensores.

Si bien las condiciones precarias de los elevadores se ha enfocado, en lo fundamental, en los edificios de la provincia de Ciego de Ávila, donde las familias han debido lidiar con los altibajos de este servicio; la cuestión es más compleja cuando se habla de un hospital, donde la menor interrupción implica afectaciones en la atención.

En el mes de julio, Invasor indagó sobre el tema y supo que existe en el territorio una sola brigada de seis hombres, perteneciente a la Empresa de Producciones Metálicas (COMETAL), para atender las interrupciones que surgen a diario en los 60 equipos que brindan servicio en los sectores de Vivienda, Gastronomía, Turismo y Salud.

Ni siquiera las brigadas de mantenimiento pueden “saldar” las averías, y queda solo esperar. Por suerte, en esta apretada lid, los centros de Salud reciben atención priorizada, mas durante el ascenso o el descenso es imposible tener la certeza de que se completará en calma el trayecto. Montar en un elevador sometido a años de explotación, y con pocas opciones para su reparación, puede ser una experiencia intrascendente o totalmente abrumadora.

Acerca de la diversidad de marcas y las carencias con las piezas de repuesto, se refirió la dirección nacional de COMATEL al diario Granma, donde quedó claro que existen más de 39 marcas de procedencia rusa diseminadas por todo el país, y las soluciones de mantenimiento dependen de la importación de piezas a través de terceros países.

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Sin embargo, cuando se habla de salud, del diagnóstico a la cura influyen no solo el medicamento idóneo, el diagnóstico oportuno o el seguimiento médico, sino la calidad y el cómo se logra; complejo mecanismo donde las partes deben armonizar con el todo.

Por el momento, no se prevé ninguna inversión que “destrabe” los ascensores, y la dirección del hospital solo puede garantizar la impermeabilización de los fosos para eliminar el vertimiento de agua, establecer de modo regular ascensoristas capacitados y ser eficientes en la respuesta, con tal de devolver, al menos, ascensos de gracia.