Este año, mientras en Ciego de Ávila aprobaban la prueba de ingreso de Matemáticas más alumnos que en 2021, la sorpresa nos la llevamos con Historia, que bajó en un 12,73 el porciento de aprobados
Quien ha pasado por la experiencia de las pruebas de ingreso a la Universidad, o ha tenido familiares en el proceso, sabe que la prueba de ingreso de Matemáticas, con sus dos preguntas de geometría, sus ecuaciones, su problema y los interminables incisos de “la uno”, es el “coco”.
No es para menos. Desaprueban muchos, les baja el promedio a otros tantos, y hay hasta quien la termina y luego no se presenta a las demás. Pero este año, mientras aprobaban Matemáticas más alumnos que en 2021, la sorpresa nos la llevamos con Historia, que redujo en un 12,73 el por ciento de aprobados.
Desde la Dirección Provincial de Educación se señalaba que hubo en este curso “limitaciones en la preparación metodológica de los docentes, inasistencia a repasos y dificultades en la cobertura docente”. Se esperaba que este año aprobara el 70 por ciento de los alumnos y no pudo ser.
A juicio de la profesora Yamila Ferrá Gómez, con 30 años de experiencia en la preparación para el ingreso a la Universidad, hay que comprender que “la preparación para la prueba de ingreso no comienza en duodécimo grado. Desde el décimo grado las instituciones deben intencionar esta preparación, no esperar para resolverlo mágicamente con el mejor profesor, que, a veces, no puede con las carencias con que arriban los estudiantes”.
La calidad de las clases y la cobertura docente durante todo el Preuniversitario son los factores de cambio. Tanto es así que en la misma provincia los ejemplos distan aún en la relación de los peores resultados. Por ejemplo, el Instituto Preuniversitario Urbano Roberto Rodríguez, de Morón, tuvo 31 aprobados, de 46, y del Doña Emilia, de Majagua, solo ocho de 22. No hay manera de suponer que los estudiantes de Majagua sean menos capaces que los de Morón; es más atinado pensar en el factor común, que es la preparación.
“Es también contextualizada a cada institución educativa la preparación para el ingreso. Lo que da resultado en Baraguá puede que en Morón no, por eso, al generalizar, no podemos correr el riesgo de copiar”.
Y cuando habla de romper esquemas se refiere, principalmente, a la motivación que necesitan los muchachos en medio del estrés del estudio. En su caso, los repasos por WhatsApp no han parado, y este año de sus 30 alumnos, 12 alcanzaron los 100 puntos. Camino al éxito se llamaba el grupo y hasta un proyecto que llegaba tres veces por semana a Radio Morón para orientar el estudio en casa.
Invasor preguntó a estudiantes que pasaron la prueba para saber sobre el contenido aparentemente tan difícil como para ponchar a uno de cada cuatro. Ellos los mencionan por preguntas: manifestaciones del independentismo; importancia de la Guerra de los Diez Años; movimientos estudiantiles de las décadas del 20 y el 30 del siglo XX; datos sobre la etapa decisiva antes del triunfo de 1959, y la política de Estados Unidos hacia Cuba en los primeros años tras el triunfo. Digamos que en la prueba no preguntaron nada que se fuera por las ramas, sino los contenidos esenciales de cada etapa histórica.
Los resultados de este año, y en eso coincidimos con Yamila, “alarman y son un termómetro de que algo no está bien”. Ciertamente, ir por la vida sin saber lo que forjó este país tal y como es, sin entender de los cientos de años de colonialismo que el Himno de Bayamo llama “afrenta y oprobio”, es un mal preocupante de la generación que estamos echando al mundo.
Ya el debate de la enseñanza de la Historia es viejo, pero, al menos aquí, hasta ahora, nunca se había comprobado más fácil despejar un logaritmo que recordar la fecha del ataque al Palacio Presidencial.