Aún me parece escuchar su voz suave y pausada, con la que orientaba tareas a las avileñas, les daba la información pertinente, y descubría experiencias y anécdotas para ayudarlas a ser mejores, no solo en las tareas de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), sino en la vida.
El periodismo me dio el extraordinario privilegio de conversar con Vilma Espín Guillois, la eterna presidenta de la FMC, en varias oportunidades, la mayoría durante sus recorridos de trabajo en Ciego de Ávila.
La recuerdo cariñosa, atenta, amable. Nunca los periodistas recibimos un no por respuesta cuando pedíamos intercambiar algunas preguntas con ellas. Compartía su valioso tiempo con nosotros y, sin ambages, nos exteriorizaba sus razonamientos sobre las diversas temáticas, en especial las relacionadas con las mujeres.
No podía ser otra sino Santiago de Cuba la ciudad favorecida que la vió nacer un 7 de abril de 1930, el espacio donde estudió la niña que con el decursar del tiempo se graduaría como Ingeniera Química Industrial, en la Universidad de Oriente, para convertirse en aquel entonces en una de las primeras mujeres en Cuba en alcanzar ese título.
Desde temprano se adentró en el estudio del ballet y gustó de ejercitar deportes, en especial el voleibol, en el cual, pasados los años, lograría ser la capitana del equipo de su adorada casa de altos estudios.
Adelantada a su época, se distinguió por su cultura política y su participación revolucionaria. Fue fiel colaboradora de Frank País García, participó en las acciones del 30 de noviembre de 1956 y, posteriormente, se incorporó al Ejército Rebelde.
Siempre gustó de departir sobre diversos temas con las federadas, no solo los relacionados con las faenas de la organización, sino de los diversos aspectos de la vida.
En una entrevista que le realicé hace unos años a Elvira Junquera Forcade, dirigente y fundadora de la FMC, esta me comentó que: “Cuando estábamos en una reunión, a ella le gustaba, bien en los recesos o al término de la misma, cantar y que nosotras también lo hiciéramos. Entonaba Damisela encantadora y otras canciones tradicionales. Tenía una voz muy bonita, afinada. Nos animaba a entonar también nuestras melodías favoritas.”
Vilma inspiraba amor, dulzura, respeto, confianza. Una de las muchas enseñanzas que transmitió fue la importancia de atender a la familia. Siempre estaba atenta y creía que quien no considerara a sus seres más queridos no podía ser bueno con los demás ni bueno en lo que hacía.
Desde su querida FMC, como representación de las mujeres cubanas, continúa siendo nuestra guía, recordando siempre que defendamos con coraje nuestros principios, sin perder la ternura.
Posted by Ortelio González Martínez on Sunday, April 7, 2019