Trazos de un retrato (+Video)

Desde el día en que Fidel inauguró la Academia de Artes Plásticas de Morón, en la que fue su última visita a Ciego de Ávila, alumnos y profesores empezaron a dibujarlo en la memoria. Hoy aseguran que la obra continúa.

Para los ojos de Magda…

Magda dice mucho con palabras, pero la emoción en sus ojos verdes habla más rápido que sus labios. Quizás por eso, uno puede adivinar la eternidad de todo lo que expresa, que es igual a lo que ama. Quizás (y digo quizás teniendo la certeza), también, en el año 2002, Fidel captó lo que sus ojos decían y “pintó” en una frase, el compromiso que, para ella, sería perennidad.

El almanaque indicaba que era 26 de Julio. La historia, que Ciego de Ávila era sede del acto nacional por el Día de la Rebeldía en Cuba y en Morón se inauguraba una de las dos academias de Artes Plásticas con que, para entonces, comenzó a contar la provincia.

“Nos preparamos con tiempo, porque sabíamos que el acontecimiento sucedería la víspera de las celebraciones del 26 de Julio en el territorio, y esa fue una ocasión especial para los estudiantes y el colectivo de trabajadores.

“Para Morón significó un día importante; para nosotros, particularmente, importante. Teníamos el compromiso de desarrollar un proyecto, como parte de la Batalla de Ideas, y formar artistas de la plástica en el norte avileño, aunque, en aquel momento, teníamos la matrícula de toda la provincia, porque las dos academias nacieron en la Raúl Martínez, de la Ciudad del Gallo; y se comprometieron las familias y los alumnos con lo que, para todos, se convirtió en una epopeya histórica.

“El gran día que tanto esperábamos, llegó. A Fidel le encantó la escuela, conversó con los estudiantes, indagó acerca de la preparación que tenían, y nos dio, una vez más, la razón de esa visión futurista que siempre le acompañó; al percibir que los alumnos no contaban con todos los medios necesarios, por la ubicación de nuestro municipio, para desarrollar una profesión de tan alto vuelo, enseguida tomó la decisión de invitar a los de primero y segundo años a un viaje a la capital para que alternaran con la vanguardia artística de esa especialidad en Cuba.

“Lo que parecía una promesa, se hizo realidad en unos meses. Se convirtió en un regalo de lujo. Profesores y alumnos estuvimos durante una semana en La Habana visitando los talleres de los artistas, los museos de Arte Cubano y Universal. Fueron más que un curso escolar aquellos siete días. Eso tuvo sus frutos. Hoy, muchos de ellos cultivan su obra en Ciego de Ávila, en Cuba, e incluso en el exterior, formados gracias a la intuición del Comandante.

Mayda “Fidel recorrió los talleres, los dormitorios, todo. Le interesaba conocer de dónde venía el barro con que se moldeaba; quería saber cuánto costó la inversión del centro, porque le parecía muy lujoso. Todo le preocupaba.

“En el acto de inauguración, fue jocoso al hablar de Morón y Ciego de Ávila, parafraseó a Calderón de la Barca (Los sueños, sueños son) y dijo que era ‘un sueño la Academia de Artes Plásticas’ y se había convertido en una realidad, porque ‘Toda la vida es un sueño y los sueños, realidades son.’

“Al saludarnos, nos dijo: ‘Había visto fotos de la escuela con anterioridad, y sabía que era muy bonita, pero no me imaginaba que la Directora era bonita también’.

“Ese halago me hizo sentir en confianza con él, y, ya cuando estábamos en lo que llamábamos La Casona, que era el recibidor de la escuela, le mostramos un atril que habíamos preparado para que nos dejara un recuerdo de su visita. Nos dijo que no sabía escribir ni usar el pincel. Era acrílico de color azul.

“Le insistimos en tener un recuerdo suyo, de su puño y letra, y escribió: ‘Para los ojos de Magda quisiera quisiera ser pintor’. Aquello ocasionó una gran algarabía en la escuela, risas, nervios de mi parte.

“Luego, en el acto por el 26 de Julio, me senté a su lado y, de pronto, me dijo ‘Cometí un error cuando escribí la frase en el atril. Repetí la palabra quisiera.’ Al concluir, volvimos a la escuela, tomó un bolígrafo de su bolsillo y, entre las dos palabras, colocó una coma: ‘Para los ojos de Magda quisiera, quisiera ser pintor’ y dijo: ‘Ahora esto acentúa más la intención poética’, algo que nos hizo reír mucho.

“Era un hombre admirable. Aquella noticia de noviembre de 2016 fue, para mí, igual a haber perdido a un familiar muy cercano. Los estudiantes, los profesores, mis amigos, me llamaban por teléfono, constantemente, porque sabían lo importante que para mí y para mi familia era, y es, Fidel. Mi hijo nos dio la triste noticia tarde en la noche. Llegó a la casa con una expresión en el rostro que nunca voy a olvidar.”

Licenciada en Filosofía e Historia en la Universidad de Camagüey, Magda Silvia Castillo guarda, en el rincón más sagrado de su hogar, el cuadro con aquella frase escrita por Fidel. De alguna manera, ella, también, se había fijado en los ojos de él, porque sabía que, en ellos, se podía ver el futuro.

• Conozca aquí sobre las visitas de Fidel a Ciego de Ávila.

El muchacho que habló con Fidel

Rolando Ledon Pocas veces en su vida, Rolando Ledón Rodríguez tuvo tamaño encargo como el de aquel día. Las voces corrían, Fidel estaría en la Academia de Artes Plásticas de Morón, y sería él, entre tantos alumnos, quien le presentaría el Taller de Cerámica de su escuela.

Hasta ahí todo muy bien, mas el reto mayor estaba en cómo explicarle, nada menos que al Comandante, lo que aún no funcionaba. “Existía el taller, sin embargo, los materiales todavía no habían llegado, así que traté de memorizar el procedimiento para poder dar la mejor disertación de lo que nunca había hecho.”

Así llegaron las muchas horas de estudio para conocer, a fondo, el tratamiento del barro, y sonar como un experto en la materia, lo que, al final, se resumió en minutos de ansiedad y una anécdota jocosa que no podrá olvidar.

El día marcado, Ledón era un manojo de nervios a la entrada del aula-taller. Uno de los escoltas trató de relajarlo mientras le preguntaba el porqué de tanta impaciencia, “¿cómo iba a estar si en breve iba a hablar con Fidel Castro?”. Todos intentaron explicarle que no pasaba nada, que aquel era un hombre de este mundo y no había nada que temer. Mas él sí temía, y mucho, al ridículo.

En más de una ocasión, había imaginado el momento; no obstante, jamás lo supuso así. Más que escuchar lo que el joven había memorizado, él quería preguntar. Y, a cada respuesta, le sucedía otra interrogante para la que Ledón terminó improvisando, mientras una risa cómplice le anunciaba que había sido descubierto.

Fidel en escuela de arte “Quería saber de dónde traían el barro, si le echábamos algún material, y yo, ni idea de cómo responder aquello, así que le dije lo primero que me vino a la mente, hasta que la profe Magda sacó la cara por mí y le explicó que el taller todavía no había empezado a trabajar. Entonces preguntó que por qué me habían puesto allí.”

El apuro terminó convirtiéndose en inolvidable inexperiencia, porque el hombre que había idealizado serio y distante, en definitiva, terminó siendo “una persona agradable, que te hacía sentir cómodo y se interesaba mucho por la realidad de la escuela”.

Lo volvería a ver antes de que Fidel abandonara el centro. Antes de marcharse, otra vez estaba frente a él, ahora para despedirse del muchacho “que le inventó como un loco, aunque no se quedó callado en ningún momento, y, al parecer, eso le gustó”. Luego de aquel episodio, ya no sería más Rolando Ledón para amigos y profesores. A partir de entonces, y por un buen tiempo, le reconocerían como el muchacho que habló con Fidel, y a él no le cabría tanto orgullo en el pecho.

Después de eso, dicen, no volvieron a ser los mismos. Otros aires se respiraban en aquellos pasillos, porque todos querían corresponder el inmenso gesto de aquel hombre.

Dibujo de una visita

Desde la tranquilidad de su casa en la Ciudad del Gallo, Alfredo Abreu Valderá, o Pucho, como todos le conocen, todavía extraña el ajetreo de los días pasados en que guiaba a otros por las complejas artes del dibujo y la escultura, allá en la Academia de Artes Plásticas de Morón. Pocos momentos de aquel entonces recuerda con tanta exactitud como aquella jornada del 26 de julio de 2002.

Profesor Alfredo Abreu Valderá Muchas visitas pasarían por su aula, pero ninguna como esa, pues “todos los días no compartes una clase con el Comandante”. Y, aunque ya le había visto otras veces, cuando estudiaba en La Habana, ese día las emociones volvieron a tornársele incontrolables, “porque Fidel era así, siempre impresionaba con su presencia”.

Entonces decidió que, para la ocasión, sus alumnos trabajarían el retrato, la técnica con la que más a gusto se siente como dibujante. “Varios hicieron retratos de sus familias, otros recurrieron a revistas, y, cuando él llegó, le fui explicando la labor de los muchachos”.

Mientras recorría el aula, se detuvo detrás de uno de los estudiantes, e identificó en su obra a una artista famosa de la televisión. El parecido del retrato le impresionó y elogió al joven, pero ahí no terminaría todo.

“Se viró para mí, me colocó la mano en el hombro y me preguntó si también impartía clases en la Escuela de Instructores de Arte”, rememora el artista. Mas, inconforme con la negativa del profesor, delante de todos le convidó a llevar hasta aquel centro los conocimientos que, en ese momento, compartía en el lugar.

“En ese instante, me di cuenta de que él le daba mucha importancia a la otra escuela también, debido a que de allí saldrían los maestros que llevarían el arte a los centros educacionales, a diferencia de nosotros, que solo formábamos artistas.”

Y, como quien quiere demostrar que no olvidará algo con tanta facilidad, allí estaba Fidel, en el discurso final, hablando del maestro de dibujo al que había convidado a impartir clases para los instructores.

Tuvo Pucho que ponerse de pie en medio del auditorio, cuando quiso saber él “¿dónde está ese profesor?”, y, tanto alumnos como docentes, resultaron testigos de un compromiso que terminó volviendo cómplices a otros.

Fidel dijo*:

“Todo lo que hacemos es arte. Si educas un niño, si salvas una vida, si vas sembrando felicidad por el mundo, si vas aliviando un poco de los dolores que el ser humano, por tan variadas causas, sufre, eso, todo eso, es arte.”
“Nadie debe ser tan vanidoso que se crea genio.”
“El genio es masivo, lo que no ha sido masivo es la educación.”
“Este pueblo será mejor, será más noble. Con nobleza no se nace; con conocimientos, no se nace; con virtudes, no se nace; con generosidad, no se nace.”
“El problema no es saber sobre algo, desear algo, querer hacer algo. El problema es poder hacerlo, que ese ha sido el premio de tantos años de lucha y de sacrificio.”
“La sociedad existe para algo, no concibo una sociedad donde alguien sobrara.”
“Dejemos un recuerdo digno de esta humanidad a la cual pertenecemos. Nadie lo consultó con nosotros, pero nadie puede impedirnos que lo hagamos.”
“Porque si lo que ustedes prometen, lo cumplen; si lo que ustedes se proponen, lo realizan; la Isla le dará la vuelta a la Tierra.”
“Afortunadamente, hoy nuestro país, prácticamente como una verdadera exclusión en el mundo, tiene en sus manos elaborar cuantos sueños desee en lo que a lo humano se refiere.”

*Del discurso pronunciado en la inauguración de la Academia de Artes Plásticas de Morón, el 26 de julio de 2002.

 

Escuela de Artes Plásticas inaugurada por Fidel Castro Ruz, en el municipio avileño de Morón, en el año 2002. Hoy, sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular.