Ciego de Ávila recordó, este miércoles, al combatiente del llano y el Ejército Rebelde que ofrendó su vida en plena Sierra Maestra
FilibertoLos estudiantes avileños rindieron tributo al destacado revolucionarioComo muchos de sus contemporáneos, podría hoy degustar un café, al tiempo que anécdotas de un pasado que jamás volverá le pondrían un tono triste a la mañana avileña, pero se trata solo de líneas en subjuntivo porque Roberto Rivas Fraga cayó cuando apenas contaba 20 años.
Hasta las montañas orientales marchó un día después de confirmar que solo la lucha armada podría cortar la existencia de la tiranía de Fulgencio Batista y con ello, los males de una república mediatizada, cuyos hilos eran movidos desde el poderoso vecino del Norte.
Probablemente hoy, además, el café de turno habría sido suplantado por mucho más sobre la mesa de la casa de familia y con lo indispensable que implica una celebración de cumpleaños. Los que supieron amarlo hasta las últimas consecuencias seguramente le recordarían que el 17 de mayo de 1937 distaba 86 años, pero que él seguía entero, dando guerra en tiempos en los que la lucha tiene que continuar porque aquí estamos y aquí seguiremos.
De eso y más habló este miércoles Odalys Margarita Sánchez Méndez, presidenta de la Sociedad Cultural José Martí en Ciego de Ávila, primero ante la fachada de la vivienda donde naciera, en la calle Marcial Gómez, No. 222, y después, en la sede de la principal Biblioteca Pública de la provincia, la que ostenta su nombre y donde alcanzaría el tercer año del bachillerato cuando era la sede del Instituto de Segunda Enseñanza de la ciudad.
Quiso la oradora que niños y adolescentes de la Escuela Primaria Roberto Rivas Fraga y la Secundaria Básica Julio Antonio Mella reflexionaran sobre lo que significa ser agradecidos y relacionó después las ineludibles deudas de gratitud que siempre tendrán los nuevos con aquellos que un día lo entregaron todo para despejar de opresores el horizonte.
Y en presencia de historiadores, maestros, trabajadores de la Biblioteca y directivos de la Sociedad Cultural que difunde el pensamiento y la obra martianas, sobrevino la ofrenda que, en manos de los estudiantes, quedó depositada al pie de las imágenes de aquellos muchachos intrépidos que en días heroicos recorrían los pasillos del instituto, y les cantaban las cuarenta a los vendepatrias, a riesgo de expulsiones y palizas de las que tendrían muchísimo que contar a estos que, de uniforme, los miran con respeto, sin aquilatar todas las dimensiones de tanta hazaña.
Ante la fachada de la que fuera su vivienda natal, Odalys Sánchez evocó al joven revolucionario
La historia, ese profeta que dijo Eduardo Galeano mira en el pasado para anunciar lo que será, volvió a dictar su clase, siempre necesaria. Roberto Rivas Fraga los acompañó con esa alegría que se tiene a los 20, aun cuando el almanaque deshoje la temporada 86, y las lecciones del pasado sigan, porfiadas, dictando el rumbo por venir.