La heroína Celia Sánchez, pilar de la Revolución Cubana

Celia Sánchez Manduley (1920-1980), una cubana extraordinaria, se convirtió en leyenda en los días de la Sierra Maestra y prosiguió su labor incansable, muchas veces anónima, durante el poder revolucionario, cuya mística dejó profundas huellas. Dicen que era como la justicia: humana y exigente, y una mujer de detalles. Hoy es comparada con la mariposa, la flor nacional.

“Celia será siempre, para todos sus compañeros, la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana, la más entrañable de nuestras hermanas, la más autóctona flor de la Revolución”, dijo en ocasión de su fallecimiento Armando Hart, destacado combatiente e intelectual cubano.

Se le considera un personaje esencial de la Revolución Cubana, antes y después del triunfo del primero de enero de 1959.

Celia tuvo la influencia de un padre excepcional, Manuel Sánchez Silveira (1886-1958), doctor en cirugía dental y en medicina, quien fue un profundo martiano, humanista, médico rural, investigador empírico y naturalista cubano, con trayectoria de investigador y científico.

Ambos encabezaron la colocación en mayo de 1953 en la cima del Pico Real del Turquino, el punto más elevado de Cuba, de un busto fundido en bronce de José Martí —de la escultora Jilma Madera Valiente (1915-2000)—, un proyecto auspiciado por un grupo de estudiosos y admiradores martianos.

Nació en Media Luna, antigua provincia de Oriente, el 9 de mayo de 1920; y al morir en La Habana, tras grave enfermedad, el 11 de enero de 1980, era diputada, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Secretaria del Consejo de Estado.

El 23 de Marzo de 1962 había sido designada Secretaria de la Presidencia y del Consejo de Ministros. Años después sería ministra de la Presidencia.

Fue la primera mujer que combatió en el Ejército Rebelde; y, al incorporarse permanentemente, llevó sobre sus hombros prácticamente la organización de la vida de campaña y de los territorios liberados.

En la Sierra Maestra actuó como secretaria ejecutiva, porque se ocupaba de todo: los abastecimientos, los gastos, la repartición del ganado entre los campesinos de las zonas liberadas, el aseguramiento de la guerra desde mucho antes de la ofensiva de verano del ejército batistiano y durante esta.

Usó los seudónimos Norma, Aly, Carmen, Liliana o Caridad.

En Revolución el resto de su vida

Se opuso a la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958) y jugó un papel clave en la creación del Movimiento 26 de Julio, en el territorio sur de la antigua provincia de Oriente.

Organizó una red de colaboradores en las zonas de Manzanillo, Pilón y Niquero, de la cual dependió que los sobrevivientes de la expedición del yate Granma (diciembre de 1956) fueran localizados y conducidos por campesinos al corazón de la Sierra Maestra.

Sus vínculos directos con la comandancia guerrillera tienen lugar a partir del 17 de febrero de 1957, en que tomó parte junto con Frank País y otros revolucionarios del llano en la reunión de la dirección nacional del M-26-7 sostenida en la finca de Epifanio Díaz, a donde llegaron el líder revolucionario Fidel Castro y sus compañeros.

Celia trabajó de inmediato en el envío de un importante grupo de refuerzo a la guerrilla rebelde.

Se convirtió en la vía fundamental de comunicación entre la guerrilla y la dirección del Movimiento en el llano, mediante el trabajo político desplegado en la zona de Manzanillo y desde Yara hasta Campechuela y Media Luna, cercanas a la Sierra Maestra.

Se creó una especie de cordón umbilical que salva, refuerza y abastece al naciente Ejército Rebelde, el cual pasaba por las manos de Frank País (David) en Santiago de Cuba y de Celia Sánchez (Norma) en Manzanillo.

Un documento de esa época del Estado Mayor del Ejército Rebelde, expresa: “Y en cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma”.

Frank País García (1934-1957), Jefe de Acción y Sabotaje y miembro de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio es uno de los héroes y mártires más queridos de la Revolución Cubana. Fue asesinado en las calles santiagueras, el 30 de julio de 1957.

Después de octubre de 1957, Celia no bajó más al llano hasta la ofensiva final en la Batalla de Oriente, en 1958.
Fue una de las impulsoras de la creación del pelotón femenino Mariana Grajales.

Hizo que se organizaran hospitales, una red telefónica, granjas avícolas y porcinas, procesadoras de tasajo y creó salinas para abastecer el Ejército Rebelde.

Nunca olvidó a la población serrana, así como a los huérfanos y otros familiares de los mártires, que tuvieron en ella, después, una embajadora en La Habana tras el triunfo de la Revolución. Tuvo visión de futuro al preservar durante la guerra de liberación cuanta nota, mensaje o documento pasaban por sus manos, y solicitaba que le entregaran esos papeles después de su utilización.

Fomentó entre los combatientes la conciencia de guardar hasta el último papelito, algunos de ellos hasta manchados de sangre.

Celia fundó en 1964 la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, que actualmente dispone de más de 159 mil fondos fotográficos en 28 colecciones, y más de 56 000 fondos documentales.

Para el disfrute de los habaneros auspició, en la década del 70, el Parque Lenin, verdadero pulmón ecológico de la capital cubana, y el Palacio de las Convenciones, una obra donde se han celebrado en Cuba los más importantes congresos y reuniones nacionales, internacionales y mundiales en los últimos 40 años.

“Para medir quién fue verdaderamente Celia, basta subrayar que será imposible escribir la historia de Fidel Castro sin reflejar a la vez la vida revolucionaria de Celia”, expresó Armando Hart, en la despedida de su duelo el 12 de enero de 1980.

“Era una combatiente con excepcional intuición, sensibilidad e inteligencia. A su valor personal, mostrado en toda su vida revolucionaria y, en especial, en los difíciles momentos de la guerra, y en los instantes cruciales y decisivos por los que ha atravesado nuestro proceso, se unían la sencillez, la modestia y una exquisita delicadeza femenina”, destacó Hart.