Juan Almeida en Ciego de Ávila: una visita inolvidable

La imagen gráfica que acompaña estas líneas la guardo como uno de mis gratos recuerdos, de esos que, en ocasiones especiales, marcan para siempre a quienes abrazamos la profesión de periodista.

Fue tomada hace 41 años, en el antiguo motel del Partido, localizado a la salida Este de la ciudad de Ciego de Ávila, capital de la provincia de igual nombre. Para un grupo de colegas de diferentes órganos de prensa, el momento que quedó apresado en el celuloide, fue el final de un recorrido por varios puntos de la geografía avileña, realizado por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.

Decidí desempolvarla como humilde homenaje, en el X aniversario de su muerte, acaecida el 9 de septiembre del 2009, al compositor de La Lupe y de muchísimas canciones más; el escritor de 10 textos de inestimable valor histórico para las nuevas generaciones, el expedicionario del Granma que al fragor de uno de los primeros combates luego del desembarco del Granma, hizo tronar su voz para advertir: ¡Aquí no se rinde nadie, c….!

La misión nos la dieron en breve reunión. Transcurría 1978, quizás en su medianía. Anunciaba la presencia del dirigente revolucionario en tierra avileña para apreciar de cerca y compartir con los trabajadores afanados en avanzar más en diferentes áreas económicas. Los organizadores nos alertaron sobre cómo había que proceder durante el periplo.

Una semana después llegó el momento —no pude precisar la fecha exacta por mucho que indagué—. A mí me tocó la breve estancia de Almeida y sus acompañantes en zonas agrícolas de Baraguá, otros cubrieron Majagua, Primero de Enero, Ciego de Ávila…

En la capital avileña visitó el hotel Ciego de Ávila, cuya construcción casi estaba por concluir. Al llegar a ese punto, nos avisan que el recorrido finalizaba en ese momento.

Recuerdo que en un vehículo del Partido nos dejaron en el local donde radicaba, provisionalmente, el futuro periódico Invasor. Entonces ese inmueble, situado en la céntrica calle Independencia, entre Maceo y Honorato del Castillo, donde hoy funciona una de las galerías de arte, era utilizado para preparar a parte de los que en breve fundarían el Órgano del Comité Provincial del Partido.

Para beneplácito de la comitiva periodística, en apenas cinco minutos apareció un emisario “buscando a los periodistas”, pues el Comandante Almeida quería compartir con nosotros. Nos estaba esperando, y con su amplia sonrisa nos dio la mano a todos y, sin más protocolo, la invitación a almorzar, aunque ya eran pasadas las 3:00 de la tarde.

Así, como muestra la foto, fluyó el diálogo. Preguntamos sobre la situación del país, el avance, tanto en la economía como en otras esferas de la vida cubana. Yo esperaba, paciente, mi turno. Así, en medio de un silencio momentáneo, quise conocer cómo, en qué tiempo, él, que tenía sobre sus hombros un grupo grande de responsabilidades, podía componer las canciones que hasta nuestros días gozan del favor del público.

Desplegó, entonces, una amplia sonrisa y nos dijo que, a veces, a altas horas de la madrugada, mientras se dirigía a su lugar de residencia, le venía a la mente, o bien una melodía, o un verso; también explicó que cuando se acostaba, le sucedía lo mismo y, entonces, se auxiliaba de una pequeña grabadora que utilizaba para esos menesteres.

Luego de un buen rato de amena e instructiva charla, se despidió de nosotros. Sin duda, un día inolvidable.

En la histórica foto aparecen, de izquierda a derecha, Diocles Torralba (con las manos detrás de la cabeza; Rafael Valdés Valdés, primer secretario del Partido en la naciente provincia; Julio Juan Leandro y Magaly Zamora Morejón, ambos de la entonces Agencia de Información Nacional (AIN), hoy Agencia Cubana de Noticias (ACN); el redactor de estas líneas, en representación del futuro periódico Invasor (se inauguraría el 26 de julio de 1979; Juan Alvariño Armenteros, entonces primer secretario del Partido en el municipio de Ciego de Ávila; y el Comandante Almeida. La foto fue tomada por Saúl Rodríguez, fotógrafo fundador de Invasor (ya fallecido).