Hombre bueno, héroe después

No deja huellas y no puede exponerse en los museos, pero es claro que solo un hombre bueno podía escribir como Martí y pasar a la historia aun con la levita raída

Se dirá en las escuelas, en los matutinos, en radio y televisión. Hablaremos de lo que se recuerda de todos los héroes. Y más si se trata de José Martí, justo en las fechas en las que escribía por última vez a su querido amigo Manuel Mercado: “sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad”.

Merecen líneas, ensayos y representaciones teatrales infantiles haber organizado una guerra desde las mismísimas entrañas del monstruo y llevar el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué catorce días, a pie, por espinas y alturas, mi morral y mi rifle, alzamos gente a nuestro paso; siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla.

Era la única salida para una patria soberana después de sacrificados intentos. Hay que releer, hay que citar cada palabra en la que soñó con un país nuevo, como si fueran testamento. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas, a que solo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aun contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos.

Algunos, si queremos conservar la memoria de un hombre completo, también revisitaremos pasajes de su vida. Leeremos a nuestros niños sobre sus hermanas y los destinos a ellas deparados. Toda la felicidad de la vida, Amelia, está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor soberano, hondo y dominador que no florece en el alma sino después del largo examen, detenidísimo conocimiento, y fiel y prolongada compañía de la criatura en quien el amor ha de ponerse.

Haremos conjeturas sobre su descendencia hasta hoy, en estas noches aburridas del verano, porque María Mantilla tenía sus mismos ojos, oscuros como la noche. Y mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿En qué piensa mi hijita? ¿Piensa en mí? Buscaremos curiosidades para hacernos los listos contando cómo Baconao, aquel caballo blanco obsequiado por José Maceo, pudo sobrevivir a las balas que también le alcanzaron.

10 CURIOSIDADES SOBRE JOSÉ MARTÍ

Con Martí podemos ir de lo más trascendental hasta lo intrascendente en apariencia, porque, por suerte, hay mucha producción científica para desentrañar ese “misterio que nos acompaña”. Pero acaso no es la ciencia, sino los entresijos del alma, los que nos devuelvan mejor al hombre de La Edad de Oro. Y si no me vuelves a ver, haz como el chiquitín cuando el entierro de Frank Sorzano: pon un libro, el libro que te pido, sobre la sepultura. O sobre tu pecho, porque ahí estaré enterrado yo si muero donde no lo sepan los hombres.

Y ahí en medio, entre sus herencias de héroe, que son muchas, y la vida tormentosa y corta, más inagotable, hay un detalle, una inmensidad como grano de maíz, que es la bondad.

No deja huellas y no puede exponerse en los museos, pero es claro que solo un hombre bueno podía escribir como Martí, y pasar a la historia aun con la levita raída. “(…) porque yo soy siempre aquel loco incorregible que cree en la bondad de los hombres y en la sencillez y naturalidad de la grandeza (…)”.

A la bondad, en estos tiempos, deberíamos hacerla patrimonio.