El mejor epitafio para el pequeño gran Capitán San Luis

Eliseo Reyes Rodríguez, fue el mejor hombre de la guerrilla del Che en Bolivia, pero antes había sido un combatiente de la Sierra Maestra y la invasión a Occidente

Con diecisiete años la gran mayoría de los jóvenes son imberbes y pocos tienen bien definido qué quieren hacer con su vida. Hay quienes lo tienen todo bien claro y luchan por lograr sus sueños a riesgo de su propia existencia.

A la Sierra Maestra llegó uno, delgado y casi niño, había nacido en un barrio llamado Chamarreta el 27 de abril de 1940; fue el sexto de los 11 hijos del matrimonio formado por los humildes campesinos Marcelino Reyes y Ana Francisca Rodríguez, quienes echaron raíces y criaron a su extensa prole en Caridad de Bucuey, municipio de San Luis, en el oriente de Cuba.

No imaginaron entonces, que en un cercano futuro ese lugar dejaría huellas indelebles en uno de sus hijos, pues San Luis sería el sobrenombre que le dieron a Eliseo Reyes Rodríguez sus compañeros de lucha al incorporarse a la guerrilla.

El Che, al ver a Eliseo, dudó que resistiera los rigores de la guerra, pero la seriedad, tesón y disciplina de aquel adolescente, lograron que lo incorporara como mensajero y, luego de asumir con éxito diversas misiones relevantes, lo convirtiera en un soldado de vanguardia.

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Se destacó por su coraje en las acciones más riesgosas. El Che se dio cuenta de las cualidades del chico, entre las cuales también estaba su rapidez en el aprendizaje, sagacidad e inteligencia. Por eso no titubeó en incorporarlo como miembro de la Columna Invasora Ciro Redondo que se dirigía al centro del país, al mando de un pelotón en la campaña de Las Villas y le otorgó los grados de capitán, a partir de entonces sería para los cubanos: El Capitán San Luis.

En los días iniciales del triunfo revolucionario, junto al Che, compartió importantes responsabilidades de mando en la fortaleza de La Cabaña. Asumió varios cometidos, llegando incluso, cuando se casó, a no tener luna de miel, por incorporarse en la lucha contra el invasor en abril de 1961.

Trabajó intensamente en la conjura de sabotajes, fundamentalmente en la Cordillera del Escambray, y en 1962 lo designaron delegado del Ministerio del Interior en la provincia de Pinar del Río.

René González Novales lo conoció allí y dijo: “Era menudito, medía escasamente cinco pies tres pulgadas. Hablaba suave, mesuradamente. Tenía bastante cultura y sabía cómo hablarle a cada compañero según sus características. Humano y justo, era temerario en el combate.

“Quien no respetara a los prisioneros, seguro que tenía problemas con él, porque el respeto significaba para él algo muy grande. Tampoco permitía que el enemigo en el combate se le adelantara… Bravo de verdad, quien no se le rindiera, él lo rendía”, manifestó Amado Valdés, asegurando además que nunca le vio un gesto inhumano con nadie “ni aun con el enemigo”.

En la misma provincia de Pinar del Rio recibió el entrenamiento como guerrillero internacionalista, cuando en 1966 resultó seleccionado para formar parte de un grupo de combatientes que partirían a otras tierras junto al Che. Hasta el 22 de octubre de 1966 duró la preparación.

capitanTomada de https://www.pcc.cuLa imagen más conocida del legendario combatiente

Tuvo apenas una semana para despedirse de la familia, de la esposa Nelia Barreras Hernández, y de sus hijos Maricela, Eliseo y René. “Le gustaba caminar por el patio de la casa, sembrar calabazas, ajíes, tomates. Y me llamaba: mira cómo han crecido las matas”, declaró en una ocasión Nelia, recordando: “Tenía mucho apego con los niños, hablaba mucho con Eliseito y Marisela, aún no había nacido Renecito, y los llevaba a pasear cuando tenía un tiempo libre…”.

• También puede consultar: Capitán San Luis: héroe de un tiempo que no muere

boliviaTomada de http://www.vanguardiaEn la guerrilla bolivianaBajo el nombre de guerra de Rolando, llegó a Bolivia, en el campamento de Ñacahuasú los recibe el jefe guerrillero. Allí conocieron de su valor y entrega. Por su capacidad política, disposición combativa, espíritu de sacrificio, el Che lo nombró comisario del grupo y lo asignó a la fuerza Centro, que él mismo comandaba. Bien sabía que la pequeña y menuda figura de Rolando se multiplicaba ante cada tarea.

Desde el inicio de la guerrilla Rolando recibió del Che la orden de organizar la mayoría de las emboscadas, en la finca El Mesón, situada entre Ticucha y el río Iquira; el 25 de abril de 1967, a solo dos días de cumplir 27 años, cae herido de muerte.

El Guerrillero Heroico anotó en su diario: “[...] Al producirse un alto mandé a Urbano (Leonardo Tamayo Núñez) para que ordenara la retirada pero vino con la noticia de que Rolando estaba herido; lo trajeron al poco rato ya exangüe y murió cuando se empezaba a pasarle plasma. Un balazo le había partido el fémur y todo el paquete vásculo nervioso; se fue en sangre antes de poder actuar. Hemos perdido el mejor hombre de la guerrilla, y naturalmente, uno de sus pilares, compañero mío desde que, siendo casi un niño, fue mensajero de la columna 4, hasta la invasión y esta nueva aventura revolucionaria; de su muerte oscura solo cabe decir, para un hipotético futuro que pudiera cristalizar, ‘Tu cadáver pequeño de capitán valiente ha extendido en lo inmenso su metálica forma’.

Las palabras entre comillas corresponden al poema “Canto General”, que el poeta chileno Pablo Neruda le dedicara a Simón Bolívar.

• Vea: Luis o Rolando en las selvas bolivianas

La huella del Capitán San Luis también quedó en esta tierra avileña. En 1977 uno de sus hermanos, que compartió sus mismos ideales y principios, y dedicó su vida a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Abel Reyes Rodríguez, fue designado como jefe de la Sección Militar del Partido. Posteriormente ocupó otras responsabilidades y permaneció al frente de la Dirección Provincial de Atención a Combatientes, prácticamente hasta su deceso en 2009. Había alcanzado los grados de Coronel.