El Indio Naborí y el 26 de Julio

El asalto al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953, constituyó la causa y efecto en el pueblo cubano de un despertar que trascendería en la historia de Cuba como un hecho de gigantes, comandado por el joven abogado Fidel Castro Ruz.

Con ello se dio inicio a una epopeya insurreccional de tal magnitud que por el poder militar en número y medios de combate del enemigo, tenía ribetes de ciencia ficción, pero en corto tiempo los barbudos despertaron la mañana del 1 de enero de 1959, con la huida del tirano Fulgencio Batista y sus secuaces y la toma del poder por la Revolución.

El Indio Naborí, poeta y periodista, nos dejó reflejado como nadie la situación reinante en Cuba antes del Moncada, en diez versos octosílabos, fruto de sus vivencias en contacto con el campo y la gente más humilde.

Cuando la zafra termina
cesan el “tiro y el corte”
¡Cuánta riqueza en el norte
y en mis campos cuánta ruina.
Aquí la gota de harina,
el parásito, el dolor;
allá ríos de licor
en pipas de grifo abierto:
¡Ay, sombra de tiempo muerto
tiempo muerto y matador.

La Revolución no era del agrado de sus vecinos del norte, con la firma de la Ley de Reforma Agraria, se agudizaron las contradicciones, al punto de que en 1962 se dictó el bloqueo por parte de Estados Unidos.

El gigante con botas y traje verde olivo no se amainó, los hechos de toda índole se sucedieron desde el ataque por Playa Girón, hasta la caída del campo socialista que trajo consigo el llamado Período Especial.

Pero el pueblo cubano está dispuesto a “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, y a resistir ante la arremetida del actual presidente norteamericano Donald Trump. Para ello se creó una sólida base, con cultura y hombres de ciencia, que hoy, ante la pandemia sanitaria que azota a la humanidad, asombra por su proceder humano y de solidaridad; a riesgo de todo, sin distingo de clases ni razas, para salvar vidas humanas, ello fundamenta la expresión de Fidel: “bombas no, médicos”. Por eso ahí van mis décimas:

FIDEL
I
Llegó a la universidad
se apoderó de un espacio,
y escribiría un prefacio
con profunda claridad.
Del país la realidad
denunció con su pincel.
En tan selecto panel
la lucha lo identifica,
cuando los males critica
con la firma de Fidel.

II
Con su fuego de estudiante
se enrola en Cayo Confite,
varado en el mar compite
y a nado sale adelante.
En Colombia de garante
dejó en su tierra un abrazo.
Por ese histórico paso
con Gaitán hizo contacto,
y conoció del impacto
del terrible Bogotazo.

III
La Granjita Siboney
antesala del Moncada,
en tan heroica jornada
compartió allí con su grey.
El dictador a la ley
llevó de hecho al cadalso.
Con un argumento falso
violó la Constitución,
ultrajando a la nación
un nefasto diez de marzo. 

IV
Veintiséis de Julio era
la esperanza del país
para extirpar de raíz
el ultraje a la bandera.
Fidel en aquella hoguera
aguerrido tocó diana.
Y cuando la Santa Ana
acorraló a los reptiles,
en un cerco de fusiles
ardió la Perla Antillana.

V
Sentenció desde el Moncada
al déspota en el poder,
dispuesto salió a vencer
en aquella madrugada.
Por la Patria esclavizada
fue al combate con Abel.
Cuando tomaba el cuartel
casual la posta cosaca,
despertaba la barraca
como lo contó Fidel.

VI
Se vertió la sangre pura
en los muros del Moncada,
por el monstruo disfrazada
con una bestial censura.
Pero el ejemplo perdura
sobre el campo liberado.
El Apóstol olvidado
fue el autor intelectual,
de aquel asalto inmortal
como un sol acrisolado.

VII
Un himno de rebeldía
de pujanza e inquietud,
escribió la juventud
por nuestra Patria ese día.
Fidel lo describiría
con su letra y oratoria.
Por su firme trayectoria
en el mensaje que amueblo,
tras las huellas de su pueblo
se fue forjando la historia.