Aquella orden de alzamiento, que según recoge la historia, llegó a La Habana escondida dentro de un tabaco no ha sido derogada
Hay días que parecen predestinados para los grandes acontecimientos que marcan hitos para los pueblos, y puede decirse que el 24 de Febrero es una de esas fechas fundamentales de la historia de la nación cubana.
No puede hablarse de independencia, de patriotismo y unidad, sin acudir inexorablemente a aquel levantamiento luminoso, en 1895, inicio de la Guerra Necesaria organizada paso a paso por José Martí, con total entrega y proverbial inteligencia.
Al grito de ¡Independencia o muerte! volvieron a la manigua criollos, negros y blancos, pero también africanos y descendientes de esclavos, así como decenas de hombres de otras nacionalidades que abrazaron como suya la causa cubana.
El 24 de febrero de 1895 devino símbolo de la convicción de los isleños de luchar contra la dominación extranjera al precio de la propia vida; fue crisol para la forja de la nacionalidad cubana, cuando se mezcló en el campo de batalla la sangre de aquellos guerreros; y fue forja de la solidaridad que se recibe y ofrece en las más difíciles circunstancias.
Muchas veces, desde entonces hasta nuestros días, el 24 del segundo mes del año ha marcado su paso en el calendario de hechos relevantes de la patria.
En fecha similar de 1899 entró victorioso el Generalísimo Máximo Gómez a La Habana; y en igual día, pero de 1956, se proclamó la fundación del Directorio Revolucionario por el líder estudiantil José Antonio Echeverría.
También el 24 de febrero, pero de 1958, salía al aire, en plena Sierra Maestra, la voz de la Revolución, con el inicio de las transmisiones de la emisora Radio Rebelde.
No fue casual entonces que, en igual fecha de 1976, se proclamara la Constitución de la República de Cuba; y, hace apenas cinco años, el 24 de febrero de 2019, quedara ratificada la nueva Carta Magna, con el 86,85 por ciento de respaldo popular en voto directo y secreto.
A 129 años de aquel levantamiento armado, no son menos los peligros que se ciernen sobre la patria, y las urgencias que demandan preservar la unidad para mantener la integridad e independencia de la nación.
El 24 de Febrero es inspiración y continuidad, en convocatoria permanente a no bajar las banderas de lucha y salir a dar batalla frente a los enemigos de hoy que ponen en riesgo la preservación de valores y conquistas.
Como ayer lo hicieron los corajudos mambises en la manigua, nos toca hoy combatir en un escenario hostil para no dejarnos vencer por campañas mediáticas, guerra sucia, métodos no convencionales y ataques en Internet.
Las redes sociales digitales alientan las pretensiones de intervención militar, justifican y restan importancia al bloqueo económico, y apuestan por socavar la confianza del pueblo en sus dirigentes, quitándoles credibilidad.
Como ayer enfrentaron los fundadores de la nación el efecto adverso del caudillismo y la división interna, nos toca luchar contra nuestros propios demonios de la ineficiencia, la justificación, el desaprovechamiento de los recursos y la falta de empatía.
A la apuesta imperialista de colonizarnos culturalmente y degradar los valores que nos distinguen como cubanos en el concierto de los pueblos, opongamos resistencia con nuestros modos de vida diferente, concepto humanista de la felicidad y el convencimiento de que de nosotros mismos depende hacer realidad los sueños.
La batalla económica concierne a todos. Cada paso en aras de incrementar la producción de alimentos y bienes, ahorrar recursos, sustituir importaciones y disminuir los precios, es una victoria estratégica.
Aquella orden de alzamiento, que según recoge la historia, llegó a La Habana escondida dentro de un tabaco y fue recibida por Juan Gualberto Gómez, el representante del Partido Revolucionario Cubano en la Isla y amigo del Apóstol José Martí, no ha sido derogada.