Cuando comenzó a perpetrarse la injusticia

El 12 de diciembre de 2001 fue dictada la primera sentencia contra los Cinco Héroes cubanos

Hoy Gerardo Hernández Nordelo está en su Cuba amada, junto a Adriana, la esposa,y sus hijos Gema, Ámbar y Gerardito, inmerso de lleno en la batalla cotidiana que libramos los cubanos por hacer realidad nuestros sueños y defender las conquistas de la Revolución.

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Pero no podemos dejar de recordar que un 12 de diciembre, hace 20 años, comenzaba a gestarse la ignominia y la injusticia contra él y Ramón, René, Fernando y Antonio, nuestros entrañables Cinco Héroes.

Fue esa la fecha en que se produjo la primera sentencia contra los luchadores antiterroristas cubanos, en un tribunal de Miami, ciudad que nunca debió ser sede del juicio.

Ese día Gerardo fue condenado a dos cadenas perpetuas y 15 años de prisión, lo que le supondría una vida entera tras las rejas, por el solo hecho de defender a su Patria del terrorismo.

Sin temor y con hidalguía, alzó la voz esa jornada en su alegato: “Su Señoría, se nos acusó de haber conspirado para cometer espionaje y dañar la seguridad nacional de los Estados Unidos. Se nos ha puesto al mismo nivel de los peores espías que se hayan conocido sin que para ello exista una sola prueba contundente y sin haber causado daño alguno, solo sobre la base de suposiciones. La nuestra quizás sea una de las acusaciones de espionaje más ridículas en la historia de este país”.

Gracias al combate por la libertad de él y sus hermanos, y la solidaridad internacional, Gerardo, Ramón y Antonio regresaron a Cuba el 17 de diciembre de 2014. Antes lo habían hecho, después de cumplir sus condenas, René y Fernando.

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A pesar del tiempo transcurrido, no dejo de estremecerme con su viril alegato, en especial con su apasionante final, muestra de su patriotismo y entereza.

“Que sepan los señores fiscales que la única sangre que podría haber en estas manos es la de mis hermanos caídos o asesinados cobardemente en las incontables agresiones y actos terroristas perpetrados contra mi país por personas que hoy caminan tranquilamente por las calles de esta ciudad. Sangre por la que un día juré que estaría dispuesto a sacrificar mi propia vida si con ello podía proteger a mi pueblo de semejantes crímenes.

“Su Señoría, la Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que, si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: ‘Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria’”.