Con el ejemplo de Camilo

Caridad de Jesús Rivero Ramos, Cuco, participó en la lucha clandestina e integró las filas del Ejército Rebelde. El lomerío florenciano supo de esos andares. Allí conoció al Señor de la Vanguardia.

Cuco Rivero pensó que el corazón se le saldría cuando le dieron la misión de trasladarse a Camagüey y allí localizar a personas que lo conectaran con la Columna Invasora No. Dos Antonio Maceo, para guiarla por ruta segura en su trayecto hacia la zona de Boquerón.

No pudo materializar la orden ni conocer al jefe guerrillero, pues luego de una espera de más de 72 horas le informaron que Camilo ya estaba en ese punto del actual municipio de Florencia.

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Tras el arriesgado regreso, llegó al campamento rebelde basificado en la zona de Alicante, donde radicaba la tropa a la que pertenecía, liderada por Regino Machado (luego traidor).

Camilo y su Columna habían llegado el 5 de octubre de 1958. Fueron recibidos por los pobladores del caserío, entre los que se encontraban los padres de Cuco: Juan y María, en cuya casa se alojó. El resto de la tropa descansó y se alimentó en la cercanía. Más tarde iniciaron la marcha para cruzar el río Jatibonico, lo que no pudieron hacer porque estaba muy crecido.

Retornaron a Boquerón. Cuando la madre de Cuco los vio se preocupó. Entonces Camilo le dijo: “Viramos para ver si ustedes nos aceptan otra vez.” La respuesta le llegó rápido: “Aquí usted será recibido siempre.” Al otro día pudieron realizar el cruce y avanzar hasta el lugar conocido por Alunado, entonces perteneciente a la provincia de Las Villas.

En ese lugar fue que vio por vez primera a Camilo. “Pude hablar con Orestes Guerra, que era el jefe de la Vanguardia de la Columna, le expliqué los resultados infructuosos y el porqué del viaje a Camagüey. Además, le dije que quería conocerlo. ‘Ven para acá’, y casi que me llevó por la mano al lugar donde estaba el jefe de la tropa.

“Me saludó y cruzamos algunas palabras. Recuerdo su penetrante mirada y su afable sonrisa. Entonces Orestes me dijo: ‘Ya tú eres uno más de mi pelotón’.”

El veterano combatiente de la lucha clandestina y del Ejército Rebelde añade que los encuentros se sucedieron. “En la zona de Alicante supo que el capitán Alfredo Abón Lee, del ejército de la tiranía, quería tomar el campamento nuestro. Entonces puso en acción a sus hombres, los que tenían mejores armas que nosotros. Lo mío era un Winchester viejo y no fui seleccionado. La sabiduría de Camilo, su forma de dirigir, propiciaron la victoria.

“Unos días después volvimos a verlo. Le dijimos que queríamos abrir un campamento en Boquerón con Victoriano Parra de jefe: Nos autorizó y orientó que cooperáramos por la costa norte y así llegamos a Florencia a combatir. Nos volvimos a unir a la tropa de Camilo cuando llegó la columna que mandaba Jaime Vega. Nos mandó a buscar para una emboscada en Meneses, durante el traslado de guardias a Yaguajay.”

Recuerda que solo una vez vio bravo a Camilo, “estaba preocupado porque contaba con poco parque para el ataque al cuartel de Yaguajay. Resulta que un miembro de nuestro grupo le dijo que únicamente le quedaban cuatro tiros. La respuesta del jefe fue breve: ‘Tírale a los guardias, ve al cuartel y trae las balas’. Por suerte, mejoró la situación, el Che había tomado Placetas y nos envió mucho parque. Habría que verlo; contento recorrió las trincheras y repetía: ‘Ahora sí el cuartel será de nosotros’. Y así fue.”

Agrega que durante una marcha Camilo dio 10 minutos de descanso, la tropa se regó por la yerba y cuando se dio la orden de partir a un rebelde se le había perdido un fusil. “Le dio tremenda reprimenda al joven, pero la seriedad se le pasó muy pronto.”

En su muy buena memoria mantiene como el primer día la imagen del Señor de la Vanguardia. “Era, en extremo, sencillo, muy jovial con todo el mundo; verlo actuar daba gusto, se preocupaba por cada uno de los integrantes de su Columna.

“En los campamentos jugaba con sus compañeros. Eso sí, a la hora de la verdad era muy recto, exigía por el cumplimiento de la disciplina y entre sus muchos valores sobresalían la humildad, la solidaridad y un amor sin límites a la Patria.”

Trayectoria

Cuco tiene ahora 84 años. Nació en Boquerón el 8 de septiembre de 1935, María y Juan, sus padres, tuvieron una decena de hijos. Él fue el segundo de seis varones. No pudo estudiar sino después del triunfo de la Revolución. Ni los hermanos tampoco. Desde pequeño aprendió el rigor del duro trabajo agrícola.

Más adelante, en el lomerío de Boquerón, creó, en febrero de 1957, una célula del Movimiento Revolucionario 26 de julio. Su comando incendió alcantarillas y puentes ferroviarios, recogió una buena cantidad de armas, puso bombas y banderas, y vendió bonos del 26 de julio.

El 3 de mayo de 1958, él y otros compañeros se alzaron. Operaron en el Frente Norte de las Villas bajo el mando de Regino Machado, con la tropa de Victoriano Parra. Integró también la columna de Camilo. Participó en varias acciones y escaramuzas, y en las tomas de Venegas, Florencia, Meneses, Mayajigua y Yaguajay.

Después del triunfo de la Revolución lo envían para Meneses, luego, por solicitud propia, pasa a integrar el cuerpo de patrullas de carretera en Villa Clara, en el que permaneció durante 19 años.

En todo ese tiempo cumplió diferentes responsabilidades en esa rama del Ministerio del Interior, tanto militares como políticas; pasó varios cursos de capacitación cultural y técnica, y en 1981 comenzó a trabajar en la Delegación Provincial del MINAZ, como chofer, y más tarde en una finca de autoabastecimiento. Al llegar la edad de jubilación pidió un pedazo de tierra en usufructo. Es asociado a la CCS José Martí, de Ceballos. Allí cultiva aguacates y mangos para seguir siendo útil a la sociedad.

Cuco y Nery, su esposa, en unión que ya acumula 55 años, procrearon una linda familia: Omar, Osmany y Arely, sus tres hijos, han seguido fieles al legado. “No podía ser de otro modo. Llevo en mi sangre el ejemplo de Camilo, sus enseñanzas, los valores que él defendió.” Los mismos que transmite, además, a las nuevas generaciones de Camilitos, como parte de su colaboración con la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.