Columbia, de enclave militar a Ciudad Escolar Libertad

 camiloArchivo Nacional de Cuba/Facebook Corría el 17 de noviembre de 1898, cuando en visita a Marianao del Cuartel Maestre del ejército norteamericano General Humphrey, con el objetivo de inspeccionar aquellos sitios, se decidió por unos terrenos situados en las Alturas de Los Quemados, que a su criterio reunían las condiciones apropiadas para establecer el campamento de las tropas yanquis, próximas a desembarcar con destino a las provincias de Pinar del Río y La Habana, los mismos reunían los requisitos que exigía el Alto Mando.

El Estado Mayor de Washington dio autorización para construir el campamento en el área seleccionada por el General Humphrey, el 24 de ese propio mes, y se iniciaron, empleando por un mísero salario a centenares de soldados cubanos. Mientras que el 25 desembarcó el primer contingente, compuesto en casi su totalidad por oriundos del Distrito de Columbia. Esa fue la razón por la que al campamento se le dio el nombre de “Columbia”.

El General Leonardo Wood, en 1902, firmó una resolución en la que se declaraba que el Campamento de Columbia —que abarcaba siete fincas habaneras— pasaba a formar parte del sistema de defensa y se encontraba al servicio general de la Isla de Cuba, declarándose el campamento, por tanto, de utilidad pública.

Cuando el ejército de ocupación abandona la Isla se puso al servicio de la Guardia Rural. En 1904 fue escogido, por el presidente de turno Tomás Estrada Palma, como punto de veraneo. Nuevamente, en 1906, fue ocupado por las fuerzas norteamericanas durante la segunda intervención y, finalmente en 1909 pasó definitivamente al servicio del ejército permanente.

Según las fuentes consultadas, avanzada la República, Columbia se convertiría en la “Ciudad Militar”, sede del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Cuba, y en los últimos años de la seudorepública, estarían destacadas allí también, otras divisiones y un aeropuerto, entre otras unidades.

Con razón el pueblo decía del enclave militar “quien tenga a Columbia mandará en Cuba”, porque vio en este cuartel el símbolo de la fuerza al servicio de los intereses yanquis y los gobiernos de turno. Fue transformado luego de 1933 y sus barracas de madera pasaron a ser espaciosos pabellones a los que dieron realce las anchas calles que lo surcaban y se construyeron dentro del propio campamento, las llamadas “casitas de los sargentos”.

Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, —65 años atrás—, dio un golpe de estado en Columbia. Allí apareció rodeado de hombres de uniforme. La tropa le daba vivas, le adulaba y endiosaba, lo que le sirvió para evitar el inminente triunfo del Partido Ortodoxo en las elecciones que habrían de celebrarse en Cuba.

Su dictadura, colmada de crímenes, tenía en Columbia su más fuerte madriguera, era el punto de apoyo que hacía posible a Batista mantenerse en el poder; la cabeza de la tiranía militarista, el nido donde se alojaban las ratas que violaban su juramento de lealtad a la Constitución y a la Ley, era el escenario donde se consumaban las traiciones de lesa Patria.

La generación dirigida por Fidel comenzó —a partir de esa oprobiosa fecha—, una lucha para poner fin a la tiranía batistiana y fue ganando espacio en las montañas y llanos de toda la isla. Al ver que los rebeldes avanzaron al occidente y tomaron Santa Clara y Yaguajay, Batista acepta que tiene la guerra perdida y decide abandonar el país.

Desde su casa particular (en Columbia) decide orquestar un autogolpe de estado, y dejar en su lugar al magistrado José M. Piedra. Pero la respuesta de la Revolución no se hizo esperar. Fidel, llama al pueblo a la huelga general para derrocar el intento de golpe, y ordena a los comandantes Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos marchar sobre la capital y tomar La Cabaña y Columbia.

Finalmente, el 2 de enero de 1959, el Héroe de Yaguajay entra en Columbia al frente de la victoriosa columna 2 Antonio Maceo. Rinde el campamento y asume su mando, instalándose en el antiguo Estado Mayor del Ejército de la tiranía. Caía así el último reducto del régimen batistiano. 

Fidel entró en la ciudad militar de Columbia el 8 de enero de 1959, al frente de la gloriosa columna del Ejército Rebelde. Allí habla al pueblo habanero y, esa noche queda en la memoria del pueblo cubano: el “¿voy bien Camilo?” que le expresara Fidel al hombre de la sonrisa amplia, y la paloma posada en el hombro del Comandante en Jefe.

A las 2:40 de la madrugada del 10 de marzo de 1959, hace hoy 65 años, Camilo Cienfuegos Gorriarán da el primer golpe a las paredes del otrora Cuartel Columbia. Derribó los muros del campamento, símbolo de la opresión, para materializar la idea de convertir los cuarteles en escuelas.

En un inicio, cuatro o cinco compañeros mandarria en mano lo siguieron, después, se incorporaron más, hasta que fue necesario utilizar el buldócer por el espesor de las paredes. Quemaron los escombros y debajo de la enseña nacional se colocó un cartel: Territorio Libre.

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Posted by Archivo Nacional de la República de Cuba on Thursday, March 10, 2022

El comandante Camilo Cienfuegos, derribada la Posta 6, dejó constancia histórica de ese suceso al escribir: “Diez de marzo de 1959, 2 y 40 de la madrugada. Después de siete años de larga espera se derriban los muros afrentosos que levantó la tiranía, dejando detrás de ellos la libertad concluida, los derechos violados, la honra humillada. Finalizados estos siete años de luto y sangre, el pueblo representado por el Ejército Rebelde derriba esos muros, residuos de esa Tiranía y le dice a la ciudadanía: “Otra posta más.
Territorio libre de Cuba”.

Se cumplía así lo expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en su alegato La historia me absolverá, cuando afirmó: “Si es para matar y asesinar, para oprimir al pueblo, traicionar la nación y defender los intereses de un grupito, no merece que la República se gaste ni un centavo en ejército y el campamento de Columbia debe convertirse en una escuela e instalar allí, en vez de soldados, 10 mil niños”.

El enclave militar sería convertido en lo que es actualmente: la Ciudad Escolar Libertad.