Ya no es época de vacas flacas

No ha sido ( ni será) en todas las vaquerías de Ruta Invasora, pero en 15 de ellas un convenio de producción cooperada comienza a manejar el ganado por una ruta que, sin dejar de ser la de esta empresa ganadera de Ciego de Ávila, es, al mismo tiempo, una nueva vía para torear las adversidades.

Antes de que hubiese una sabana y la Tres y la 29 fueran dos vaquerías colindantes, visibles desde los pies de Omar y Yuneisy, hubo un monte de malezas que no las dejaba verse. Ni siquiera tuvieron que delimitarse con estacas y pelos de alambre porque el ganado, igual, no cruzaría los límites. No podía.

Y antes de que ese monte fuera también un monte de descuidos y dejara cuartones sin talanqueras, y garrapatas de sobra, y canoas sin agua y molinos, solo con viento… y fuera entonces época de vacas flacas, fue época de vacas gordas.

Serían dos vaquerías recién estrenadas en los potreros de Ruta Invasora; la empresa que parecía destinada a nombrarse Plaga Invasora sin que pudiera hacer mucho más que resistirse.

De vez en cuando atacaba y cortaba, pero el marabú volvía a florecerle y las vacas a hacer lo suyo: desperdigarlo por todos lados. De sus 16 000 hectáreas (ha), hoy todavía tiene 9 000 infestadas. Dicen que de marabú, aunque en realidad de cualquier planta que impida con su sombra hacer crecer la hierba fina. Y sin esa hierba, las 37 000 cabezas de ganado que rondan las cuentas de Ruta, pasan hambre o deben caminar mucho para poder comer… algo.

Otras cuentas hablan, además, de unos 60 millones de pesos en deuda acumulada y del pago de cerca de 900 000.00, cada mes, por haberla contraído. Hace casi 10 años ya se reportaba con exactitud ese “descrédito”: 60 millones 17 669.00 pesos. Ese era el “saldo del expediente enviado en septiembre de 2012 a la oficina nacional del Banco de Crédito y Comercio, con vistas a reestructurar y renegociar deudas bancarias y presupuestarias”, reflejaría el diario Trabajadores, a seis meses de que la empresa registrara gastos de casi 70 millones de pesos, contra 15 millones 650 100.00 de ingresos.

Les contaron hasta el último peso y ni así el balance se inclinaba hacia adelante. Solo que ahora, a ese ciclo de pagar porque se debe y seguir, por tanto, debiendo, parece habérsele roto la espiral. Con la aprobación de un convenio de producción cooperada la esperanza ha llegado a multiplicarse por tres. Tanto, que cuando el director general, Ricardo Pérez Echevarría, dice que podrían tener en sus áreas más de 100 000 reses, no solo habla de las proporciones establecidas entre ha y cabezas, sino de posibilidades reales en sus 23 unidades, con el empuje de las 15 vaquerías que hoy se acogieron a esa nueva forma de gestión.

En julio de 2020 ya Invasor se hacía eco de la noticia.

En esencia, la novedad no es tal. Tierras de la empresa son entregadas en usufructo por 20 años y las vaquerías, allí ubicadas y deficientemente explotadas, pasan a manos de los nuevos ganaderos, quienes compran el ganado que antes pertenecía a la empresa y pueden adquirir fuera de esos predios otras cabezas para mejorar su rebaño, definir el pago de sus trabajadores… y otras facilidades que derivan en un 75 por ciento del valor de la facturas para el productor y un 25 para Ruta. La empresa, a su vez, les compra toda la leche y la carne.

Las obligaciones y deberes de ambas partes conforman un sustancioso informe al que tuvo acceso Invasor. Sin embargo, al margen de cualquier término hay un dato que pone sobre el pasto cualquier duda en los cotejos. A 15 días de implementado el convenio la entrega de leche había crecido hasta en un 40 por ciento, según cálculos del propio Ricardo Pérez. Y tal viraje no se asociaba al doble ordeño mecanizado, una aspiración que ya aterrizó en la vaquería Tres.

 yuneisy Para la primavera de 2021 las vacas de Yuneisy Rivero González darán más leche, también porque se ordeñarán dos veces

Allí también se recuperó el cepo, el baño de las reses, está el termo refrigerado y los comederos, que eran trozos de concretos sin concretar… y ahora se ve el molino que estaba perdido a 20 metros de una de las cuatro naves que ya tiene techo porque Yuneisy Rivero González se lo puso y están las cercas y está Raúl Pájaro Carmenate, el vaquero que hace seis meses toreaba una realidad y hoy, otra.

Pasó de vacas de tercera categoría, de menos de 3 000.00 pesos, a vacas de primera que valen lo que uno pida; de ganar 250.00 pesos a superar los 3 000.00; de agacharse por un litro de leche a sacarle a una ubre cuatro, cinco y seis. De tener apenas unas vacas preñadas, a contar con el 95 por ciento de las vacas en gestación. De decir que se moría una bola de terneros, a no lamentarse por ninguno.

 raulRaúl dice “de la noche al día” para referirse a la nueva realidad. En este presente, también se levanta a las 2:30 de la madrugada

¿Qué unidad de medida es una bola? Pues, “ventipico, de unos 100 que nacieron el año pasado”, es la respuesta de Raúl, mientras a su lado Yuneisy responde a la misma pregunta que en días recientes había contestado Omar Pérez Soriano. Sin dudar, sin pensar.

“Antes no habíamos invertido en la ganadería porque no se permitía. O sí se permite, puedes estar asociado a una Cooperativa de Crédito y Servicios, Unidad de Producción Cooperativa, Cooperativa de Producción Agropecuaria, lo que allí solo puedes tener cinco caballerías, que es lo máximo que te permite la Ley, y a la ganadería le hace falta tierra…

De alguna manera allí lo entendieron, aunque no en papeles. Si Yuneisy ronda las siete caballerías y Omar se acerca a las 11, es gracias a que el usufructo implica a sus familiares allegados: en la práctica todos saben que es el negocio de un tenente, pero “lo indicado” les impone un ajuste que luego implicará burocratismos.

Aun así deben considerarse hombres afortunados: un informe de la Subdelegación de Ganadería, al cierre de noviembre, admitía que en la provincia 2 472 propietarios de ganado vacuno no disponían de las tierras necesarias para sus 12 897 cabezas.

Las preocupaciones de los ganaderos del convenio con Ruta Invasora giran, sin embargo, en otra dirección.
Las peculiaridades en el contrato de los servicios del inseminador y el destino de los terneros que la entidad debe comprarles una vez destetados para facilitar el ordeño de las vacas, generan dudas. Y no es para menos. El propio informe reconocía que “las unidades empresariales de base (UEB), brigadas u otras estructuras de atención a la reproducción no tienen plantillas completas”, al tiempo que sobre los terneros destacaba el “serio problema” de la cría artificial, pues al cierre de 2020 solo 613 terneros del territorio estaban en esa modalidad.

El documento habla también de “trabajar en la categoría de hembras en desarrollo para lograr bajar la edad al primer parto que hoy es muy alto e influye en los remplazos y en la estructura del rebaño hembra”. Y para rematar, se especificaba que había parido el 20 por ciento de las novillas, un indicador que debía superar el 30 por ciento.

La suma de esos dos problemas le resta tiempo al desarrollo. Por la cuenta de Eddy López Palmiro, director de la UEB Ricardo Rey, bajo la cual se agrupan 13 unidades de Ruta Invasora, las novillas debían incorporarse entre los 18 y 24 meses para que a los tres años ya estén paridas y hoy lo hacen sobre los cuatro.

Incluso, con una alta natalidad, sin muertes y con excelente manejo luego, un año de atraso es un tiempo que no todos están dispuestos a perder. Para los ganaderos de ese convenio, por ejemplo, cada día se lleva a punta de lápiz, sobre todo porque han invertido cientos de miles y hasta millones de pesos.

Leicer Rodríguez, al frente de la vaquería Uno, enumera su lista y no es poco. Arreglar caminos, cuartones, cercas, naves, comprar ganado, pagar buen salario a los trabajadores contratados… Piensa que dentro de cinco o seis años pudiera recuperar la inversión que ha hecho.

Omar, no obstante, cree que por el precio actual de la leche eso podría demorar mucho más. Su inversión, que ya ronda los dos millones de pesos, planea recobrarla en unos 10 años y ya anda ajustando cada centavo: “es que una hora de un buldócer te cuesta 150.00 pesos, debes ponerle el petróleo y se pasa 15 días pa’ limpiar una caballería. Y vas a buscar una varilla pa’ soldar y no la encuentras por el Estado y te costaba, antes del ordenamiento y de contrabando, 20.00 pesos, y con 1 000.00 pesos de varilla no haces na’.

 omarOmar ya no tiene que “disimular” con cerdos su amor por la ganadería. Hoy es el líder del convenio que se implementa en Ruta

“Esto lleva mucho dinero y dedicación. De otra manera no sacamos a flote el ganado de Jicotea”, dice con cierto pesar Omar, como si le pesara demasiado a quien, supuse, no tenía nada que ver con la ganadería y era, hace unos años, el mayor productor de cerdos del país.

Antes de todo eso el padre de Omar fue jefe de lote en las tierras que hoy él maneja por 20 años. Era un ganadero experto y por ahí debe habérsele colado el amor y su sapiencia de inseminador. Si antes criaba cerdos era porque en Ruta Invasora seguían creyendo que podía con sus 16 000 ha y todo su ganado. De lo contrario, Omar nunca hubiera sido porcicultor, y lo confiesa.

Tampoco lo hubiese sido Yuneisy, quien vive orgulloso de ser el sobrino de Ricardo Rey, el hombre que fue diestro ganadero antes de ser mártir en África y nombrar esa UEB o la escuelita del poblado.

Parece que el tiempo, definitivamente, termina poniendo las cosas en su sitio.

Hasta el joven Kenier Argüelles Prado, jefe de Producción de Ruta Invasora, que no vivió ninguno de esos pasados, se atreve a creer en un futuro de vacas de ocho y 10 litros de leche. “Con este incentivo del convenio, sí es posible, ya lo verá”, sentencia. Y, aunque no habla de años ni los ganaderos suelen ser tan jactanciosos, todos sospechan que la época de las vacas flacas quedó atrás.

Ya no es antes.