Después de un buen 2018, la Unidad Empresarial de Base (UEB) Flota Pesquera Marina Júcaro, en el municipio de Venezuela, al sur de Ciego de Ávila, sigue abriéndose paso contra el viento y la marea que imponen la obsolescencia tecnológica de las embarcaciones y la no correspondiente disponibilidad de algunas piezas y recursos indispensables para enfrentar urgencias y asegurar, a toda costa, la actividad fundamental.
No sin contratiempos, como los asociados a las artes de pesca o a la carencia de múltiples de escape para los motores Volvo, alguna que otra correa y rodamientos, los pescadores jucareños cerraron diciembre con unas 44 toneladas por encima de lo programado para la captura de camarón, especies de escama y el llamado pepino de mar.
Sin menospreciar el rol de hombres y mujeres para mantener del mejor modo posible el parque técnico, Vladimir Pons Santiesteban, director de la UEB, le atribuyó gran peso, en ese resultado, a los efectos del huracán Irma, que removió fondos marinos e hizo que los ríos vertiesen más alimento a favor de los peces.
Entre las familias jucareñas hay una arraigada tradición de pesca
La naturaleza, sin embargo, parece estar “cobrando” ahora, en 2019, esa bondad circunstancial y, junto a las consabidas limitaciones materiales, se ha acumulado cierto atraso en los niveles de captura, aun cuando, según directivos y pescadores, es posible recuperar terreno en la zona comprendida desde Canal del Pingüe hasta Tunas de Zaza, donde, además, operan medios de Camagüey y de Sancti Spíritus.
A la UEB le es necesario salir a flote, en el contexto de un plan que remonta ligeramente al del pasado año y que ni registrando sobrecumplimiento podría satisfacer la amplia demanda de productos marinos tanto en la economía nacional como en el consumo social y familiar.
Para ello, la entidad cuenta con 18 embarcaciones con muchos años de explotación, cinco de ellas destinadas a la pesca del camarón, una especializada en el estudio y muestreo de la presencia del crustáceo en la zona, con el propósito de sugerir dónde extraer con mayor seguridad, así como dos “enviadas” que se encargan de trasladar hacia tierra lo capturado.
Cada tripulación responde por sus medios
Se dispone, además, de la experiencia que acumulan hombres como Miguelito Gutiérrez Pérez, Osvaldo Contrera García, Manuel y Roberto Páez Marín, Rolando Danilo Casanova y otros, remolcando a los más jóvenes, incluidos cinco que se adiestran como patrones y maquinistas, sobre la base de lo aprendido en una escuela que funciona en Manzanillo.
Y se cuenta con 23 pescadores contratados que le venden a la UEB la producción extraída desde sus pequeños botes, para cuyo funcionamiento el Estado les asigna combustible, según las posibilidades de cada momento.
La brisa que envuelve a Júcaro es de optimismo. Lo demuestra la voluntad de recuperar el varadero que lleva años sin funcionar: estratégico para evitar gastos por contratación de servicio en otros lugares, y para generar ingresos hacia lo interno, del mismo modo que ha encontrado respaldo la intención de crear condiciones para enlatar pescado. Eso ahora puede parecer idea un poco soñadora o “loca”, pero en Júcaro se sabe que no avanzará jamás quien no se monte, con los ojos bien abiertos, sobre ese tipo de “cuerda”.
Este varadero debe estar recuperado para el 26 de Julio