Unas tres décadas han transcurrido desde que Miguel Delgado Rico decidiera irse a la finca con su padre. Desde entonces, aprovecha cada fruto: frijoles, tomates, yuca, calabaza…; aunque, en los últimos dos años, ha reservado par de hectáreas al tabaco tapado, cultivo que apenas pensó volver a labrar algún día, si “los recuerdos vienen de chamaco”.
Fruto también de la pericia de este hombre de campo, asociado a la Cooperativa de Crédito y Servicios Evelio Molinet, del municipio de Majagua, fue lograr que, el 10 de octubre pasado, su propiedad se convirtiera en el foco de atención entre los vegueros avileños, pues allí se dio inicio a la campaña de siembra del tabaco, temporada que llegará hasta el 15 de enero próximo.
Incluso, cuenta que sembró “bajo protesta”, pues de la Empresa Agropecuaria de Florencia, encargada del cultivo del tabaco en Ciego de Ávila, fueron a verlo: “‘Oye, Miguelito, vamos a arrancar la campaña en octubre, que viene la gente de la provincia’, me dijeron ellos, y les repetí que la tierra no tenía condiciones, que estaba mojá mojá”.
En conclusión, él decidió “meterle el pecho” al atraso causado por el alto nivel de humedad en los suelos y la negativa del banco de conceder nuevos créditos a los productores con deudas.
La Agencia Cubana de Noticias informó sobre una de las causas de los atrasos
Así llegaron los aplausos al campesino, para quien 2018 resultó muy favorable, pues obtuvo capa de exportación —hoja destinada a formar la cubierta exterior del tabaco torcido— con tremenda calidad, a pesar de que fue su primera vez en sembrar este tipo de cultivo, buena noticia para un renglón importante en el país.
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Mientras caminamos hacia el plantío y Miguel respira la aromática hoja como ninguno de los que allí estábamos, le digo: ¿Qué le motivó a “girarse” hacia el tabaco tapado?
“Esto, con poca área, rinde bastante; tiene un poquito más de respaldo de recursos para garantizar las labores y, además, es lo que da divisa”, responde.
Ya dentro de la vega, recuerda que en el calendario anterior decidió empezar con una hectárea, en la que logró un rendimiento de tres toneladas, incluida la recolección de capadura, calificado de bueno, cuando los planes iniciales anunciaban una tonelada y media. “El tabaco lleva dedicación y buen control fitosanitario cada siete días”.
Para la actual contienda, preparó dos hectáreas de tierra; una de ellas la sembró de la variedad espirituana Criollo 2010, cuya semilla fue adquirida en un cepellón de la localidad de Guadalupe, en Florencia. “Es muy codiciada, pues da mucha capa, que es lo más que se vende y vale”. La otra, fue preparada para el Criollo 98.
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Sin embargo, todo no es como texto de diploma. Sucede que la primera hectárea sembrada, con la que arrancó la presente temporada en la provincia, no recibió en tiempo el nitrato necesario. Según él, que bien habla de “un poquito más de respaldo de recursos”, “eso representa algo en el rendimiento”. Ojalá detrás de ese “algo” no aparezcan luego números imprevistos.
Quizás lo anterior, y Miguel lo sabe, no estuvo en los vaticinios de Pablo Bello Bello, jefe del departamento agrícola de Tabacuba, cuando aseguró a la Agencia Cubana de Noticias que el país dispone de todo el respaldo en recursos para garantizar las labores hasta la recogida de la hoja.
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Y las dificultades quedan destapadas, al contrario del tabaco. “Otro problema que tenemos es con el beneficio —etapa para definir los destinos de la materia prima—, porque las escogidas de aquí son muy lentas y con pocos trabajadores, a tal punto que Ciego de Ávila ha tenido que llevar tabaco para Matanzas y Holguín”.
Urge acelerar entonces el beneficio y que la hoja pueda ir rápido a la industria. Tal vez resulte la estrategia de crear microescogidas en todos los sitios que sea posible, a fin de agilizar el trabajo, y revisar las formas de pago a los obreros, eso si se quiere seguir sumando cientos de manos a esta actividad.
“Los de acá no ganan lo mismo que los de Matanzas. ¿Tú sabes cuántas mujeres tiene la escogida en Pedro Betancourt? ¡90!, que terminan una vega en un día, o sea, una tonelada y media diaria. Y aquí, para que una escogida te haga esa cantidad en una semana, ¡eso eeeeee! En Florencia, Marroquí y Tamarindo había nueve mujeres; y en Guadalupe, siete”.
Hay trabas que truncan empeños, pero no son definitivas. La historia recoge que, desde el año 2006, el plan de siembra de tabaco tapado ha ido en ascenso en el territorio, pues de 20 hectáreas se llegaron a 500 en la última campaña.
Se trata, además, de mantenerse entre las tres primeras entidades cubanas que logran con calidad este importante renglón para su venta al extranjero, luego de una en Mayabeque y otra de Matanzas.
Preocupado, el campesino majagüense comenta que entregó su producto el 4 de abril último y, hasta el momento de la entrevista, no sabía cuándo iba a trabajarse ese tabaco ni cuándo lo cobraría. Quedaban antes de él, agrega Miguel, “dos tabaqueros grandes de la zona”.
En medio de la presente campaña, con la primera recogida encima, el veguero manifiesta: “si se hicieran las cosas en tiempo, no habría problemas. El campesino guapea con el riego de agua, algunos fertilizantes químicos y medios biológicos, y otros recursos para el tapado de la hoja, pero después no nos están respondiendo”.
En lo que salimos de la vega, señala que la tela protectora la dan cada cinco años, por lo que hay que cuidarla. Asimismo, deja ver lo complejo de la preparación del suelo, determinante en el resultado, lo que debe hacerse desde julio. “Todo el que ve este tabaco se queda loco”, concluye, y sonríe.
Los que apenas sabemos del cultivo, tocamos madera, por Miguel y los otros 522 tabacaleros avileños, responsables de “explotar” al máximo 500 hectáreas en la variante de tapado, con el objetivo de ganar buena capa de exportación, y 230 en la modalidad de sol palo, de la cual se consigue la picadura y el capote —capa que le da el sabor al tabaco— destinada al consumo nacional.