En el municipio de Ciro Redondo funciona un colectivo que no produce azúcar, pero que desde sus talleres tributa a la eficiencia de la tradicional industria criolla con la reparación de locomotoras y medios de carga.
La tradición ferroviaria en el más céntrico municipio de Ciego de Ávila tiene el sello de unos talleres que prestigian a esta rama del transporte en toda Cuba: la unidad empresarial de base Ferroazuc Ciro Redondo.
Dedicada, en lo fundamental, al traslado de azúcar, caña y miel, los miembros del centro aseguran, a pesar de las carencias, el mantenimiento de los trenes de carga empleados en la zafra, y que por esos equipos no se generen atrasos.
Según las estadísticas, logran el propósito. Miguel Ángel Martín Cuesta, subdirector de Aseguramiento y Servicio, refiere que el pasado año cumplieron al 114 por ciento el plan de transportación, y sus ventas netas llegaron a 10 millones 333 154.00 pesos, cifra superior a los ocho millones 363 532.00 previstos.
A diferencia de otros períodos, las utilidades netas solo llegaron a 48 059.00 pesos, debido a un proceso de ajuste de inventarios que implicó numerosas bajas a equipos ya deteriorados; movimiento necesario por la cercana integración a una empresa nacional que regirá el ferrocarril relacionado con la industria.
De sus retos más recientes destaca el aseguramiento de la zafra que está en marcha, con la garantía de 380 vagones; acción que se complicó en los destinados al central pinense, porque fue necesaria una inversión en 132 medios, los que tuvieron que modificar para que su modo de descargue fuese lateral.
José Antonio Rodríguez Fernández, subdirector de Material Rodante, afirma que también dejaron listas 20 locomotoras, pero aclara que no fue fácil, ya que los recursos empleados los obtuvieron de los equipos dados de baja.
Miguel Acosta Hernández, 43 años de labor y sigue apasionado por darle vida a las locomotoras
“Lo más importante es la reparación de motores con nuestras innovaciones”, explica el mecánico Miguel Acosta Hernández, quien acumula 43 años de experiencia en la institución.
Asegura el veterano ferroviario que la esencia de sus funciones radica en solucionar los problemas con lo que tengan a mano, porque no poseen los recursos que necesitan y deben apelar a materiales en desuso, empleados para elevar el coeficiente de disponibilidad técnica.
En opinión de Ricardo Rosa Sánchez, responsable del taller de locomotoras y secretario del Comité del Partido en la entidad, han centrado las faenas en la revisión y el mantenimiento, acciones que permiten prever o detectar a tiempo las roturas.
Asegurar la continuidad
La transmisión de conocimientos a los noveles se incluye entre los propósitos del equipo de trabajo. De ello son testigos los jimaguas Oleido y Oleidi Borroto Meriño, de 21 años de edad, y formados como mecánicos en el politécnico Cándido González, de Camagüey.
No por casualidad escogieron la especialidad de mantenimiento y reparación de equipos ferroviarios, pues el papá siempre ha trabajado en este giro, hace unos años como retranquero, y ahora dedicado a la mecánica.
De los noveles, la opinión es excelente. Sus colegas los conocen desde que eran niños, casi que nacieron en estos talleres. Hoy, ya como obreros, les dan una tarea y la acometen con fundamento y dedicación. Y no son los únicos. Hay otros muchachos con similares funciones y deseos de aprender.
Los jimaguas Oleidi y Oleido, seguidores de la tradición ferroviaria
El proceso de ordenamiento económico les llega como anillo al dedo, con un salario que ronda los 2 500.00 pesos; pero en meses como enero, cuando el trabajo ha sido más fuerte, pueden devengar cifras superiores.
Más allá de la zafra
Los ferroviarios de Ciro Redondo no se limitan a los ámbitos municipal y azucarero. Sus funciones se extienden a los establecimientos de Baraguá, Enrique Varona, y Primero de Enero; y también trasladan áridos en la provincia, y yeso hasta las fábricas de cemento de Cienfuegos y Santiago de Cuba.
Asimismo, desde la Perla del Sur conducen hasta Camagüey cereal para la alimentación animal, fertilizantes hacia varios puntos del occidente y el oriente de Cuba, y aportan al traslado de minerales para la exportación en Camagüey.
Por la eficiencia en sus funciones, los trabajadores merecieron, desde enero hasta noviembre del pasado año, pago por resultados y estimulación en divisas; y en lo referente a los equipos, les asignaron siete modernas locomotoras importadas desde Rusia, 100 tolvas y 34 volquetas nuevas.
Unido al reconfortante salario, la atención a los trabajadores se complementa con la entrega de overoles a quienes laboran en los talleres, más ropa y zapatos.
En cuanto a los talleres, el pasado año terminaron el techado de todas las áreas, afectadas por el huracán Irma, y mejoraron las condiciones de los cabuses con recursos que benefician a las tripulaciones.
A diferencia de otros años, este 29 de enero, día de los ferroviarios cubanos, no será una jornada festiva como en otras oportunidades, pero sí de alegría. Han trabajado duro y tienen como premio el prestigio entre los transportistas avileños, la satisfacción de buscar la eficiencia con recursos propios.