En Ciego de Ávila: La comida tiene que entrar por casa

Consideraciones acerca de algo tan necesario como factible si se trabaja bien: el autoabastecimiento municipal

Ha estado insistiendo la máxima dirección del país, con más énfasis en los últimos tiempos, para que todos los municipios cubanos logren autoabastecerse en viandas, hortalizas, granos, frutas, carne…

Con mejor oído y mano más dispuesta, algunos territorios avanzan en ese empeño que, ni es nuevo, ni deviene capricho de alguien en particular.

Si la memoria no falla, y no tiene por qué fallar, hace alrededor de 30 años, cuando irrumpió en el acontecer cubano aquella etapa conocida como Período Especial, se diseñó una estrategia que buscaba precisamente eso: que cada municipio, zona de defensa, asentamiento, fuese capaz de resistir, responder a sus necesidades alimentarias y avanzar, bajo cualquier circunstancia, incluso en condiciones de aislamiento, sin depender de nadie.

No por casualidad, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR, les concedió a los frijoles, la misma importancia que a los cañones.

Tres décadas después, mientras municipios como Ciro Redondo tienen mejor enfilada su artillería productiva hacia los frijoles (alimentos en general) otros como Chambas, Morón y Bolivia no acaban de resolver el problema y parecen tener trabado el disparador en la posición de tiro a tiro.

Hombre comprando yucaSi el agro da, la placita tieneLo demostró un reciente encuentro para analizar precisamente el comportamiento de ese asunto en la provincia de Ciego de Ávila.

Como se ha dicho en otras ocasiones, y así lo recalcó Raúl Pérez Carmenate, Presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular, la aspiración es que, cada mes, todo habitante tenga la posibilidad de comprar 30 libras de viandas, hortalizas, frutas y granos, además de 5 kilogramos de carne porcina, de aves y ovino-caprina, fundamentalmente.

¿Por dónde andaba el real de ese noble empeño al cierre del primer trimestre?

De acuerdo con datos de la Delegación Provincial de la Agricultura, la etapa inscribió 15,29 libras percápita, según explica Arturo Gómez Ramos, subdelegado de cultivos varios, tendencia creciente sobre todo a partir del mes de enero, de acuerdo con el reporte que consta en la red diseñada para ese tipo de ventas.

Aunque en tales estadísticas no suele constar lo que la gente compra “por fuera”: carretilleros, ferias, puntos informales o no controlados a ambos lados de las carreteras, quienes tienen el encargo de hacer que el programa avance y dé frutos reales no pueden estar satisfechos, aun cuando la comparación con otras provincias marque diferencias favorables a favor de Ciego de Ávila.

Lo indica no solo el frío dato de unas ventas que, a todas luces, pudieran ser superiores. Asuntos como la siembra y la contratación muestran grietas por donde se escapan incalculables posibilidades.

Al concluir marzo, por ejemplo, y de acuerdo con lo que trascendió en el mencionado análisis, ningún municipio cumplía los niveles de una contratación que, a escala provincial, apenas alcanzó el 51 por ciento de lo previsto.

Territorios como Chambas (17 por ciento), Majagua (25), Bolivia (28), Baraguá (34) y Florencia (34) indican que algo no está fluyendo bien.

La más real evidencia, quizás, anida en el criterio de hombres como el delegado de la agricultura en Chambas, para quien “hay blandenguería en algunos de quienes dirigimos el sector y no hemos sido capaces de acopiar lo mismo que siguen revendiendo por la calle intermediarios y carretilleros”.

Pero el asunto ramifica tumor desde la raíz. Mientras directivos del sector en Baraguá admiten que “la gente no quiere sembrar yuca o boniato porque se lo permitimos: algo que jamás había ocurrido en nuestro municipio”, el fenómeno rompe récord en zonas como Ranchuelo, donde, según lo dicho, los productores siembran cuatro veces más frijol que el previsto (recordemos que da magníficos dividendos o “multipliquendos”) “pero nada de boniato”.

Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la agricultura, es claro al afirmar que no se trata de impedir que el productor siembre el frijol que desee (renglón que, por demás, satisface necesidades, sustituye importaciones, etc), mas todo el que tiene tierra y la explota debe entender que la población también necesita calabaza, boniato, yuca, malanga, maíz, vegetales, frutas, proteína animal… ¿Y hacia dónde vamos si todo el mundo se empeña en sembrar solo frijol o maní?

Pongamos pies en tierra. ¿Quién desconoce que, en momentos tan apretados como los que vive el país, en medio de insuficiencias internas, pero también de una política cada vez más agresiva por parte de la administración Trump, al guajiro no le llega todo lo que tecnológica o logísticamente demandan sus cultivos? Olvidar eso sería injusto y errado.

MataderoPara que instalaciones como esta, en Morón, funcionen así, tiene que haber permanente respaldo productivo estatal y privado

Pero se impone, también, una interrogante: ¿Cuántos, de los casi 500 productores que en la provincia disponen de tierra para criar ganado menor, fomentan de verdad esa actividad de acuerdo con potencialidades y, además, aportan los correspondientes volúmenes de carne?

Creo que nadie podría ofrecer hoy el dato exacto. Por eso es tan útil como necesaria la idea de concretar, por fin, un levantamiento, productor por productor, que muestre realidades a favor de dos eslabones vitales en la cadena de beneficiados: la economía nacional, y el mayor y más importante consumidor: el pueblo.

Del mismo modo, no estaría de más recordarles a algunos cuánto desembolsa la nación por cada kilómetro de red (cables, postes, transformadores…) para llevar la electricidad hasta recónditos parajes productivos.

No se trata, en fin, de un poco de vianda o de carne. Hablar de autoabastecimiento municipal significa 72 000 toneladas de alimentos en una provincia como esta, donde el problema no está, únicamente, en llenarles la cesta o el estómago a miles de habitantes, sino en garantizar, además, unas 2 000 toneladas, cada mes, para la capital cubana, porque es estratégico, pues ¿dónde va a sembrar y a cultivar la ciudad de La Habana todo el alimento agrícola que necesita su población?

Cosecha de plátanoCada mes la provincia envía unas 2 000 toneladas de productos agrícolas para la capital cubana

Y es, también, no olvidar que producciones avileñas llegan, mes por mes, a otras provincias desfavorecidas “agriculturalmente” por el clima, por capacidades o por incapacidades. Es tener presente que de aquí salen todos los meses del año renglones como el excelente plátano de la Empresa Agropecuaria La Cuba para más de 250 instalaciones de turismo en todo el Archipiélago. ¿Dónde estará la fuente de todo eso si no en nuestras propias manos y tierras? ¿O acaso la mejor solución es comprarlo fuera del país?

Téngase presente que, de lo ordeñado al suelo, hay que exportar para buscar la divisa que le permitirá a Cuba comprar en el exterior un poco más de lo mucho que necesita la nación y que, por insuficiencias más subjetivas que materiales, no garantizamos; hay que sustituir compras innecesarias en el mercando internacional, hay que destinar a la imprescindible actividad de semillas para asegurar próximas siembras.

¿Ha pensado usted, amigo lector, en eso? Al final, sea cual sea su ocupación, lo que necesita es que el territorio donde vive sea capaz de producir lo que sus habitantes demandan y un poco más, por si otros no pueden llegar a niveles similares.

Alimentación de avesNada impide la crianza de aves, conejos y otros animales en el ámbito familiar y comunitario

Y eso, hasta donde la experiencia me acompaña, no lo donará Trump, ni quienes idearon y atizan brasas al capítulo III de la incendiaria Ley Helms-Burton. Autoabastecimiento, dicho en buen cubano, es sinónimo de “eso va por mí”.

Hágase, pues, realidad, la esencia de ello en cada lugar. Y no sea visto solo como un problema de la agricultura estatal o de la cooperativa y campesina. Lo que en los años 90 del pasado siglo cobró fuerza como el llamado cuarto escalón (parcelas comunitarias, familiares), no ha perdido vigencia. De hecho, pie de crías hay para quienes deseen fomentar alternativas proteicas como la que genera la cunicultura. La crianza de aves de corral tampoco ha pasado a ser opción pretérita.

Para todo ello, y, sobre todo, para hacer funcionar bien las estructuras productivas existentes, hay hombres y mujeres encargados de planificar, contratar, prever, controlar, exigir, producir, comercializar; de no hacerlo, un día no podremos hablar con satisfacción de esos “otros-mismos”: los que de lunes a domingo tienen la necesidad biológica y humana de alimentarse o consumir.