La falta de correspondencia entre ambos indicadores suscita inconformidades. Invasor busca explicaciones
Víctor Limia de la Rosa lleva un mes “largando las pestañas” frente a la computadora. Años como especialista de Precios en el Grupo Empresarial del Comercio de Ciego de Ávila, le convierten en el “zar de las cuentas”. En casa, una sumatoria de gastos ocupa agendas.
Sin embargo, no solo él conoce al dedillo la (de)formación de precios en los días iniciales de la Tarea Ordenamiento en el territorio. Allí, en la Empresa Provincial de Industria Alimentaria (EPIA), Yoalis García Álvarez, su directora contable financiera, habla de 724 productos que se comercializan a través de Comercio y puntos de venta propios, entre ellos el pan normado de 80 gramos, con un valor centralizado (ahora, 1.00 peso) e inalterable en este nivel.
Levadura a los precios
¿Por qué si los insumos son los mismos, se hornea un pan bueno y otro malo? Salen con calificación de mal sensorialmente, con sabor y olor a crudo, gomosos y, además, pisos del pan permanecen sucios... ¿Dejará de ser el nuestro de cada día y será entonces para cuando queramos comprarlo?
En lo que se enrumba la Tarea Ordenamiento, la compradora Alejandrina Oliva Borrego considera que el inconveniente del pan no es su nuevo costo —19 veces por encima—, sino la calidad, en lo que coincide la especialista principal de Gestión de la Calidad en la EPIA, Yemen Lara Simé.
“La calidad de las materias primas nacionales es la misma: mala harina (del Molino de Trigo de Cienfuegos, con granulometría no aceptable y alto grado de salvado), levadura y concentrado para pan, porque en estos momentos no hay núcleo.”
Para ella, “el factor humano es decisivo, pero los panaderos no son magos ante la constante inestabilidad con las materias primas. La harina entra verde, amarilla, llena de salvado, dura, blanda, de media fuerza… Tenemos que mezclar hasta tres lotes diferentes para ver cómo podemos llegar a una calidad aceptable.
“Los hornos poseen décadas de explotación y, en reiteradas ocasiones, cocinan solo las bolas de las esquinas de las tártaras, una herramienta en déficit que provoca apretazón de los panes. En la repostería sucede parecido, porque es la misma harina.”
Las técnicas de Calidad Dania Davis Blanco, Arelys Pérez Crespo y Lidiesky Palomino Méndez, de las unidades empresariales de base de Primero de Enero, Morón y Chambas, en ese orden, coinciden en que el problema es generalizado y señalan que el país tiene que enfocarse en adquirir utilidades para cambiar esta realidad, o las personas seguirán dejando el pan en la panadería o la bodega.
Dejar de comprar el alimento fue una entendible reacción de los consumidores, manifiesta Yemen Lara Simé, aunque explica que no habrá cambios inmediatos: “Nuestras 98 unidades —41 panaderías, 17 panaderías-dulcerías, 14 dulcerías, entre otras— continuarán operando con las materias primas de antes, insisto.”
En relación con el pan, la ministra del Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, precisó en el espacio televisivo Mesa Redonda que “se han realizado más de 231 inspecciones en 15 provincias; se han detectado varias inconformidades y se han adoptado medidas disciplinarias, pero la realidad es que en varios territorios el nivel de producto que se ha quedado en el establecimiento denota que la relación calidad-precio no es la que debería ser.
“De ahí el nivel de exigencia que deben tener la industria y los gobiernos municipales, pues se elabora localmente.”
Díaz Velázquez llamó la atención sobre el rigor que deben tener el sistema de comercio y los dependientes en las unidades donde se vende “para exigir que el producto que no viene con calidad no se reciba, porque antes de que la población se disguste, debe ser el vendedor quien no ofrezca un producto sin la calidad requerida, además de respetar el gramaje y las normas establecidos”.
¿Qué sucede en Comercio con el pan normado? Según la Resolución 311/2020 del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), publicada en la Gaceta No. 70 Extraordinaria de 2020 en la que se centralizan los precios y tarifas mayoristas máximos de venta interna a la economía, ese producto es entregado por la EPIA a Comercio a 97 centavos, organismo que lo ubica en bodegas, no siempre con la manipulación requerida, al decir de la Especialista Principal de Gestión de la Calidad en la EPIA. En las panaderías se vende por 1.00 peso.
Ahí es cuando Víctor Limia declara que con el precio mayorista de ese producto alimenticio y el minorista, ambos determinados por el MFP, “el Comercio asume la pérdida, con un ‛margen de ganancia’ de 3 centavos. Cada producto debe aportar su pedacito, para no tener que recobrar esa pérdida a través de otro con exceso de utilidades”. A eso se suma vender liberado ese pan que las personas dejan en las bodegas, que en los últimos días supera las 8 000 unidades.
Yoalis García Álvarez precisa, asimismo, que el MFP estableció índices máximos para establecer importes, o sea, que el precio anterior del producto se multiplicó por un “numerito” para el arranque de las ventas y no detener las producciones.
“Los precios de los productos de panaderías —repostería que se expende en las dulcerías de Gastronomía— fueron formados igualmente. A las viejas fichas de costo conformadas con los precios mayoristas, se les aplicó como índice de reforma del precio 6.77, para derivados de la harina. Si antes algo costaba 11.00 pesos, se multiplicó por 6.77, cuyo índice estará vigente por seis meses”. Según la Gaceta No. 70, en el resto del año será 7.93.
En ese período, subraya Yoalis, se trabaja en la reconstrucción de las fichas de costo, que significa actualizar los importes de todo lo que interviene en el proceso productivo. Además, y ella lo reconoce, “no podía paralizarse el país porque no existiera una formación de precios a su debido tiempo”.
Cuentas que cuentan
Los precios mayoristas deciden sobre los minoristas, y no todas las empresas mayoristas los han precisado. Por eso, sin hacerse al ritmo esperado, “se están revisando los minoristas a partir de números reales, para informarlos a los niveles competentes”, indica Limia de la Rosa. Existe un modelo de formación de precios que tiene en cuenta los impuestos a pagar al Estado por las ventas y el margen comercial de la actividad.
En tal sentido, Reinaldo Frómeta Romero, director del Grupo Empresarial de Comercio en Ciego de Ávila, insiste en que la distribución no se puede parar por desconocimiento del precio de un producto cualquiera.
“En Morón no se quería comercializar la croqueta capitán porque no tenían el precio, lo que no puede pasar, aunque la etapa en la que estamos sea pa'lante y p'atrás. Se busca comunicación urgente con el Grupo y se consulta con el especialista a cargo. Que nadie se someta a renunciar a un producto porque no tiene el precio. La solución hay que buscarla en el momento.
“Estudiamos el precio de la pizza de queso, que de 18.00 pesos pasa a costar 15.00. Revisamos también el de los rones en la Gastronomía, de la merienda escolar y del Sistema de Atención a la Familia, que siguen siendo hasta los 13.00 pesos la comida. Valoramos el helado a 4.00 pesos la bola, así como el café, los refrescos y los materiales de la construcción.”
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Varias fueron las quejas sobre el importe de una bolsa de yogur de soya a 5.00 y a 10.00 pesos, siendo el mismo producto, pero no el mismo organismo expendedor. Frómeta Romero esclarece que “en Comercio, por Resolución, es a 5.00 pesos, y en la Gastronomía se debe vender por vaso, a 1.25 pesos. En este último caso, no debiéramos comercializarlo en bolsa, pero se decidió que pueda ser de las dos formas y, si es en la bolsa, que sea a 5.00 pesos”.
Limia de la Rosa, quien sabe la importancia de su entrega en términos de reducir afectaciones a todos los implicados, refiere que “se buscó un precio que quizás no es el definitivo, pero había que tomar la decisión de hacerlo e ir subsanando los errores. El objetivo es tenerlos aprobados antes de que termine enero”.
Ahora bien, Marino Murillo Jorge, jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, hizo mención al enfrentamiento a los precios abusivos y especulativos, y ejemplificó que en las ventas minoristas crecerían 1.6 veces.
“Los precios en el Estado prácticamente no suben. Suben los productos que les quitamos los subsidios. Los de las tiendas casi no crecen.
“De ahí que no será en el sector estatal donde se producirá el incremento de precios, que es 1.6 veces, lo cual no afecta el salario real, ni su capacidad de compra”.
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Sin embargo, la realidad altera esas premisas. “Partimos de un índice de incremento que no es el más idóneo, sobre los 3.00, 3.20, 3.30…, para ver qué número nos va dando”, agrega Víctor Limia de la Rosa. Y tampoco es fácil pensar 804 platos diferentes en la Gastronomía, en cuatro categorías; más de 700 productos de la Industria Alimentaria local y cerca de un centenar de materiales de la construcción locales.
Entonces, el Director del Grupo Empresarial de Comercio en Ciego de Ávila convoca al “monitoreo de la comercialización, pues se han dado un sinnúmero de chapucerías, y a más seguimiento a las 627 kilocalorías per cápita diarias que debemos garantizar a la población”. Definitivamente, hay que esperar y generar riquezas, ajustarse bien el cinturón, y sacar papel y lápiz.
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