El zumo del campo en Ciego de Ávila

Comprar limones está siendo más fruto de las casualidades que de la oferta, pero ¿hasta dónde hemos “exprimido” en Ciego de Ávila las intenciones de llevarlo, otra vez, a la mesa?

Las limonadas de la infancia son un dulce recuerdo que cada vez se vuelve más lejano. Y deben suponerlo: ni los pomitos plásticos a 10.00 pesos (CUP) con ese líquido que debe tener limón al uno por ciento, ni las cajitas de zumo de limón que esporádicamente luce alguna tienda, ni los limones tiernos-movíos-sin zumo de una pilita temporal, saben igual.

Y comienzo a sospechar que solo de mis nostalgias podré “tomar” aquellos limones amarillos, lisos, de cáscara fina, que se exprimían de rozarlos. Para colmo, ni siquiera puedo culpar del todo a la plaga del Huanglongbing (HLB) que en 2008 hizo desaparecer los limoneros en Cuba, pues trascurrieron 12 años desde que arrancáramos la enfermedad de raíz e hiciéramos hasta marabú de las plantaciones. Si tenemos en cuenta que al limón le toma cuatro años alcanzar su madurez productiva, podríamos preguntarnos por qué hoy sigue siendo fruto de las casualidades y no un común aliño cubano.

Quizás por eso algunos sintieron extrañeza al conocer, a finales de enero, que Guantánamo enviaba su primera carga de limones para exportar; y no porque desconocieran lo imperioso de exportaciones que luego se traducen, por ejemplo, en la importación del arroz que aquí no somos capaces de cosechar, sino porque daban por perdido el fruto.

Fue entonces que quise sondear el terreno para entender hasta dónde las exportaciones podrían ser sostenibles y no un incipiente coqueteo con el mercado, hasta dónde pudiéramos complacer al destino hotelero para evitar que se nos encarezca el mojito cubano con limones extranjeros y cómo se abastecerían entonces nuestras placitas.

El reporte guantanamero informaba que el guajiro recibía 700.00 pesos por cada quintal, más el incentivo en divisas que le permitía comprar insumos. Pero vayamos por partes.

El director comercial de Acopio, en Ciego de Ávila, asegura que a los campesinos de la provincia se les paga la libra a 1.70 CUP (y aclara que cada territorio fija su precio). Tiene, incluso, que buscar en su listado para estar seguro porque “no es un dato que domine de memoria, no lo comercializamos con frecuencia”. Si el quintal tiene alrededor de 220 libras, entendemos que Acopio ofrece unos 374.00 CUP por cada quintal, por lo que hasta aquí la cuenta sigue siendo favorable a las exportaciones.

Limón criolloLos limones criollos se comercializan en pilitas que cada vez son más “itas” y más esporádicas

A esa cuenta le añadimos, entonces, el incentivo en divisas y la acercamos al territorio, pues la Empresa Agroindustrial Ceballos pretende sumarse este 2020 a los envíos foráneos de limón. Según el cálculo que facilita su Director de exportaciones (y que no fue fijado por el emporio avileño), ese por ciento en divisas que tiene respaldo para importar insumos dejaría la cuenta de este modo.

Por cada dólar exportado la empresa cubana retiene ahora 0.6877 peso (hasta hace unos meses era 0.24), la OSDE toma un porciento nada despreciable para “otras obligaciones” y la empresa queda, finalmente, con 0. 4266 peso. De ahí se estipula que, al menos, un 80 por ciento vaya al productor primario, al guajiro que cosecha el limón, por ejemplo. Serían unos 0.34 peso. No obstante, tocaría compartir dividendos si existiese una minindustria que mediara entre la empresa y el guajiro, digamos una unidad que beneficie el limón, lo seleccione, empaque… en fin, que los 0.34 pudieran rondar los 0.20 para el hombre del surco.

Ahora tomamos esa cifra y veamos cuánto recibiría por el quintal de limón, según el valor con el que podría venderse en el mercado internacional, donde un kilogramo (kg) puede cotizarse a 0.55 euro. Basándonos en ello, se ingresarían 55.00 euros por 100 kg y el campesino recibiría alrededor de 18.00 CUC. Esa cifra es la que tendría respaldo para importar insumos, por lo que continúa siendo preferible exportar, que llevar limones a las placitas. Sigue siendo para el país un incentivo que se mira con dicha desde la placita.

Sin embargo, ciertos recelos surgen cuando Martín Alonso Gómez, que tiene limones en su finca y hace envíos semanales a la Cayería Norte de Ciego de Ávila, saca sus cuentas.

Para él las exportaciones todavía no son un aliciente… y lo sostiene a contracorriente. Más allá de las licencias sanitarias, los papeles y el reembolso futuro, entorpece la ausencia de posturas de limón. Lo planteó hace menos de una semana en un encuentro nacional de frutales, donde la tibieza demora los campos y planta espinas.

Las posibilidades de crecer para exportar son todavía lejanas, dice sin lamentarse, pues hasta hace unos días las ventas directas al turismo representaban 10.00 CUP por cada CUC y la cuota se aumentó a 24; al valor real de la tasa de cambio. En breve, el quintal de limones que lleva a la Cayería le reportará unos 3 312.00 CUP, de acuerdo con el precio del limón que hoy paga el Ministerio de Turismo. Serán unos 138.00 CUC. Negocio redondo.

Incluso, los que hoy venden limones en el Mercado de Ortiz, de la capital provincial, y admiten que pagan 600.00 CUP por cada caja y ni así aparecen, podrían comenzar a mirar al pedraplén. Y los que mantenían el suministro esporádico a Acopio y sus placitas, puede que lo sigan volviendo más esporádico aún.

Porque, sin desdeñar la importancia de exportar (que podría ahora mismo no ser tan atrayente para los guajiros avileños con casi una veintena de hoteles a 120 kilómetros, aunque continuaría siéndolo para el país, urgido de captar dólares para operaciones internacionales), deberían fomentarse producciones que lleguen también a la mesa.

Desde Matanzas un reporte de prensa cifraba los años mozos de Jaguey Grande en 30 000 toneladas (t) de limón, mientras que el Anuario Estadístico de Cuba reflejaba producciones nacionales que ni siquiera rebasaron las 8 000 t entre 2010 y 2015. Datos más recientes refieren 6 111 t obtenidas en Cuba en 2018, por lo que un fruto, aparentemente sencillo, como el limón puede darnos acidez si nos contentamos con la noticia feliz de la exportación y no miramos hacia dentro. Hay que exprimir (y comparar) las cuentas…y sacarle más zumo al campo.