¿El año del maíz en Ciego de Ávila?

Lo que necesitamos no es que se diga o que se planifique, solamente, es que, de verdad, la provincia acopie en 2019 alrededor de tres veces más maíz que el año pasado.

Sé que por ahí andará la reacción de mis colegas y de no pocos seguidores de nuestras ediciones digital e impresa, cuando lean esa aspiración de la agricultura en Ciego de Ávila.

Solo que ustedes y yo coincidiremos en que no se cosecha a pie de surco lo que antes no se ha previsto o no se ha planificado correctamente, con arreglo a factores como la disponibilidad y aptitud de suelos, semilla, agua, maquinaria, medios para combatir plagas y algo fundamental en todo proceso productivo: la voluntad, capacidad, experiencia de los hombres y el control sobre lo que se vaya ejecutando.

Si el territorio logra poner en línea todo eso, 2019 pudiera emerger como el año del maíz en Ciego de Ávila y acopiar no menos de 19 000 toneladas, sobre la base de una siembra que, de inicio, prevé 9 500 hectáreas, aunque en opinión de directivos y especialistas puede ser superior si el intercambio de productor a productor, con nombre y apellidos, fluye como se necesita.

Interesado en que así sea, aquí y en todo el archipiélago, el Ministerio de la Agricultura asegura que se dispone de semilla tratada, certificada y con el requerido poder de germinación. Calibrarla será asunto de obvia preocupación y ocupación en cada lugar, en aras de una adecuada uniformidad en la plantación, tras la siembra por parte de la máquina.

Es cierto que la insuficiente disponibilidad de productos químicos pudiera afectar un tanto los rendimientos, pero el empleo de medios biológicos (a mano de cada territorio, cuando este se empeña en producirlos) y el incremento en áreas puede contrarrestar en gran medida ese inconveniente, en caso de presentarse.

Desatar todas las potencialidades, sin importar incluso cuán alto sea luego el sobrecumplimiento con respecto al plan previamente fijado, no es capricho de última hora. Conocidas son, en primer lugar, las limitaciones que ha venido enfrentando el país con el pienso para alimentación animal. ¿Y quién no sabe que para cerdos, gallinas y otros animales, el maíz ha sido, históricamente, excelente plato? Dicho en otros términos, el maíz puede aportar perniles.

El otro, e indiscutible, destino sería el consumo humano y no es preciso profundizar en las razones. Baste decir que, aun cuando la agricultura avileña se ha recuperado, en lo fundamental, del tremendo golpe que le propinó Irma, las placitas no acaban de mostrar el semblante que tuvieron tiempos atrás, realidad que repercute de forma directa sobre la cocina hogareña.

Se necesita, en fin, un vuelco que revierta lo logrado en 2018 cuando, según recoge el informe presentado a principios de este mes en la Sesión Ordinaria número 6 de la Asamblea Provincial del Poder Popular, el territorio apenas pudo asegurarle al balance 5 528 toneladas de 6 500 en plan.

Por ello, al aporte de empresas agropecuarias como La Cuba, la Arnaldo Ramírez o la Integral Agropecuaria Ciego de Ávila, pueden sumarse otras como Ruta Invasora, básicamente ganadera, mediante la inserción de ese cultivo en áreas liberadas de marabú, tal y como afirma su director Ricardo Pérez Echavarría.

Tal punto de vista es válido para la Empresa Azucarera Ciego de Ávila, que pudiera no solo sembrar el grano en áreas vacías o destinadas específicamente a ello, sino también en otras que no vayan a ser plantadas de la gramínea en la campaña de frío.

Pero la cruzada no se gana sin la participación de cientos de productores individuales, con suficiente experiencia en el giro.

Posibilidades y potencialidades, en fin, no faltan. En meterle la cabeza y el puño al asunto debe estar la fórmula para que, al final, mis colegas y nuestros lectores despejen sus dudas y ocurra lo mejor: que el maíz llegue, en el mayor volumen posible, al hocico de animales, al pico de las aves y al paladar humano.