Durante un recorrido por instancias de la provincia de Ciego de Ávila, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, constató cuánto le falta al sector para perfeccionar su manejo
Los números avileños van en picada y ninguno de los datos expuestos a la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, revelan el contrapicado en la imagen reversible del sector; al menos, no a corto ni mediano plazo.
Porque, como mismo supo que la circulación mercantil minorista se sobrecumplió y recaudó “de más”, 281 millones de pesos al cierre del primer semestre, estuvo al tanto de que las cuentas por pagar ascienden a 300 millones. Ese es el monto de la deuda y los más de 160 millones a pagar que hoy están “en término” podrían irse de fecha…y sumar adeudos.
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Es decir, el comercio y la gastronomía pudieran estar realizando mayores gestiones de compra-ventas, aportando el porcentaje correspondiente a la circulación mercantil, y aun así podría ir aumentado su deuda con los principales proveedores; el Lácteo, el Cárnico y la Empresa Mayorista de Alimentos.
Tal contrasentido se sustenta, en parte, por la venta de la canasta básica, que ocasiona pérdidas cada mes (el precio de venta de algunos productos no cubre sus costos), y por la aún insuficiente gestión mercantil que desde el 2020 realizan las unidades, lo cual todavía no les permite holgura en su liquidez.
El director económico del Grupo Empresarial de Comercio en Ciego de Ávila (GECCA), Edelmis Ríos Sánchez, lo traducía con otros números. “El costo por peso está en 0.78 centavos, y de los 0.22 centavos restantes, el 25 por ciento se emplea en salarios (…) Al final nos quedan disponibles apenas 0.7 centavos por cada peso y con eso podemos hacer muy poco”.
Ante esa contracción, la ministra les repetía una fórmula que aquí saben de memoria. Hay que disminuir costos o vender más. O los dos. “Y con esto no digo que vayan a un proceso de disponibilidad, sino de que revisen cada gasto, exploten cada facilidad y apliquen incentivos de pago a los trabajadores para que gestionen mejor sus ventas o servicios.”
Lo hacía notar horas antes durante un recorrido por instalaciones del comercio y la gastronomía cuando en la bodega La Avileña preguntaba, por ejemplo, por qué no variaba el salario de sus trabajadores en función de las ventas de productos gestionados.
Por qué no definen un porcentaje de esas ventas para la unidad si la Unidad Empresarial de Base (UEB) puede gestionar las formas de pago, preguntaba la ministra para luego señalar que podrían, incluso, ganar, ya no por arrendar el lugar a cuentapropistas, sino por vender ellos mismos dichos productos en consignación y definir también un porcentaje de ganancias para los empleados.
Otras interrogantes le siguieron: “¿por qué no son remunerados por las operaciones que realizan en las pasarelas de pago? ¿Si el Banco paga un porcentaje a la empresa por el servicio de caja extra, y 1.00 peso por cada operación, por qué todo para la empresa y no se define un monto y le pagan a esos trabajadores, si son ellos quienes hacen la función de agentes bancarios?”
La respuesta de los directivos municipales y provinciales fue el desconocimiento, aun cuando dos Decretos Ley, el 28 y el 34, dejan claro las facultades y libertades que tienen las UEB.
Tales incentivos podrían desencadenar el uso de ambas plataformas —Enzona y Transfermóvil— que hoy no llegan a todos los establecimientos y mueven cifras poco representativas. Las transacciones por esas vías, en los últimos seis meses, no sumaron más de 7 millones de pesos. Las cuentas demuestran un incipiente uso que la bancarización pretende revertir.
Un dato de los primeros 20 días de agosto pudiera indicar el despegue: ya sobrepasaban los 10 millones de pesos los captados por esas plataformas. El empleo se había incrementado exponencialmente en menos de un mes; de ahí que la ministra llamara a los directivos a agilizar los contratos para disponer en toda la red de Transfermóvil, que es la plataforma que mayor cantidad de usuarios posee.
En el restaurante Solaris, la ministra se interesó por la relación sostenida entre actores estatales y privados
No obstante, el viraje más difícil de lograr parece hoy el estado financiero del Grupo Empresarial y las 170 UEB que lo integran. De ellas, 39 registran pérdidas y unas pocas muestran tendencia a la recuperación, por lo que Betsy Díaz fue directa. “¿Cuánto tiempo más vamos a darle para cambiar allí las cosas o cambiar a sus directivos, porque hay otras unidades que, en igualdad de condiciones, logran utilidades?”
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Según Lázaro Edel Granados Gelenian, director del GECCA, hay un ultimátum dado hasta el cierre de septiembre para que, al menos, disminuyan las pérdidas (algunas ya muestran esa tendencia). Sin embargo, la situación de los cuadros es muy compleja pues, en apenas seis meses, ha tenido que sustituir a siete directores municipales y ya tiene que cambiar a dos más, precisó.
Al respecto, la ministra sería enfática. “Pero no tenemos una fábrica de cuadros, lo que hay es que preparar a los que tenemos. Si no les enseñamos, no pueden saber”, apuntó, sin desconocer que las complejidades actuales suman tropiezos.
La más crítica podría ser esta: de los 10 municipios de la provincia, en la mitad de ellos no está ocupada la plaza del económico en la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía. Si crítica es la situación a ese nivel, hipercrítica resulta en las UEB, donde de las 170 que integran el grupo, solo 62 cuentan con económico.
“Eso obliga a que los demás asuman esas funciones”, explica Edelmis ante la mirada perpleja de Invasor. “Yo, por ejemplo, estoy cerrando Bolivia”, aclara, consciente de cuánto atenta semejante manejo en el funcionamiento del sector.
De alguna forma las deficiencias detectadas por la ministra a su paso por el Hotel Sevilla, la bodega La Avileña, la tienda Bazar París o el famoso Solaris, evidenciaron esa ausencia de especialistas, inestabilidad de las estructuras superiores e incomprensión de medidas y conceptos. Y con desconocimiento, falta de gestión o violaciones costará mucho más equilibrar la balanza del Comercio y la Gastronomía.
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