Ciego de Ávila no quiere ser una provincia “bananera”

La estrategia agrícola de la provincia apuesta por tener mayor variedad de cultivos, aun cuando los rendimientos caigan por falta de químicos y fertilizantes.

Después de concluir una campaña de frío que rondó el 60 por ciento de los planes y dejó plantadas apenas unas 13 mil hectáreas (ha), Ciego de Ávila sembró su mayor campaña de primavera este 2020, más por obligación que por “contrarrestar” lo marchito de una Agricultura a la que la falta de fertilizantes, químicos y combustible, mantiene con pronósticos reservados.

Este agosto terminó la siembra de ese período con 16 600 hectáreas, un área que ha venido incrementándose y en apenas tres años ha crecido en 4 000 ha. Sin dudas, un aumento notable aun cuando, por norma, sea el frío y no la primavera, la temporada de mayores cosechas y mejores rendimientos. (De ahí que ambas compañas no sean comparables entre sí, ni en extensión ni en volumen).

Y si hasta hoy hablamos de áreas y no de toneladas de comida es porque hasta hoy solo tenemos estimados de producción. La cifra podría estar rondando las 7 000 toneladas de alimentos para noviembre, y otras 7 000 para diciembre, y tiene el crédito de Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la Agricultura en el territorio.

Para entender el dato, podríamos ir a las estadísticas que ya ofreciera Antonio Gross Morales, director comercial de Acopio, la entidad que en este trimestre de julio, agosto y septiembre, ha comercializado 13 120 toneladas de productos agrícolas. Si lo tomamos lineal podríamos decir que para noviembre y diciembre tendríamos, en volumen, casi el doble de lo que hemos estado vendiendo en julio, agosto y septiembre… solo en los mercados estatales.

Una cuenta que, llevada al plato, no siempre resulta visible en esa misma proporción.

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Sin embargo, la mejor de las noticias no es tanto el crecimiento de las áreas, sino la variedad, un asunto que el propio Orlando define como la estrategia agrícola de cara a una situación tan tensa donde el combustible, por ejemplo, se distribuye semanalmente. “En ese contexto se hace muy difícil hablar de planes”, asegura tajante.

Por eso, prefiere hablar de lo que ya tienen plantado y de cómo la diversificación de hortalizas y viandas debe asegurar mayor presencia de productos todo el año. “Antes obteníamos más volumen total, pero era más plátano y ahora estamos calculando que habrá más boniato, yuca y malanga, tres cultivos muy afectados por la sequía durante tres años… que ya se recuperan”.

La recuperación, no obstante, pasa por una realidad que no puede desconocerse: han caído los rendimientos. La falta de químicos y fertilizantes —amén de que de medios biológicos y productos orgánicos se empleen en algunas cosechas como alternativa—, se expresa en estimados muy bajos.

Ya lo apuntaba antes Invasor, cuando comentaba que Las cifras no se comen, pero se digieren y ejemplificaba el descenso en cuatro cultivos. “El boniato, que antes rendía entre 15 y 16 toneladas por hectárea (t/ha), ahora debe aportar unas ocho. El plátano se calcula sobre las 15 y rondaba las 50. La yuca podría descender de 15 a ocho. El arroz, de 4,2 desciende a 2,1.”

Orlando sostiene tales estimados y habla incluso de que cuando el arroz se obtiene a menos de dos toneladas por hectárea no es rentable sembrarlo, y los cálculos aquí lo dejan ahora en 2,2; muestra de que estamos al borde y muy alejados del rendimiento promedio de ese cultivo que en Ciego de Ávila llegó a ser de 4,3. En el plátano, apunta, sucede lo contrario, “aun sin fertilizantes ni químicos estamos por encima del rendimiento promedio del país”.

De la idea se infiere una verdad de Perogrullo: el manejo de los cultivos se expresa también en cifras. Y rinde más o menos en las manos adecuadas.

No fue el caso del frijol, que el año pasado se quedó al 30 por ciento de sus planes por una plaga que diezmó las flores… y las vainas, ni podría irse hectárea a hectárea para determinar en qué otro cultivo se aplicó bien un abono orgánico o dónde ni siquiera se aplicó, pero Orlando asegura que la escasez sí ha implicado un mayor uso de esas alternativas.

Lo sostiene, en parte, la Empresa Arnaldo Ramírez donde hoy se producen 40 mil litros de humus de lombriz líquido y la idea es llegar a 100 mil. “Ese abono alcanza para aplicarlo cada mes, 2,5 veces en su área”, asegura el delegado, al tiempo que hace alusión al uso más extendido de la tabaquina como medio biológico, amén de que en los Centros Reproductores de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE) se fomenta el aumento de ese y otros medios.

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Si bien el delegado asegura que la producción de esos CREE satisface la demanda, no pierde vista que estos son medios preventivos y que ante hongos muy agresivos, por ejemplo, deben aplicarse químicos.

De modo que la Agricultura hoy no está desprovista del todo ni asegurada tampoco y falta todavía traducir en toneladas, rendimientos y libras en la mesa, las 17 883 hectáreas que en planes tiene la recién iniciada campaña de frío.

Por lo pronto, con lo que ya tenemos sembrado de la primavera, y según estimaciones de la Agricultura, debemos observar a corto plazo una mayor cantidad y variedad de viandas y hortalizas. El plátano “cederá terreno” a otras viandas que, aun con bajos rendimientos tendrán mayor presencia que en otros años, solo por ocupar más tierras. Sin dudas, Ciego de Ávila quiere dejar de ser una “provincia bananera” y eso es una buena noticia, aunque no lo parezca.